19 de decembro de 2025

Luchamos y Perdimos


Otto Skorzeny
Luchamos y Perdimos (1966)

Luchamos y Perdimos é o segundo volume da autobiografia de Otto Skorzeny, iniciada em Vive Peligrosamente. O livro começa com alguns dos projectos de Armas Especiais desenvolvidos pela Alemanha, dos quais se destaca a adaptação das V-1 a engenhos tripulados, operação feita em tempo recorde que ultrapassou com êxito a fase experimental, mas, no Outono de 1944, a escassez de matérias primas e o decurso da guerra impediram a produção em série. Na descrição de algumas operações, destaque para a intervenção em Budapeste, quando os serviços de informação descobriram que o governo húngaro pretendia assinar uma paz separada com Moscovo; para a ofensiva das Ardenas, onde a Alemanha pretendia ganhar de novo a iniciativa na Frente Ocidental; e para a defesa de Schwedt, na Frente Leste, no início de 1945. Mas, nestes tempos de declínio do III Reich, a falta de recursos materiais afectava decisivamente o desempenho militar, e instalava-se a dúvida sobre o desfecho final. Sem nunca pretender fazer a História da guerra, pela subjectividade inerente, nem, sequer, relatos de guerra, sem a visão de conjunto, deixada a estrategas e políticos, Otto Skorzeny narra as missões de que foi incumbido do seu ponto de vista particular, com a única certeza que o seu cumprimento serviria à pátria e ao povo. Os últimos capítulos referem o final da guerra, o cativeiro, os interrogatórios, os julgamentos e a ilibação; apesar disto, a libertação não chegou, apareciam constantemente novas acusações, cada vez mais disparatadas, que, contudo, não tinham quaisquer consequências para quem as lançava, mas adiavam o seu regresso à liberdade. Cansado deste sem-fim burocrático, Skorzeny decidiu ir à sua vida, sem que alguém se tivesse oposto, a acreditar nas suas próprias palavras.

Entretanto, habían llegado a Schmidtheim lo primeros cien prisioneros, los cuales se encontraban en excelentes condiciones físicas. Aquellos soldados americanos habían sido capturados en el curso del primer ataque y completamente por sorpresa. Algunos de ellos ni siquiera habían tenido tiempo de salir de sus alojamientos. Ahora estaban sentados, apoyados contra una pared, al parecer absolutamente despreocupados, fumando cigarrillos o masticando chiclé.
A través de un intérprete intenté conversar con un teniente. No sabía nada importante. Sin embargo, pude comprobar que el ataque había sido una sorpresa total para el enemigo. Los informes acerca de las unidades enemigas existentes en el frente y en reserva facilitados por las secciones IC (Servicio de Información) resultaron exactos.
En aquel primer encuentro con soldados americanos me pregunté si todos los combatientes de ultramar sabían lo que se estaba fraguando en Europa. ¿Sabían que la verdadera solución de la guerra, decisiva para el futuro, se encontraba en el Este? ¿Se daban cuenta de las consecuencias que tendría para Europa el debilitamiento de Alemania? Por desgracia, comprobé que todo esto no significaba nada para el joven oficial. La propaganda americana le había presentado los hechos de un modo muy simplista: “Los alemanes son los eternos bárbaros, y además están dominados por un diablo con forma humana, que quiere dominar al mundo entero, y su pueblo le ayuda a ello. Por eso es un acto cristiano, una exigencia de la civilización, aniquilar a Alemania y evitar para siempre jamás su recuperación”. Esta era, en resumen, la opinión que el teniente me dio a conocer con toda franqueza.
[...]
Las semanas que precedieron al proceso estuvieron llenas de dificultades. Al principio, el teniente coronel Durst se mostró conforme con la composición del tribunal. Por mi parte, no me gustó enterarme de que el teniente coronel Ellis, representante de la acusación en el proceso de Malmedy, con el cual no me había entendido demasiado bien, había sido nombrado comandante del “War Crimes Group” de Dachau.
Unos días más tarde el teniente coronel Durst vino a verme, bastante deprimido. La composición del tribunal había sido cambiada: todos sus miembros estarían bajo la influencia del presidente, el coronel Gardner. Teniendo en cuenta el apodo de “the hanging Gardner” con que era conocido el presidente en cuestión, por haber aplicado hasta entonces únicamente sentencias de muerte en la horca, la noticia no resultaba alentadora, ni mucho menos. A regañadientes, accedí a que el teniente coronel Durst se opusiera al nombramiento del coronel Gardner y otros miembros del tribunal. Me daba cuenta de que con ello nos atraeríamos la enemistad de varias personas; pero en el proceso estaban en juego cosas más importantes que los sentimientos personales. Al final fueron sustituidos cuatro o cinco miembros del tribunal, que continuó bajo la presidencia del coronel Gardner. Los nuevos jurados eran todos oficiales americanos que habían luchado en el frente; a la hora de juzgarnos lo hicieron de acuerdo con su leal convicción.
El teniente coronel Durst organizó rápidamente su equipo de colaboradores subordinados, todos ellos funcionarios civiles del “War Crimes Group”. Nos opusimos a la colaboración de un tal Mr. Kirschbaum. Nos habíamos enterado de que en Schwäbisch-Hall había sido el interrogador que obtuvo “más éxitos” contra mis camaradas de la 1ª División Acorazada SS.
Los acusados estábamos alojados en tres celdas del bunker y trabajábamos activamente en la preparación de nuestra defensa. Sin embargo, el hecho de que no nos hubieran entregado ningún pliego de cargos dificultaba nuestra tarea. A los puntos de la acusación, redactados en términos bastante generales, sólo podíamos replicar relatando los acontecimientos tal como habían sucedido. En el punto 1, por ejemplo, nos acusaban de haber luchado utilizando el uniforme del enemigo. Sabíamos que no era cierto, pero, ¿cómo íbamos a probarlo, ignorando los hechos concretos en que se basaba la acusación? En los puntos 3 y 4 nos hacían culpables del robo de equipos de prisioneros americanos y de paquetes enviados por la Cruz Roja. Cómo íbamos a preparar una defensa, ignorando cuándo, dónde, cómo y por quién habían sido cometidas las “fechorías” de los puntos 3 y 4?
A pesar de todo, pudimos observar un hecho bastante alentador. Después de la acusación oficial, la actitud hacia nosotros del personal de vigilancia americano y polaco no había variado. A los trece meses de residencia en Dachau, podía considerarme como una especie de “ciudadano de honor” del bunker. Desde luego, no podía esperar que los guardianes sintieran afecto por mi; pero estaba convencido de haberme ganado el respeto de aquellos soldados, y esto me bastaba.
Cuando me enteré de que se habían hecho numerosas apuestas sobre el resultado de nuestro proceso, el hecho me causó una rara impresión. Los americanos de la defensa y de la acusación apostaban entre ellos fuertes cantidades. Una quiniela controlada por nosotros, los acusados, hubiese sido un buen negocio, pues al fin y al cabo lo que se ventilaba era nuestra cabeza y nuestra libertad. De todos modos, aquella pasión por las apuestas tenia también su lado bueno: su proporción, que desde el primer momento nos fue favorable y que llegó a ser de 1 a 10, nos permitia calcular nuestras posibilidades.


Li anteriormente:
Vive Peligrosamente (1965) 

14 de decembro de 2025

Vive Peligrosamente


Otto Skorzeny
Vive Peligrosamente (1965)

Otto Skorzeny, nascido em 1908 numa família da burguesia vienense e formado em engenharia, notabilizou-se nas operações especiais das Waffen SS, nomeadamente quando em 1943, numa "missão impossível", conseguiu resgatar Benito Mussolini das garras dos aliados, na sua prisão em Gran Sasso. Após o final da guerra foi julgado — como todos os SS capturados — e declarado inocente de todas as acusações. Mesmo assim foi mantido prisioneiro até 1948, quando conseguiu escapar para Espanha, onde lhe foi concedido asilo político. Neste país viveu uma vida tranquila de engenheiro e empresário, até à sua morte, em 1975.
Vive Peligrosamente, segundo uma frase de Nietzsche em A Gaia Ciência, é o primeiro volume da sua autobiografia. Descreve a sua infância e o ambiente social que dominou a sua geração após a Grande Guerra, os eventos que levaram ao Anschluss e o decurso da vida quotidiana nas vésperas da II Guerra Mundial. Fala do seu alistamento voluntário e como foi colocado nas SS. Participou inicialmente em operações na frente ocidental, principalmente na França e na Holanda, até que em 1941 foi enviado para a Roménia, onde a sua Divisão teve o baptismo de fogo na fronteira com a Sérvia. Esteve na Jugoslávia, na Polónia, onde se preparou o ataque à URSS, e combateu na frente do Leste até ao final daquele ano, quando a doença o forçou a voltar a Viena e Berlim. Em 1943, recebeu a chefia de uma secção de segurança e operações especiais e refere um par de operações de comandos, projectadas para os Urais e para o Irão, que não chegaram a realizar-se por manifesta falta de meios. Contudo, o maior destaque é dado, compreensivelmente, ao resgate de Mussolini em Setembro daquele ano, missão de que o Führer o encarregou pessoalmente, preenchendo várias dezenas de páginas e alguns capítulos praticamente até ao final, apesar do autor afirmar que, se escrevesse com pormenor tudo quanto se passou naquelas semanas, o livro ficaria "demasiado volumoso".

A medida que pasaban los días fueron aumentando los ataques de los rusos. La artillería enemiga no cesaba de machacar nuestras posiciones, y los ataques de los rusos, periódicamente, conseguían romper nuestro frente, obligándonos a rechazar sus ataques empleando todas nuestras fuerzas.
Llegó un momento en que ambos bandos luchábamos ininterrumpidamente, como demonios enfurecidos, para defender la patria, el honor y nuestras vidas. Uno de los días tuvimos una desagradable sorpresa. Fuimos atacados por los soviets con un nuevo tipo de tanque, que no habían utilizado hasta entonces. Se trataba del «panzer», que, más tarde, fue conocido por el «T-34». Comprobamos entonces que, desgraciadamente, los cañones de 5 cms. de nuestros tanques no podían hacer mella en las corazas de los colosos que nos atacaban.
Pudimos lograr que la infantería enemiga no llegara hasta nuestras trincheras, lo que nos costó un gran esfuerzo. Pero lo que no conseguimos fue el detener el avance implacable de aquellas nuevas e infernales máquinas. No tuvimos, entonces, que hacer frente a un ataque masivo. Pero los treinta tanques que nos atacaron nos ofrecieron una muestra de lo que nos esperaba. Aquello motivó que no pudiéramos sentirnos tranquilos ni un solo minuto.
Los campos de trigo que se extendían más allá de las colinas que ocupábamos, y que no habían sido segados, enmascaraban unas inmensas sombras grises que nos parecían alucinantes, enloquecedoras, ya que sus largos cañones no cesaban de apuntarnos y se movían de derecha a izquierda, o viceversa, según el caso. Estos cañones no paraban de disparar contra nosotros y sobre todo lo que se les ponía delante. Pero nuestros soldados no se dejaban amedrentar y se lanzaban sobre ellos, siempre que tenían una ocasión propicia, con el «cocktail-Molotow» entre sus manos.
Es preciso recuerde que, por entonces, no disponíamos aún de las armas adecuadas para combatir eficazmente a tales tanques, ya que las que formaban parte de nuestro arsenal no eran lo suficientemente potentes para destruirlos. Por esta razón, el «soldado desconocido» descubrió lo que nosotros bautizarnos con el nombre de «cocktail-Molotow», que consistía en una botella de cristal llena de bencina y cerrada herméticamente con un corcho por el que, previamente, se había pasado una mecha. Al atacar al tanque, el soldado encendía la mecha y, acto seguido, rompía la botella contra las planchas de acero que recubrían el motor del blindado. Inevitablemente, el incendio se extendía por todo el blindaje. ¡Creo que era alucinante la visión de un simple soldado rompiendo una botella contra el blindaje de un inmenso tanque ruso!
El arma era primitiva, pero eficaz, puesto que siempre se conseguía el objetivo propuesto, a pesar de que, a veces, nos costara varias horas de ímprobos esfuerzos. También combatíamos contra los tanques con bombas de mano y con todo aquello que nos parecía ofensivo. Recuerdo perfectamente que cuando lográbamos introducir una bomba de mano en la boca del cañón del tanque o bien en su torreta, nuestros esfuerzos se veían coronados por el éxito.
 

7 de decembro de 2025

O Sonho do Tio


Fiodor Dostoievski
O Sonho do Tio (1859)

Editada em 1908 em Portugal sob o título Um Club da Má-Língua, numa tradução de origem brasileira, esta novela de Dostoievski é mais conhecida por O Sonho do Tio, que é o significado literal do título original em russo. Publicada pela primeira vez na revista Russkoye Slovo, em 1859, assinalou o regresso do autor à escrita, praticamente uma década passada, após ter sido condenado por conspiração e levado para cumprimento de trabalhos forçados na Sibéria, de quatro anos passados no Cazaquistão em serviço militar, e do seu casamento com Maria Dmitriévna. Por estes antecedentes, o próprio Dostoievski admitiu ter escrito esta novela receoso da censura, pelo que considerava ter resultado num trabalho, involuntário, de certa brandura e inocência.
É uma história satírica que anda à roda da sociedade provinciana de Mordassov, dominada por Maria Alexandrovna, cuja filha, Zinaida Aphanassièvna, tarda em encontrar um casamento apropriado. Entretanto chega à cidade o príncipe K..., também nomeado como Gavrila, um viúvo velho e senil, mas rico, que todos consideram estar com os pés na cova, o que faz dele um partido vantajoso e cobiçado. Maria Alexandrovna, urde um plano para casar a filha com o príncipe, que esta aceita com alguma relutância. Pavel Alexandrovitch, que andava a fazer a corte a Zina, despeitado, vai tentar sabotar esse plano e da situação sai aquilo que, em teatro, chamar-se-ia uma comédia de costumes, cheia de equívocos, bisbilhotices e voltas inesperadas.

Pavel Alexandrovitch estava já no vestíbulo a enfiar a chuba, eis que rompe por ali dentro, saída não se sabe donde, a Nastassia Petrovna.
— Aonde vai? — diz, agarrando-o pela mão.
— A casa do Borodoniev, Nastassia Petrovna, a casa do meu padrinho. Coube-lhe a honra de me baptizar. Um velho rico, um padrinho de quem se herda, um homem que se deve amimar.
— A casa do Borodoniev! Pois diga adeus, desde já, à sua noiva, — disse com sequidão Nastassia Petrovna.
— Como assim?
— Assim mesmo. Supõe que a tem segura? Isso sim! Vai, mas é casar com o príncipe.
— Com o príncipe. Que me diz, Nastassia Petrovna?!
— Que me diz, quê? Quer ver com os próprios olhos e ouvir com os próprios ouvidos? Pendure para aí a chuba, e venha comigo.
Pavel Alexandrovitch, aturdido, atira para o lado a chuba e deixa-se levar para o quarto escuro, cuja porta dá para a sala.
— Mas que quer isto dizer! Nastassia Petrovna, não percebo patavina.
— Perceberá assim que ouvir. A comédia não tarda a principiar.
— Qual comédia?
— Chiton! Não fale tão alto! Qual comédia? E é o senhor que paga as despesas; andam a enganá-lo; esta manhã, assim que o senhor saiu com o príncipe, a Maria Alexandrovna pôs-se a apoquentar de dor de ilharga a Zina, mais de uma hora, com o sentido em persuadi-la a aceitar para marido aquele jarreta de engonços. Dizia ela que não havia nada mais fácil do que era o enredá-lo. Propunha uns tais alvitres que a mim própria me causavam asco. Ouvi-os daqui, a Zina anuiu. E que cama lhe não fizeram ao senhor, ambas de duas! Têm-no na conta de um imbecil, e a Zina declarou formalmente que não casava com o senhor por coisa nenhuma deste mundo. E eu, tão tola, que já me estava até enfeitando para pôr ao pescoço uma gravata cor-de-rosa! Mas escute! escute!
— Se assim é... é uma infâmia! — murmurou Pavel Alexandrovitch, esparvoado, fitando olho a olho a Nastassia Petrovna...
— Mas escute! Vai ouvir o bom e o bonito!...
— Escutar onde?
— Debruce-se se ali naquela frincha da porta.
— Mas... Nastassia Petrovna, eu sou lá homem que me ponha a escutar às portas?!
— Emprega bem o seu tempo! Aqui, meu paizinho, é preciso meter a honra na algibeira. Desde que cá veio, escute...
— Contudo...
— Se não quer, resigne-se a ficar a chuchar no dedo! E a mim que me importa? Eu com dó do senhor, e o senhor com cerimónias! Será para mim que eu ando a trabalhar? Eu, por mim, já nem cá fico esta noite.
Pavel Alexandrovitch, muito contra sua vontade, encosta o ouvido à fisga da porta. Referve-lhe o sangue nas artérias. Não percebe uma palavra de quanto em volta de si se está dando.


Li anteriormente:
Los Demonios (1873)
Os Irmãos Karamázovi (1880)
O Eterno Marido (1870)

30 de novembro de 2025

Tales and Stories


Mary W. Shelley
Tales and Stories (1891)

Publicado pela primeira vez em 1891, quarenta anos depois da morte de Mary Shelley, Tales and Stories reúne dezassete contos, a maior parte dos quais aparecidos em The Keepsake, um anuário publicado nas décadas de 20 e 30 daquele século. Apesar de Frankenstein ofuscar a restante obra da escritora, os seus trabalhos em pequeno formato foram particularmente ignorados, e só muito tempo depois ganharam o reconhecimento devido. Grande parte dos contos aqui reunidos têm por cenário a Itália ou a Grécia — inspiração por certo das viagens que fez com Percy Bysshe Shelley, Lord Byron e Claire Clairmont pelo continente europeu —, recorrendo também a ambientes medievais ou ao "gothic tale", tão ao gosto do romantismo, onde se inscreve a sua obra.
O excerto escolhido pertence a The Mortal Immortal, a história curiosa de um discípulo de Cornelius Agrippa que, bebendo impulsivamente aquilo que julgava ser um filtro de amor, que pusesse fim aos seus sofrimentos de apaixonado, ingere na realidade um elixir destinado a proporcionar a imortalidade.

Five years afterwards I was suddenly summoned to the bedside of the dying Cornelius. He had sent for me in haste, conjuring my instant presence. I found him stretched on his pallet, enfeebled even to death; all of life that yet remained animated his piercing eyes, and they were fixed on a glass vessel, full of a roseate liquid.
“Behold,” he said, in a broken and inward voice, “the vanity of human wishes! a second time my hopes are about to be crowned, a second time they are destroyed. Look at that liquor—you remember five years ago I had prepared the same, with the same success;—then, as now, my thirsting lips expected to taste the immortal elixir—you dashed it from me! and at present it is too late.”
He spoke with difficulty, and fell back on his pillow. I could not help saying,—
“How, revered master, can a cure for love restore you to life?”
A faint smile gleamed across his face as I listened earnestly to his scarcely intelligible answer.
“A cure for love and for all things—the Elixir of Immortality. Ah! if now I might drink, I should live for ever!”
As he spoke, a golden flash gleamed from the fluid; a well-remembered fragrance stole over the air; he raised himself, all weak as he was—strength seemed miraculously to re-enter his frame—he stretched forth his hand—a loud explosion startled me—a ray of fire shot up from the elixir, and the glass vessel which contained it was shivered to atoms! I turned my eyes towards the philosopher; he had fallen back—his eyes were glassy—his features rigid—he was dead!


Li anteriormente:
Frankenstein: or, The Modern Prometheus (1818) 

16 de novembro de 2025

A Brasileira de Prazins


Camilo Castelo Branco
A Brasileira de Prazins (1882)

O enredo desta obra, considerada o último grande romance do autor, passa-se no Minho, a partir de 1845, mais de uma década volvida sobre a convenção de Évora Monte e o triunfo da monarquia constitucional. Quando, entre antigos combatentes da causa realista, personagens miguelistas que aguardam o regresso do rei, corre o boato que D. Miguel I está na Póvoa de Lanhoso, para encabeçar a revolta destinada a repor o antigo regime, estas pessoas tomam o desejo pela realidade. Alguns chegam à fala com o "rei", que distribui prodigamente títulos nobiliários, promoções e prebendas, para quando voltar a ocupar o trono, espoliando pelo caminho o ouro entregue pelos crentes para ajudar a causa, até que o equívoco se desfaz e o impostor é desmascarado.
É neste fundo de rebelião miguelista que se desenvolve a história principal; Marta, filha de Simeão de Prazins, é prometida em casamento, pelo pai, a Zeferino das Lamelas, abastado mestre pedreiro, disposto a dar um considerável dote ao futuro sogro. Entretanto, Marta enamora-se do estudante José Dias, da família Vilalva, grandes proprietários agrários, que a pretende desposar e Simeão rompe o acordo com Zeferino, vendo em José Dias um melhor partido. Mas a mãe deste está disposta a tudo para impedir o casamento, e enquanto a situação se arrasta, anuncia-se o regresso do Brasil de Feliciano, irmão de Simeão, na posse de uma grande fortuna. José Dias acaba por morrer tuberculoso. Simeão, que tentara inutilmente convencer Marta a casar com o tio, é alvo de uma emboscada e, no leito de morte, obtém da filha a promessa de se casar com Feliciano.

O sargento parou á porta a familiarisar-se com a escassa luz da adega : — O' padre! isto aqui é que é a sala do throno? ou é o subterraneo da inquisição? Mande lá acender uma candeia, se não tem um archote.
— Ó mulher, traz d'ahi uma placa accêsa — disse o abbade Marcos, contrafazendo o seu terror.
E o homem, lá dentro atraz das pipas, tiritava como Heliogabalo na latrina, seu derradeiro refugio.
A Senhorinha entrou adiante com a placa, um luzeiro mortiço de cêbo com murrão que parecia condensar mais as trevas da lobrega caverna.
— Arranja ahi um fachoqueiro de palha, ó 14! Que raio de placa você cá traz, mulher!
— E' emquanto não pega bem a torcida — explicou a creada caminhando atraz do padre para o lado opposto ao esconderijo. Com effeito, a claridade difundia-se, mas tão de vagar que ninguém diria a velocidade que os naturalistas marcam a um raio de luz. Os soldados batiam com os nós dos dedos nos tampos das pipas que toavam o som abafado de cheias.
E o 14: — ó meu sargento, o tanso do abbade casca-lhe rijo no verdasco! Estão cheiinhas! E apontando para as duas pipas vasias do canto, o sargento perguntava se o vinho d'aquellas já lhe tinha cahido na sachristia — e dava piparotes na barriga do padre.
O abbade tinha uns sorrisos pallidos, compromettedores como uma denuncia. O 24 escutava e dizia que a modos que ouvira mexer coisa atraz das pipas!
— Hade ser ratos — conjecturou o abbade, tremulo, engasgado.
— Palpa com a bayoneta por traz das pipas, ó 24! — disse o sargento.
Assim que o aço da bayoneta raspou na parede, a Senhorinha começou a dar gritos, sentou-se a espernear, e perdeu os sentidos.
— Que diabo tem a velha?! — perguntou o Pilula — Dão-lhe estupores, eim?
— É flato, costuma-lhe a dar — elucidou o abbade. — O 24 voltara-se a vêr a velha escabujar, e retirara a bayoneta de traz das pipas. O abbade teve um momento de esperança, cuidando que o exame estava feito:
— Tem visto, snr. sargento? Aqui não ha nada. Os senhores vieram enganados a minha caza. — E caminhou para a porta com a luz.
— Espere ahi, seu padre! Anda-me com a bayoneta, 24. Escarafuncha-me esses ratos.
O outro soldado entrou no mesmo exame; e, apenas as bayonetas resvalaram por corpo que lhes abafava os tinidos metalicos das pontuadas, ouviu-se um grande estrupido de coisa que trepava pelas pipas. E n'isto appareceu uma cabeça com enormes barbas sobre um dos tampos.
— Oh! — bradou o Pilula! — muito bem apparecido n'esta funcção, snr. D. Miguel I! Suba p'ra cima d'esse throno e dê lá de cima um bocado de cavaco ás tropas! Mas o melhor é descer cá p'ra baixo, real senhor!
O 24, muito espantado, a olhar para a cabeça do homem:
— Parece o padre eterno, ó meu sargento!
— Com quem elle se parece é com o Remexido do Algarve, — affirmava o 14.
— Desça d'ahi que ninguem lhe faz mal, homem. Está prezo á ordem do governador civil — concluiu o sargento com seriedade imponente.
— Este senhor?... não... — disse o abbade com as mãos postas.
— Não seja asno! — volveu o sargento. Este homem não é D. Miguel. É um faiante que o está aqui a comer a você e mais aos patólas da sua laia. Vá-lhe buscar a roupa, senão entra na escolta em mangas de camisa.


Li anteriormente:
Perfil do Marquês de Pombal (1882)
A Corja (1880)
Eusébio Macário (1879)

3 de outubro de 2025

Tales of Ten Worlds


Arthur C. Clarke
Tales of Ten Worlds (1962)

Uma boa parte da obra publicada por Arthur C. Clarke são contos. Tales of Ten Worlds reúne quinze contos originalmente aparecidos entre 1957 e 1962 e, se não errei a contagem, foi a sexta antologia de contos publicada pelo autor britânico. São histórias escorreitas, por vezes atravessadas por um fino humor, da antecipação de um futuro que, frequentemente, não seguiu os caminhos imaginados pelo autor — o que não será de admirar, pois foram escritas numa época em que os maiores feitos da conquista espacial eram o lançamento dos Sputniks e a jornada de Yuri Gagarin. Mas, para quem gosta de FC isso é irrelevante e não afecta minimamente o prazer da leitura, como o provam "Summertime On Icarus", "Hate", "Into The Comet", "Before Eden" ou "Trouble With Time", de onde foi retirado o excerto que se segue.

The Spaceport P.A. system apologized for a further slight delay owing to final fuel checks, and asked a number of passengers to report to Information. While we were waiting for the announcement to finish, I recalled what little I knew about the Siren Goddess. Though I'd never seen the original, like most other departing tourists I had a replica in my baggage. It bore the certificate of the Mars Bureau of Antiquities, guaranteeing that "this full-scale reproduction is an exact copy of the so-called Siren Goddess, discovered in the Mare Sirenium by the Third Expedition, A.D. 2012 (A.M. 23)."
It's quite a tiny thing to have caused so much controversy. Only eight or nine inches high—you wouldn't look at it twice if you saw it in a museum on Earth. The head of a young woman, with slightly oriental features, elongated earlobes, hair curled in tight ringlets close to the scalp, lips half parted in an expression of pleasure or surprise—that's all. But it's an enigma so baffling that it's inspired a hundred religious sects, and driven quite a few archaeologists round the bend. For a perfectly human head has no right whatsoever to be found on Mars, whose only intelligent inhabitants were crustaceans— "educated lobsters," as the newspapers are fond of calling them. The aboriginal Martians never came near to achieving space flight, and in any event their civilization died before men existed on Earth. No wonder the Goddess is the solar system's number-one mystery; I don't suppose we'll find the answer in my lifetime—if we ever do.


Li anteriormente:
Rendezvous with Rama (1973)
Os Náufragos do Selene (1961)
Luz da Terra (1955) 

27 de setembro de 2025

The Strange Death of Europe


Douglas Murray
The Strange Death of Europe (2017)

Os principais factos que Douglas Murray aborda em The Strange Death of Europe: Immigration, Identity, Islam, escritos sobre o acontecimento, têm agora dez ou mais anos, mas nem por isso perderam importância, bem pelo contrário. É um livro de factos, números, estatísticas, não de opiniões ou percepções, apesar dos tabus existentes na recolha de dados baseados na etnicidade. É um livro que incomoda, porque os factos costumam ser teimosos, e desmonta as falácias e as mentiras dos «estudos» com que os governos europeus repetidamente pretenderam — e ainda pretendem — justificar a imigração em massa.
Começa pelo caso britânico, com as primeiras vozes contrárias nos anos 50 e 60 quando a realidade dos números mostrava uma trajectória que inevitavelmente viria a desembocar na situação actual. Todos os alertas foram ignorados quando não silenciados e os mensageiros perseguidos. Instaurou-se um paradigma político e social que floresceu nos 80s e 90s: o «multiculturalismo», que acabou numa política de fronteiras abertas a partir de 1997 e teve como consequência o desequilíbrio demográfico constatado no censo de 2011. As mais desastrosas políticas de imigração tornaram-se impossíveis de questionar pois quem defendia medidas de restrição foi apelidado de «racista», mesmo quando se referia aos «brancos» do leste europeu.
O mesmo foi replicado, com pequenas variações, nos outros países da Europa Ocidental, nomeadamente RFA/Alemanha, Suécia, Holanda e Bélgica e França, a partir do pós-guerra, devido à falta de mão de obra local ou produto da descolonização ultramarina. Uma política que pretendia resolver um problema a curto prazo criou a mais prolongada repercussão, quando o número de entradas previstas foi sempre excedido pela realidade em várias ordens de magnitude, verificando-se ainda uma subestimação dos números oficiais destinada a ocultar o problema.
E, por fim recorda-nos a cadeia de acontecimentos da fatídica década de 2010: o empenho em prol do «mundo sem fronteiras», o efeito chamada, Lampedusa, a operação Frontex, as ilhas gregas, o sul do Mediterrâneo, os navios negreiros das ONGs, Merkel e o boom de 2015, Suécia «superpotência humanitária», Dinamarca, a pressão sentimentalista, a euforia demencial de Refugees Welcome, a endofobia das elites europeias, o terrorismo islâmico, as violações e agressões sexuais, as catastróficas alterações demográficas, a Grande Substituição. É a história da não-integração, ou da impossibilidade de assimilação, o triunfo de culturas alienígenas fortes (leia-se, o Islão) sobre uma cultura nativa fraca e relativista, obcecada pela «culpa» histórica e pela auto-flagelação. Diz-se que os deuses cegam aqueles a quem querem perder. É realmente esta cegueira que se descreve neste livro: o capítulo mais recente da queda da Europa, mas não o último, porque o pior está ainda por acontecer.

The reason people wish to come to Europe is not only because of the perception of wealth and work. It is also because Europe has made itself a desirable destination for additional reasons. Not least among them is the knowledge that Europe is likely to allow arrivals to remain in the continent once there. High among the reasons why people flock to Europe are the knowledge that its welfare states will look aer migrants who arrive, and the knowledge that however long it takes or however poorly migrants may be looked aer they will still enjoy a better standard of living and a better roster of rights than anywhere else, let alone in their home countries. There is also the belief – flattering to Europeans as well as true – that Europe is a more tolerant, peaceful and welcoming place than most parts of the world. If there were many such continents in the world then Europeans might be able to enjoy their status as one generous society among many. If the perception grows that Europe is in fact the only place where it is both easy to get in, easy to remain and safe to stay, then the continent may find the resulting attention less flattering in the long term than it does in the short term. In any case it is not inevitable that the world’s migrants should come to Europe. They come because Europe has made itself – for good reasons and some bad – attractive to the world’s migrants.
[...]
In 2010 Germany had a total of 48,589 people apply for asylum. Just five years later Merkel allowed (if leaked internal estimates from the government were correct) up to 1.5 million people into Germany in the space of one year alone.
If multiculturalism was not working with around 50,000 people claiming asylum in Germany each year, how was it expected to work with thirty times that number coming in each year? If not enough was being done in 2010, how was it the case that five years later the German government’s integration network was so much – indeed thirty times – better? And if Germany had been fooling itself in the 1960s about the return of the guest-workers, how much more was it kidding itself that those applying for asylum in 2015 would return to their homes? If multiculturalism had not been working well in 2010 it was working even less well by 2015. The same goes for Britain. If multiculturalism in Britain had failed when Prime Minister David Cameron said it had, in 2011, why was it any less failed in 2015 when the British government oversaw a new record high of net migration into the country? Was the relationship between France and its immigrant populations better by 2015 than it had been a few years before? Or Sweden’s or Denmark’s? All across Europe the migration surge of 2015 piled further numbers of people into a model that all the existing political leaders had already admitted to be a failure. Nothing noticeable had occurred in the years between to have made the model any more successful than it had been in the past.
[...]
At such times, the gap between what the public can see and what the politicians can conceivably say, let alone do about it, became dangerously large. An Ipsos poll published in July 2016 surveyed public attitudes towards immigration. It revealed just how few people think that immigration has had a good impact on their societies. To the question, ‘Would you say that immigration has generally had a positive or negative impact on your country’, extraordinarily low percentages of people in each country thought that immigration had a positive effect on their country. Britain had a comparatively positive attitude, with 36 per cent of people saying they thought immigration had a very or fairly positive impact on their country. Meanwhile only 24 per cent of Swedes felt the same way and just 18 per cent of Germans. In Italy, France and Belgium only 10–11 per cent of the population thought that immigration had made even a fairly positive impact on their countries.
 

19 de setembro de 2025

Glory Road


Robert A. Heinlein
Glory Road (1963)

Glory Road foi publicado pela primeira vez em The Magazine of Fantasy & Science Fiction, em 1963, e nesse mesmo ano apareceu em livro. É uma obra um tanto diferente do habitual em Heinlein, que dificilmente se pode considerar FC, apesar da nomeação para o prémio Hugo em 1964. O ambiente é mais próprio da novela fantástica, com criaturas esquisitas, lances de "magia" e pentagramas desenhados no chão — apesar de algumas personagens explicarem que aquilo é ciência para além do nosso conhecimento — sendo a narrativa passada em universos paralelos. Notoriamente, algumas ideias foram mais tarde reaproveitadas em The Number Of The Beast.
Aqui temos um protagonista, "Oscar" Gordon (Oscar não é o seu verdadeiro nome, mas o nome que ele escolhe devido a uma cicatriz — scar — que tem no rosto) que acaba o serviço na guerra do Cambodja, onde se alistou por dificuldades financeiras. O seu plano para continuar os estudos numa universidade alemã falha, e vai parar ao sul de França, onde a vida é barata. Aí conhece uma belíssima rapariga, Star, por quem se apaixona, e que o contrata para uma missão em que lhe promete aventura e riqueza. É aqui que entram os universos paralelos, pois é noutro mundo que Gordon, Star e Rufo, seu ajudante, vão em demanda do Ovo da Fénix, um objecto que é necessário recuperar, guardado na Torre de Uma Milha de Altura, num local chamado Karth-Hokesh. Antes de lá chegar é necessário ultrapassar grandes dificuldades, monstros e armadilhas, mas o objectivo é finalmente atingido.
O livro não termina aqui, como seria de esperar, e o seu último terço é, talvez, o mais interessante. Oscar e Star, que se tinham casado no decurso da aventura, vão viver para Center, o planeta de onde ela é oriunda, e desfrutar da recompensa do seu sucesso. Mas a vida faustosa e sem objectivos que Gordon encontra — ele não passa de um herói reformado — deixa-o insatisfeito, além de descobrir que toda a sua vida anterior tinha sido manipulada para o levar a aceitar aquela missão, onde dezenas de outros tinham falhado e morrido. Resolve voltar à Terra, mas também aqui não consegue retomar os estudos ou o trabalho, e acaba por se reconhecer de novo um inadaptado.

"Ready?" asked Star. "Now you two believe, too!" She scrawled with her finger in the sand. "Go!"
We went. Once in the air, I realized what a naked target we were—but we were a target on the ground, too, for anyone up on that tower, and worse if we had hoofed it. "Faster!" I yelled in Stars ear. "Make us go faster!"
We did. Air shrilled past our ears and we bucked and dipped and side-slipped as we passed over those gravitational changes Star had warned me about—and perhaps that saved us; we made an evasive target. However, if we got all of that guard party, it was possible that no one in the Tower knew we had arrived.
The ground below was gray-black desert surrounded by a mountain ringwall like a lunar crater and the Tower filled the place of a central peak. I risked another look at the sky and tried to figure it out. No sun. No stars. No black sky nor blue—light came from all over and the "sky" was ribbons and boiling shapes and shadow holes of all colors.
"What in God's name land of planet is this?" I demanded.
"It's not a planet," she yelled back. "It's a place, in a different sort of universe. It's not fit to live in."
"Somebody lives here." I indicated the Tower.
"No, no, nobody lives here. That was built just to guard the Egg."
The monstrousness of that idea didn't soak in right then. I suddenly recalled that we didn't dare eat or drink here—and started wondering how we could breathe the air if the chemistry was that poisonous. My chest felt tight and started to burn. So I asked Star and Rufo moaned. (He rated a moan or two; he hadn't thrown up. I don't think he had.)
"Oh, at least twelve hours," she said. "Forget it. No importance."
Whereupon my chest really hurt and I moaned, too.
We were dumped on top of the Tower right after that; Star barely got out "Amech!" in time to keep us from zooming past.
The top was flat, seemed to be black glass, was about two hundred yards square—and there wasn't a fiddlewinking thing to fasten a line to. I had counted on at least a ventilator stack.
The Egg of the Phoenix was about a hundred yards straight down. I had had two plans in mind if we ever reached the Tower. There were three openings (out of hundreds) which led to true paths to the Egg—and to the Never-Born, the Eater of Souls, the M.P. guarding it. One was at ground level and I never considered it. A second was a couple of hundred feet off the ground and I had given that serious thought: loose an arrow with a messenger line so that the line passed over any projection above that hole; use that to get the strong line up, then go up the line—no trick for any crack Alpinist, which I wasn't but Rufo was.
But the great Tower turned out to have no projections, real modern simplicity of design—carried too far.
The third plan was, if we could reach the top, to let ourselves down by a line to the third non-fake entrance, almost on level with the Egg. So here we were, all set—and no place to hitch.


Li anteriormente:
The Rolling Stones (1952)
To Sail Beyond The Sunset (1987)
The Cat Who Walks Through Walls (1985) 

8 de setembro de 2025

A Túlipa Negra


Alexandre Dumas
A Túlipa Negra (1850)

Passado na Holanda da segunda metade do século XVII, esta novela clássica de Alexandre Dumas parte de alguns factos históricos, como o assassínio e linchamento de Johan De Witt e do irmão Cornelis De Witt, resultado do confronto entre a facção republicana e o movimento orangista, que pretendia o restabelecimento do poder real. Para colocar a trama em movimento temos Cornélio Van Baerle, afilhado do segundo, a quem foram confiadas certas cartas comprometedoras da autoria do primeiro, das quais Von Baerle, um jovem na posse de uma herança muito confortável, não tem conhecimento do conteúdo, interessando-se apenas pelo cultivo das tulipas.
Nessa altura a sociedade tulipista de Harlém oferece um considerável prémio monetário a quem conseguir cultivar uma orquídea negra, tarefa à qual se dedica Cornélio, bem como o seu invejoso vizinho Isaac Boxtel. Este sem meios financeiros para competir com Cornelio, passa a observar todos os seus movimentos com um telescópio e arquitecta um plano para se apoderar do seu esforço. Como espiou a entrega do maço de cartas, delata Cornélio que é julgado e preso; mas, sem conseguir deitar a mão aos bolbos dos quais nascerão as tulipas negras, muda de identidade, passa a chamar-se Jacob Gisels e segue no encalço de Cornélio que, na prisão, e com a ajuda de Rosa, a bela filha do carcereiro, por quem se apaixona, vai tentar criar a tulipa negra e ganhar o prémio.
As peripécias que se seguem são divertidas e a leitura absorvente, com o inevitável desenlace feliz.
Apesar do livro referir o preço elevado a que se transaccionavam os bolbos das tulipas naquela época, não faz referência ao estouro da bolha especulativa da tulipa, em 1637, o primeiro crash financeiro documentado — isso é que dava uma história edificante...

Assim é que, para se fazer uma ideia de um condenado esquecido por Dante, cumpria ver Boxtel durante este tempo. Enquanto Van Baerle sachava, estrumava, humedecia os seus alegretes, enquanto ele, de joelhos em cima do declive de relva, analisava cada veia da túlipa sua florescência e meditava nas modificações que se lhe podiam fazer, nas combinações de cores que se podiam experimentar, Boxtel, escondido por detrás de um sicômoro pequeno que plantara ao pé do muro e que lhe servia como de leque, seguia, com os olhos entumecidos, a boca escumando, cada passo, cada atitude do seu vizinho; e quando julgava vê-lo alegre quando o apanhava a sorrir, quando lhe lobrigava um raio de felicidade nos olhos, enviava-lhe tantas pragas, tantas ameaças furibundas, que se não poderia imaginar como estes hálitos empestados de inveja e de cólera não iam infiltrando-se nas hastes das flores, levar-lhes princípios de decadência e germes de morte.
Em breve, porém, tão rápidos são os progressos que faz o mal quando se apodera da alma humana, Boxtel não se contentou com ver somente Van Baerle. Também quis ver as suas flores; porque como era um verdadeiro artista, a obra-prima de um rival não podia ser para ele coisa de pouca monta.
Comprou um telescópio, com o auxílio do qual, tão bem como o próprio proprietário pôde acompanhar todas as evoluções da flor, desde o momento em que lança, no primeiro ano, o seu pálido rebento fora da terra, até àquele em que, depois de ter completado o seu período de cinco anos, arredonda o nobre e gracioso cilindro, sobre o qual aparecem as incertas mostras da sua cor e se desenvolvem as pétalas da flor, que só então revela os tesouros mais secretos do seu cálix.
Oh! Quantas vezes o desgraçado invejoso, empoleirado na sua escada, lobrigou nos alegretes de Van Baerle umas túlipas que o cegavam com a sua beleza e o sufocavam com o seu delicioso perfume!
Nestas ocasiões, passado o período de admiração que não podia vencer, Boxtel sentia-se atacado pela febre da inveja, essa enfermidade que lacera o peito e que transforma o coração em miríades de pequenas serpentes, que se devoram umas às outras, origem infame das mais horríveis dores.
Quantas vezes, no meio dos seus tormentos, de que nenhuma descrição poderia dar uma cabal ideia, Boxtel teve a tentação de saltar de noite ao jardim do seu vizinho, destruir as plantas, devorar as cebolas com os dentes e sacrificar o próprio dono, se este ousasse defender as suas túlipas.
Mas matar uma túlipa é, aos olhos de um verdadeiro horticultor, um crime tão espantoso!
Matar um homem, ainda passava.

30 de agosto de 2025

Os Miseráveis


Victor Hugo
Os Miseráveis (1862)

Não é possível resumir apropriadamente uma obra de cinco volumes, com mais de 1500 páginas em meia dúzia de linhas. É por certo uma obra imensa, em todos os sentidos, que se desenrola na França pós-napoleónica, entre 1815 e 1833, após as insurreições republicanas em Junho do ano anterior, que servem de cenário a parte importante da narrativa. Algures no segundo volume, Victor Hugo escreveu: «Este livro é um drama cujo primeiro personagem é o infinito. O segundo é o homem.» É um livro com a inabalável confiança novecentista no progresso e no futuro, no homem e nas virtudes da educação, que mostra um autor panfletário na defesa da Revolução Francesa e dos seus valores, partidário também de Napoleão — tal como um dos protagonistas do livro, o jovem Mário, com algumas características autobiográficas. Uma obra preocupada com questões sociais, com a iniquidade da justiça e o crime da lei, porque, como se sabe, o Direito é uma coisa e a Justiça outra. Assim, talvez não seja de admirar a referência directa, no quarto volume, a O Último Dia de um Condenado, «uma obra escrita com o mesmo fim», segundo aí afirma o próprio Victor Hugo, duas obras separadas por mais de três décadas mas com o mesmo tipo de preocupações.
À personagem principal, João Valjean, vão dar todas as outras, como os ramos de uma árvore levam ao tronco. Condenado às galés — por ter roubado pão para um sobrinho, o bebé da sua irmã, viúva e com sete filhos esfomeados a cargo, de quem ele era o principal sustento até ter ficado sem trabalho —, os cinco anos da pena, agravados devido a várias tentativas de fuga, transformaram-se em 19 anos. Quando foi libertado, a sua condição de ex-forçado tinha-o tornado num pária. Do seu encontro fortuito com um bispo, exemplarmente caritativo, opera-se um transformação interior em Valjean, que tomará para si o mais alto padrão ético. Mudando de nome e personalidade, todos os seus empreendimentos se vão orientar para a prática do bem e para o auxílio aos pobres, mas o passado pairará sempre ameaçador sobre o foragido à justiça, sujeito à pena perpétua por reincidência.
Dos miseráveis, referidos no título, encontram-se por aqui diferentes espécies: os miseráveis materialmente, o que potencia o seu arrastamento à miséria moral, por vezes capazes de um gesto sublime e redentor; os miseráveis que, não sendo necessariamente pobres, estão dispostos a roubar e a matar; os miseráveis que olham apenas por si, sem cuidar das consequências das suas acções sobre os outros; os que preferem viver na miséria em lugar de aceitar o dinheiro que os corrompe. E, por oposição, há também lugar ao amor, às personagens puras e inocentes, ou aos seres abnegados e heróicos, como Valjean, cuja consciência o impede de causar o mínimo dano a terceiros, mesmo que isso signifique voltar às galés.

Em certas costas da Bretanha ou da Escócia, sucede às vezes que um homem, viajante ou pescador, caminhando na baixa-mar pela plaga, longe de terra, de súbito dá conta que há muitos minutos experimenta certa prisão ao andar. O solo parece pez, em que se lhe agarram os sapatos, como se já não fosse areia, mas visco, o que os seus pés pisam. Afigura-se-lhe completamente enxuta a areia, mas a cada passo que ele dá, a cova que seus pés descreveram no chão enche-se de água. Nenhuma mudança, apesar disso, descobre a vista; a imensa praia continua lisa e tranquila, toda a areia tem o mesmo aspecto, nenhuma diversidade se nota entre a terra firme e a que já o não é; diante do viandante continua a saltar do mesmo modo a alegre nuvem dos pulgões marinhos. O homem segue o seu caminho, vai andando sempre, tomando para o lado da terra e procurando aproximar-se da costa, sem que, porém, o menor temor o sobressalte. Temor de quê? Todavia, sente o que quer que seja, como se os pés se lhe tornassem mais pesados a cada passo que dá. De repente, enterra-se. Enterra-se duas ou três polegadas. Decididamente, não vai pelo bom caminho; pára a orientar-se. De súbito, olha para o chão. Os pés desapareceram‑lhe debaixo de uma camada de areia. Tira-os, tenta retroceder, volta atrás, enterra-se ainda mais. Ao ver-se enterrado em areia até ao tornozelo, faz um esforço para tomar à esquerda, enterra-se até meio da perna; faz outro esforço, firmando-se para o outro lado, enterra-se até ao joelho. Então conhece, possuído de indizível terror, que se acha no meio de um areal movediço, em que ao homem é tão impossível andar como ao peixe nadar. Atira fora o que traz às costas, se traz alguma coisa, alija tudo o que o sobrecarrega, como o navio surpreendido pela tempestade, mas nada lhe vale, que a areia passa-lhe já acima do joelho.
Então chama e agita o chapéu ou o lenço, e, ao mesmo tempo, a areia mais e mais o submerge; se a praia se acha deserta, se ele está muito distante de terra, se o banco de areia goza de má nota, se não há heróis nos arredores, disse; o infeliz ali ficará submerso, condenado a essa horrorosa morte, demorada, infalível, inevitável, impossível de ser apressada ou espaçada, morte que dura horas, que parece não ter termo, que nos colhe de pé, livre e cheio de saúde, morte que nos puxa pelos pés, e a cada esforço que tentamos, a cada grito que elevamos, nos arrasta agora um pouco, logo mais, que parece punir-nos da nossa resistência, confrangendo-nos gradualmente, que lentamente obriga o homem a entranhar-se pela terra, sem o estorvar de contemplar o horizonte que vai deixar, o horizonte, as árvores, os campos esmaltados de verde, os tectos de colmo dispersos pela amplidão da planície, sobre os quais se elevam espirais de fumo, que se ramificam, se estendem e se dissipam no ar; sem vos estorvar de contemplar as velas dos navios ondulando além no mar, e as aves que esvoaçavam se cantam por cima de vós, indiferentes à imaginável angústia que lentamente vos absorve a vitalidade; sem vos estorvar de contemplar o Sol e o céu, sorrisos de Deus para as flores, esplendores de clarões em que se perdem e se ofuscam as trevas da vossa agonia.
Sabeis o que é morrer assim, privado de auxílio, tocando com os pés na morte e os braços na vida, respirando o ar, isto é, a vida; sentindo a pressão da areia molhada, isto é, a morte? Sabeis o que isto é? É a maré do sepulcro subindo das entranhas da terra a submergir aquele homem que está vivo: cada minuto é um coveiro inexorável. O infeliz tenta sentar-se, firmar-se nas mãos, desprender-se por qualquer modo, e cada movimento que faz no seu exasperado contorcer-se mais o enterra; ora se arranca à voragem, ora cai nela; tenta erguer-se, o abismo abre as fauces, mas logo as cerra com mais frenesi, como se quisesse deixá-lo livre por um instante, a cada esforço que ele faz, para mais ao largo o abocar na sua goela medonha. Ele ruge, implora, brada, contorce-se desesperado. Inútil esforço, baldado estrebuchar! Vede-o como se enterra em areia até ao ventre; vede-o como já esta lhe chega ao peito; livre da boca da voragem, resta-lhe aquilo que vedes — o busto! Ouvi-lhe as vozes sem conforto com que o desgraçado impele os ecos da praia; vede como ergue as mãos, como se expande em gemidos desesperados, cravando as unhas na areia, traidor apoio, que lhe foge com o seu auxílio, tentando agarrar-se ao que não tem consistência, fincando-se nos cotovelos para se tirar desse pego movediço, soluçando freneticamente; e a areia sempre a subir, subindo sem descanso, de contínuo, pouco a pouco, mas incessantemente. Ei-la que lhe cobre os ombros, ei-la que lhe chega ao pescoço; eis que já apenas o rosto é a única parte visível de todo ele. Gritava; encheu-se-lhe de areia a boca, emudeceu. Os olhos, vêem ainda, a areia fecha-lhos. Silêncio, depois trevas. Que resta ainda? Vedes-lhe um fragmento de testa. Lá desapareceu agora. Uma madeixa de cabelos redemoinhando na areia, ao sopro de uma lufada do mar. Lá se sumiu também. Esperai. Lá se agitou o que quer que fosse. É o derradeiro estertor? É isso e mais. Uma mão, que irrompe do chão, se move no ar e desaparece para sempre.


Li anteriormente:
Nossa Senhora de Paris (1831)
O Último Dia de um Condenado (1829) 

24 de xullo de 2025

O Príncipe e o Pobre


Mark Twain
O Príncipe e o Pobre (1881)

O Príncipe e o Pobre, que foi publicado pela primeira vez em 1881 no Canadá, segue as normas de um romance histórico, tendo por pano de fundo a Inglaterra de meados do séc. XVI.
O livro conta uma história curiosa, no final do reinado de Henrique VIII, em que o Príncipe de Gales, e futuro Eduardo VI, se compadece de um maltrapilho agredido por um dos guardas reais, intervém e convida o mendigo para a sua mesa. Da conversa entre as duas crianças, cada um lamenta a própria situação e romantiza a vida do outro, pelo que decidem trocar de indumentária e de posição, temporariamente. Como são extremamente parecidos, ninguém nota a troca. E Tom Canty, o mendigo, vê-se de um momento para o outro a cumprir papel do príncipe na corte, onde ninguém toma a sério as suas declarações, ao tentar repor a verdade, acreditando-se antes que o "príncipe" está com um problema mental. Quanto a Eduardo, vai parar à vida dura do submundo, onde todos fazem chacota quando afirma ser príncipe — e depois rei, porque Henrique VIII morre naquela ocasião. Apenas Miles Hendon, um nobre que regressa da guerra, se apieda da situação de Eduardo e, sem acreditar na sua pretensa realeza, decide tomá-lo à sua protecção. Mas também Miles Hendon, quando regressa às suas propriedades, não é reconhecido pelo próprio irmão, e percebe o paralelo da sua situação com a de Edward. Depois de muitas peripécias, o equívoco é resolvido "in extremis" na cerimónia de coroação do novo rei, quando Tom Canty ajuda à recuperação do título que era devido ao verdadeiro rei, Eduardo VI.
O livro tem uma especial sensibilidade para o exercício da justiça e dos poderes reais, denunciando a arbitrariedade, e mesmo a desproporcionalidade e desumanidade que frequentes vezes resultava da aplicação da dita justiça.

Enquanto o verdadeiro rei vagueava pelo reino, mal vestido, mal alimentado, umas vezes algemado e achincalhado por vadios, outras misturado na prisão com ladrões e assassinos e era chamado de idiota e impostor por todos eles, o falso rei Tom Canty divertia-se com uma experiência diferente.
Quando o vimos pela última vez, a realeza estava a começar a mostrar-lhe um lado agradável. Esse lado tornava-se mais satisfatório ainda de dia para dia; em muito pouco tempo tinha-se tornado uma delícia tão boa como o brilho do Sol. Perdeu o medo; as vergonhas foram esquecidas e deram lugar a uma postura fácil e cheia de autoconfiança. Tirava tudo o que podia do apanhador de chibatadas, com resultados cada vez melhores.
Mandava vir Lady Elizabeth e Lady Jane Grey à sua presença, sempre que queria brincar ou conversar, e dispensava-as quando estava farto delas, com o ar de alguém familiarizado com tais situações. Não o atrapalhava mais que à saída essas importantes personagens lhe beijassem a mão.
Acabou por gostar de ser levado para a cama à noite com toda a cerimónia e de ser vestido de manhã com toda a complicação e solenidade. Dava-lhe um orgulhoso prazer ir para o jantar acompanhado por uma brilhante procissão de funcionários e cavalheiros pensionistas; de tal maneira, na verdade, que duplicou a quantidade destes últimos, passando-os a cem. Gostava de ouvir as trompas soarem pelos corredores e as vozes distantes responderem «Passagem para o rei!».
Até aprendeu mesmo a gostar de se sentar no trono da sala do conselho e a parecer alguma coisa mais do que o porta-voz do lorde protector. Gostava de receber os grandes embaixadores com as suas maravilhosas comitivas e de ouvir as mensagens de afecto vindas de ilustres monarcas, que lhe chamavam «irmão». Oh, feliz Tom Canty, vindo de Offal Court!
Gostava das suas esplêndidas roupagens e mandou fazer mais; achou que os seus quatrocentos criados eram muito poucos para a grandeza que lhe era devida e triplicou o seu número. A adulação e os salamaleques dos cortesãos entravam como música nas suas orelhas. Continuava bom e gentil, era um enérgico e determinado campeão da causa de todos os oprimidos e mantinha uma guerra sem tréguas contra as leis injustas; contudo, em certas ocasiões, ao sentir-se ofendido, podia-se virar contra um conde, ou mesmo um duque, e olhá-lo de tal maneira que o fazia tremer. Uma vez, quando sua real «irmã», a aborrecida e beata Lady Mary, decidiu discutir com ele a sabedoria da sua política de perdoar a tanta gente, que de outro modo estaria na prisão, ou seria enforcada, ou queimada, e lhe lembrou que as prisões do seu augusto e falecido pai tinham às vezes uma população de sessenta mil condenados, e que durante o seu magnífico reinado tinha mandado setenta e dois mil ladrões e gatunos para a forca, o menino encheu-se de generosa indignação, mandou-a meter‑se no seu quarto e pedir a Deus que lhe retirasse a pedra que tinha no peito e colocasse um coração.


Li anteriormente:
Histórias Alegres (1958)
As Aventuras de Tom Sawyer (1876)
As Aventuras de Huckleberry Finn (1884)

13 de xullo de 2025

La Historia de los Vencidos


Joaquín Bochaca
La Historia de los Vencidos (1978)

A História dos Vencidos, com o subtítulo O Suicídio de Ocidente, é uma análise pormenorizada da história europeia desde a Grande Guerra até à década de 70, quando o livro foi escrito, sob uma perspectiva heterodoxa e pouco habitual. Muito do que aqui se escreve — a influência de uma "força secreta e inidentificável", que o presidente Woodrow Wilson referiu, aquando da assinatura do Tratado de Versalhes (embora ele soubesse muito bem qual a natureza desse factor) — já foi abordado, por exemplo, nos livros Derrota Mundial ou Infiltração Mundial de Salvador Borrego. Mas, ainda assim, Joaquín Bochaca acrescenta uma enorme quantidade de factos e referências que nunca param de surpreender. São essas forças, às quais Spengler chamava o "mundo abissal", que aqui ficam, uma vez mais, expostas e denunciadas.

El burgués adinerado Haim Kissel Mordekai Marx, no era un anticapitalista en el recto sentido de esa expresión. De haber sido un verdadero anticapitalista hubiera fustigado, en sus obras demagógicas, a los auténticos capitalistas, es decir, aquellos que viven del capital, del llamado dinero escriptural, del «Book-Money», creado por los banqueros por una simple anotación en sus libros… del dinero-crédito, llamado por el propio Trotsky, yerno de un poderoso banquero, «moneda falsa de curso legal». Mas, ¡oh, paradoja!, cuando habla del dinero-crédito, de la finanza usurera, Marx se expresa de manera tan cauta como temerosa. Hablando de la finanza, internacional y apátrida, Marx es un auténtico reaccionario retrógrado, para utilizar una expresión cara a los camaradas del Partido Comunista.
De haber sido un anticapitalista auténtico, Marx hubiera mencionado, en sus obras comunistas, a los numerosos capitalistas judíos que, ya en su época, infestaban Europa. Ejemplos no le faltaban: los Pereyre, los Camondo, los Peixotto, los Mayer, los Reinech, los Mendelssohn, los Schneider, y, sobre todo, aquella «estrella de cinco puntas» constituida por el Imperio Rothschild en Frankfurt, Londres, París, Viena y Nápoles. Una acumulación de riqueza, conseguida sin trabajo ni beneficio alguno para la comunidad —antes bien, en detrimento suyo—, como jamás los siglos vieron. He aquí un bello ejemplo de capitalismo a destruir. Pero Marx guarda discreto silencio. Para él, los únicos «capitalistas» son los dirigentes de empresa, los industriales, los terratenientes, y hasta los obreros expertos y peritos que rehusan ser rebajados al nivel de los jornaleros sin oficio ni beneficio.
Para Marx, evidentemente, el capitalismo de Estado soviético, bautizado «comunismo» para las masas ignorantes, no es más que un medio, una herramienta para llegar al verdadero fin: el imperialismo mundial de Sión.
[...]
Se organizó el pillaje sistemático de librerías y bibliotecas, públicas y privadas, así como de hemerotecas y museos. Millones de libros, revistas, periódicos publicados en Alemania entre 1933 y 1945 fueron quemados en inmensas piras por los defensores de la Libertad de Pensamiento. En el nombre de esa libertad fueron condenados a presidio los magiares Alfonsz Luzsenszkya y Dolány-Kovacs, «culpables» de haber traducido el Talmud y de haber publicado unas estadísticas demostrando que más del 60 por ciento de la riqueza de Hungría estaba controlada por israelitas.
En el nombre de la Libertad abstracta fueron suprimidas todas las libertades concretas. En el nombre de la Democracia igualmente abstracta, fueron impuestas a Europa, y no solamente a Alemania, las listas negras, la censura, la irradiación, la deportación, la pérdida de los derechos civiles… En el nombre de la Igualdad se establecieron una infinidad de privilegios y derechos especiales. Aunque en la II Guerra Mundial perecieron más de 50.000.000 de personas, sólo los judíos, independientemente de su nacionalidad oficial, percibieron —y continúan percibiendo—, indemnizaciones personales. Sólo ellos fueron compensados, al ciento por uno, de todos los perjuicios sufridos —real o imaginariamente— en una guerra provocada, en gran parte, por el Sionismo.
Entre 12 y 15 millones de personas del Este de Europa fueron expulsadas de sus hogares, sin indemnizaciones de ninguna clase, y sin que los demócratas de Occidente —¡ellos tan humanitarios!— tomaran medida alguna para aliviar su suerte.
Se obligó a Alemania a reconocer una deuda de «reparaciones» de 3.600.000.000 de marcos, pagaderos al Estado de Israel… que ni siquiera existía cuando las pretendidas exterminaciones masivas de judíos tuvieron lugar. Esto equivalía, por otra parte, a darle la razón, retrospectivamente, a Hitler, cuando afirmaba que —independientemente del lugar de su nacimiento, un judío es, antes que nada, judío—. Si se afirma, por ejemplo, que los nazis exterminaron a 90.000 judíos holandeses (lo que constituye una siniestra broma) y luego se obliga a Alemania a pagar una indemnización por ello, no a Holanda, sino a Israel, es evidente que se reconoce que cuando Hitler decía que el judío es, antes que nada, judío, tenía razón. Aunque no hay motivo para atribuir tal descubrimiento al Führer: antes que él dijeron lo mismo San Luis, Voltaire, Mahoma, los Faraones de Egipto. Napoleón, Franklin, Lutero, Erasmo de Rotterdam, Cicerón y todos los gerifaltes del Sionismo, desde Herzl hasta Goldman.


Li anteriormente:
El Mito de los 6 Millones (1978)
El Enigma Capitalista (1977)
Los Crímenes de los «Buenos» (1982) 

3 de xullo de 2025

The Humans


Matt Haig
The Humans (2013)

Matt Haig é um escritor e jornalista inglês, com uma trintena de títulos publicados até agora, alguns dos quais se inscrevem na designada ficção especulativa. The Humans é uma novela que pretende ser o relato de um extraterrestre, que tomou o lugar (e o corpo) de Andrew Martin, um professor universitário de Cambridge que acabava de resolver um teorema decisivo no campo das matemáticas, e abria desse modo a possibilidade de um imenso salto tecnológico. Ora, os ditos extraterrestres, não podem permitir isso, porque a sua avaliação da humanidade é muito negativa e acham que a posse desse conhecimento trará consequências devastadoras para o cosmos. Enviam então um dos seus para liquidar o professor e todas as pessoas a quem ele possa ter confiado a sua descoberta – familiares, amigos, colegas profissionais.
O relato é dirigido aos aliens seus semelhantes e, de uma perspectiva exterior – por vezes com o ridículo de quem ignora o básico e mal-interpreta o mundo em que caiu –, reitera a ilogicidade e o absurdo da nossa existência. Mas, apesar do niilismo dos primeiros capítulos da novela, o extraterreste vai reconhecendo a complexidade dos sentimentos humanos, cria empatia com as pessoas e, por fim, rebela-se contra a missão que lhe fora confiada. E, aos poucos, torna-se ele mesmo um ser humano, condescendendo nas fragilidades e limitações, mas valorizando também as capacidades, as realizações e os potenciais. E o niilismo transforma-se, lentamente, em sentimentalismo.

What was reality?
An objective truth? A collective illusion? A majority opinion? The product of historical understanding? A dream? A dream. Well, yes, maybe. But if this had been a dream then it was one from which I hadn’t yet woken. But once humans really study things in depth – whether in the artificially divided fields of quantum physics or biology or neuroscience or mathematics or love – they come closer and closer to nonsense, irrationality and anarchy. Everything they know is disproved, over and over again. The Earth is not flat; leeches have no medicinal value; there is no God; progress is a myth; the present is all they have.
And this doesn’t just happen on the big scale. It happens to each individual human too.
In every life there is a moment. A crisis. One that says: what I believe is wrong. It happens to everyone, the only difference is how that knowledge changes them. In most cases, it is simply a case of burying that knowledge and pretending it isn’t there. That is how humans grow old. That is ultimately what creases their faces and curves their backs and shrinks their mouths and ambitions. The weight of that denial. The stress of it. This is not unique to humans. The single biggest act of bravery or madness anyone can do is the act of change.
 

25 de xuño de 2025

Arte y Subversión


Alberto Boixadós
Arte y Subversión (1977)

Alberto Boixadós, escritor argentino, desenvolve neste livro a correlação que existe entre arte e "conversão" espiritual. Assim, com o avançar do séc. XX, a pintura, a música e a literatura — a cada uma delas dedica, por esta ordem, um capítulo sucessivamente maior — colocaram-se ao serviço de uma ideia de revolução, de inspiração ateia e marxista, satânica, contra um passado que pretendem destruir, visando a criação de um "homem novo". Refere o abstraccionismo na pintura (e transcreve uma curiosa autoavaliação de Picasso, publicada em 1963 numa revista francesa), os compositores atonais, dodecafónicos, etc., a cultura pop e rock, e de que forma todos participam de algum modo na erosão das sociedades. Por fim, uma análise mais pormenorizada a escritores como Gabriel García Marquez, Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa ou Carlos Fuentes, bem como ao Teatro do Absurdo, ou a outros autores fora do espaço ibero-americano, como Kafka. Termina com exemplos de como a Igreja pós-conciliar se submete alegremente a esta conquista cultural. Após ler Arte y Subversión, é impossível voltar a ter uma leitura despreocupada.

En estos casos la influencia de lo literario en el orden político-social es muy directa. Igualmente ocurre con "Facundo", libro que escribió Domingo Faustino Sarmiento, presidente argentino en la segunda mitad del siglo XIX. "Facundo" es un relato literario muy logrado, pero dirigido a otros fines, como confiesa el mismo Sarmiento en carta dirigida al general Paz, y cuya parte pertinente dice así: "Remito a S. S. un ejemplar del «Facundo» que he escrito con el objeto de favorecer la revolución y preparar los espíritus. Obra improvisada, llena por necesidad de inexactitudes, a designio a veces, no tiene otra importancia que la de ser uno de los tantos medios tocados para ayudar a destruir un gobierno absurdo y preparar el camino a otro nuevo".
Creemos que esta carta es ilustrativa a propósito de las hondas vinculaciones que unen lo literario y lo político. Aquí hubo objetivos políticos; sin embargo, el libro perdura y la perduración se realiza en el campo literario.
Presenta la literatura europea un notable caso inverso. Una novela excelsa —testimonio político profético— que no fue hecha con fines de politización, sin embargo, ha cumplido y cumple una gran misión en los dos campos... Nos referimos a "Los Poseídos" o "Demonios", de Dostoievski.
¿Cómo ha podido Dostoievski describir la fuerza interna que mueve a la subversión para instaurar un orden social nuevo, sin Dios?
Dostoievski sabía que en su tiempo ya había comenzado la revolución, iniciada en el subsuelo de los espíritus y hace su análisis. Tolstoi no sabía que se había iniciado esa revolución, porque el mismo estaba arrastrado por el proceso revolucionario que seguía a ciegas.
Dostoievski permanece en la esfera del alma y desde allí —dijo Berdiaeff— contempla lo que pasa y pasará.
A través de su arte novelístico, simbólico como todo gran arte, interioriza las acciones de los hombres, entramadas en los hilos de la historia, y nos muestra así el destino de su pueblo y más aún, del alma humana.
Las acciones de sus personajes pocas veces son totalmente normales; nos describe una naturaleza humana en éxtasis, enajenada. Aprehende la noche y no el pleno día del hombre, porque su actuación no solamente está teñida del subconsciente, sino que sus personajes muestran la visión histórico-profética del autor. Visión que marca hitos decisivos en la lucha entre el Bien y el Mal, cargando sus acentos en los aspectos negativos: el crimen, la lujuria, la seducción por el espíritu diabólico, etc.
El hombre no es corrompido por todos los factores hoy altamente pregonados: la sociedad, las presiones económicas o políticas, sino que los agentes destructivos y corruptores obran desde adentro del hombre mismo; el terrible orgullo heredado con el pecado original, el "non serviam" satánico que se proyecta en nuestro tiempo y se proyectará hasta el final de los tiempos.
Dostoievski lo hace ver clara y clarividentemente en "Crimen y Castigo", en un orden personal. Con los "Poseídos" o "Demonios", en un orden social y político.
En consecuencia, en sus novelas más representativas puede observarse el entrecruzamiento de las corrientes espirituales que, en definitiva, configuran la historia: la de la obediencia a Dios, a sus mandamientos; y la que se rebela contra Dios, pretendiendo suplantarlo con el hombre endiosado y, en última instancia —consciente o inconscientemente—, con el Anticristo.
[...]
La destrucción de los lenguajes artísticos fue realizada por el cubismo, el dadaísmo, el surrealismo, la música atonal, Joyce, Genet, Brecht, Ionesco.
Los seguidores sólo concluyen esta destrucción, ya que se imaginan ser los forjadores de una nueva cosmogonía.
Estas élites artísticas encuentran en la excentricidad y en la ininteligibilidad de sus obras de vanguardia "la posibilidad de una gnosis iniciática".
Es un "mundo nuevo", casi privado, que padece la tiranía de un puñado de iniciados. Ya no funciona el mito del poeta maldito, con el que fueran sellados, Baudelaire, Rimbaud ... otrora muy en vigencia. Hoy es la provocación y la desmedida lo que da nacimiento a un nuevo mito. El artista exige y se le exige que haga algo nuevo.
Como bien dice Mircea Eliade, esto "constituye en el arte el triunfo absoluto de la revolución permanente [...] toda innovación se la declara de antemano genial por decreto y se iguala a las innovaciones de un Van Gogh o de un Picasso, ya se trate de un anuncio hecho tiras o de una lata de sardinas firmada por el artista". Y no se piense que a esta corriente se opondrán críticos y coleccionistas; por el contrario, los artistas y el público forman con aquellos, un coro unísono. Nadie quiere confesar que es retrógrado o que no ha comprendido lo relevante de una nueva experiencia artística.
Una nueva mitología ha hecho presa de las élites modernas.
 

23 de xuño de 2025

O Delfim


José Cardoso Pires
O Delfim (1968)

O Delfim transporta-nos à Gafeira, uma localidade imaginária cujo nome faz lembrar a Gafanha, destino de caçadores, onde o escritor-narrador regressa, passado um ano da sua última estadia. Do local destaca a grande praça onde em tempos se fazia uma feira e, nos arredores, a casa senhorial dos Palma Bravo e uma lagoa, território de caça, não muito distante da linha costeira. E inteira-se de uma tragédia, entretanto acontecida, que resultou na morte de Domingos e Maria das Mercês, o criado e a mulher de Tomás Manuel, o último dos Palma Bravo, que se encontra desaparecido. E, a partir da pensão onde está instalado, o escritor-narrador, que frequentou a casa dos Palma Bravo na estadia anterior, vai construindo uma história que é dada pelas várias personagens que faz desfilar. Mas, talvez mais importante do que a história, é a maneira como a escreve, como as personagens encadeiam pensamentos e frases, pelo que O Delfim resulta, acima de tudo, num exercício de estilo.

Pela porta que dá para o pátio entram insectos nocturnos. De tempos a tempos, um pio de mocho — mau sinal para os amantes em fuga. Enfim, não nos precipitemos e bebamos pela justiça. O tio Gaspar (preveniu-me Tomás Manuel) não era indivíduo para deixar que lhe mijassem nas botas. Mais:
«Ninguém lhe podia ver sequer os olhos. Quando os abria eram fogo.»
Tornamos a encher os copos, e então verifico que o fidalgo já partiu, herdade fora, conduzindo pela arreata o cavalo de estimação. Tinha-lhe mandado pôr a sela branca, de camurça, estribos lavrados e arreios de fivela de prata. Pardala, a galga de mais finos ventos, leva a coleira de cerimónia. Em procissão, amo, animais e servo vão caminhando, caminhando, até que fazem alto à beira de um fosso que servia de estrema à herdade. Silêncio sepulcral. Eu e Tomás Manuel ficamos de copos suspensos.
«O tio Gaspar», torna a segredar o meu companheiro, «nunca dava contas a ninguém das decisões que tomava.»
Compreendo, compreendo. Na verdade, o velho continua sem uma palavra, está fixo numa direcção qualquer para lá da fronteira dos seus domínios. Rezará?, pergunto. Medita? «Chut.» Tomás Manuel chama-me a atenção para a mão direita do falecido tio Gaspar. Daquele vulto rígido, obstinado, desponta lentamente um revólver engatilhado. Durante algum tempo a mão suspende-se, depois, sempre com a mesma lentidão, aproxima-se da Pardala que o criado segura pela trela e abate-a com um tiro no ouvido.
Viro a cara para o lado: «Irra...»
«Momento», avisa Tomás Manuel. «Ainda não é tudo.»
Não é, há mais. O tio Gaspar dirige-se agora ao cavalo, hesita. Os dedos tremem-lhe, ficaram de repente mais velhos e ressequidos. Ouve-se um disparo, outro e outro. Tem de consumir um carregador inteiro para pôr fim ao animal. O belo e leal Cadete jaz no meio dum balseiro, de patas para o ar e olhos espantados. Acabou-se. Eu e o meu companheiro bebemos uma golada de alívio.
Moral da história, conclui Tomás Manuel: o tio Gaspar, com aquele sacrifício, pretendia ver-se livre para sempre de todas as companhias em que tinha acreditado. Perdera a confiança na fidelidade, dali para o futuro queria-se só.

14 de xuño de 2025

Slan Hunter


A.E. van Vogt & Kevin J. Anderson
Slan Hunter (2007)

Entre a primeira publicação de Slan e o aparecimento de Slan Hunter decorreram 67 anos. Slan foi a primeira novela de A.E. van Vogt, e Slan Hunter, a sequela, foi o seu último grande projecto, cuja conclusão foi impedida pela doença e a morte do escritor. A partir da esquematização da obra e de cerca de uma centena de páginas já escritas por van Vogt, Lydia van Vogt, viúva do escritor, contactou Kevin J. Anderson, um autor norte-americano com um extenso curriculum na FC e admirador de van Vogt, para terminar o livro.
Slan Hunter começa precisamente no ponto em que Slan termina, como se já existisse a intenção de fazer uma continuação. As personagens principais reaparecem, acrescenta-se uma nova – Anthea Stewart, que dá à luz um bebé slan quando nem ela nem o pai têm os típicos apêndices telepáticos – e, a partir de uma ponta solta do livro anterior, a planeada conquista da Terra pelos slans não-telepatas, desenvolve-se um carrossel de aventuras, com três perspectivas simultâneas na narrativa, que se unem no desfecho, com muitas das interrogações levantadas em Slan a ser objecto de clarificação. Jommy Cross reencontra o seu arqui-inimigo John Petty, o chefe da polícia secreta do deposto governo terrestre, o "caçador de slans" a que o título se refere, que tenta ganhar poder e influência nas convulsões do ataque slan, entre alianças e traições aos vários lados da contenda, seus aliados ocasionais.
Todas as características do primeiro Slan se mantêm nesta sequela, a tonalidade "space-opera" é ainda mais berrante, e resulta algo estranho ler um livro, relativamente recente, escrito como se fosse nos anos 40. Talvez fosse essa a intenção de van Vogt quando começou a redigir este livro em 1984, pois dificilmente se pode imaginar outro modo de voltar à mesma história, mas é uma guinada de 180 graus relativamente à sua escrita dos anos 70 e 80.

“What’s a True Archive?”
The librarian beamed, delighted to find a willing listener. “During the Slan Wars and centuries of guerilla warfare and wanton destruction, much history has been lost. Most people don’t even know what the truth is anymore.”
Anthea looked hard at him. “Do you know the truth? About the slans?”
Mr. Reynolds fumbled a little and turned his back, marching farther down the hall into a larger, open lobby. “This library is one of the repositories of genuine information about the Slan Wars and Dr. Samuel Lann. Many of the reports are contradictory, of course. A few are written by eyewitnesses, while some are rather clumsy government propaganda. But that’s the way it usually is. With so much information, you have to separate opinion from fact, exaggeration from documentation.”
He stopped in front of a great metal door and set his candles down on a small table. The thick hatch was steel-gray, polished to a dull luster, reinforced with riveted panels and a locking mechanism of gears and dials. The combination wheels themselves were secured with a steel padlock. The thick door seemed as impregnable as a bank vault.
“Inside this vault are original papers, some of the notebooks of Dr. Lann and actual correspondence from previous presidents who fought in the Slan Wars.”
Since the birth of her unexpected slan baby, she felt a desperate need to know. All of the background material in that vault would reveal the answers. “I’d like to see them. I’m sure it’s fascinating.”
The librarian seemed befuddled. “Oh, I’m afraid that’s not possible, ma’am. Those records are classified.”
“But if this is a True Archive, why can’t people see the truth?”
“Most people are not ready for it,” Reynolds said sadly. “Possessing information and distributing it are two different things. Even President Gray wanted to control how much the public knew.” He shook his head, his jowls sagging like a hound dog’s. “From what I heard on the wireless this morning, it seems the President has been secretly in league with the slans all along. What has he brought us to?”
The distant thunderous rumble of more explosions rattled the ceiling.


Li anteriormente:
Slan (1946)
Pêndulo (1978)
Null-A Três (1985)

6 de xuño de 2025

Slan


A.E. van Vogt
Slan (1946)

A última vez que li van Vogt foi em 1992. Era o meu oitavo livro desse autor canadiano, cujas datas originais de publicação se situavam entre 1970 e 1985. Slan é muito mais antigo, foi serializado na Astounding Science Fiction em 1940 e publicado em livro pela primeira vez em 1946, pela Arkham House. É por isso, como seria de esperar, um livro completamente diferente.
A história passa-se alguns séculos no futuro, em que uma raça humana mutante, os slans, que se caracterizam por uma força física e inteligência acima do normal, a que acresce um poder telepático, estão numa luta de extermínio contra os humanos ditos normais. Acompanhamos o crescimento de Jommy Cross e Kathleen Layton, dois slans que, separadamente, tentam sobreviver contra todas as adversidades, até chegarem à idade adulta e encontrarem-se, casualmente. Entretanto, ficamos a saber que existe uma segunda raça slan, em tudo igual à primeira, à excepção da capacidade telepática, que detém um imenso poder na Terra e fora dela (são os únicos que viajam no espaço), e que estão também numa guerra de extermínio contra as outras duas raças.
Slan tem uma linha narrativa algo rebuscada e, simultaneamente, também um tanto ingénua, com alguns laivos de «space opera» e um happy-end inesperado. Um produto autêntico da Golden Age da FC.

"You little fool! How did you get yourself into this mess?"
She looked at him then, miserably, seeing for the first time that he was leaning back in his chair, eyes half closed, lips drawn tight. He said finally:
"All this would be very well if such matings needed testing. They don't. Case histories of more than a hundred slan-human attempts to reproduce children are available in the file library under the heading 'Abnormal Marriages.'
"The reasons for the sterility are difficult to define because men and slans do not appear to differ from each other to any marked degree. The amazingly tough musculature of the slan is due, not to a new type of muscle, but to a speeding up of the electro-explosions that actuate the muscles. There is also an increase in the number of nerves to every part of the body, making it tremendously more sensitive.
"The two hearts are not really two hearts, but a combination, each section of which can operate independent of the other. Nor are the two together very much larger than the one original. They're simply finer pumps.
"Again, the tendrils that send and receive thoughts are growths from formerly little-known formations at the top of the brain, which, obviously, must have been the source of all the vague mental telepathy known to earlier human beings and still practiced by people everywhere.
"So you see that what Samuel Lann did with his mutation machine to his wife, who bore him the first three slan babies—one boy and two girls—over six hundred years ago, has not added anything new to the human body, but changed or mutated what already existed."


Li anteriormente:
Pêndulo (1978)
Null-A Três (1985)
Quando os Computadores Conquistaram o Mundo (1983) 

28 de maio de 2025

Fake Science


Austin Ruse
Fake Science (2017)

Fake Science, com o subtítulo Exposing the Left's skewed statistics, fuzzy facts, and dodgy data, é um livro que demonstra como a ciência se tem colocado ao serviço de causas, através de processos como a manipulação estatística ou a ocultação de dados, quando não a apresentação de números absolutamente errados. Em consequência, qualquer tentativa de verificar ou contradizer estes novos dogmas é imediatamente descredibilizada e anatemizada em termos políticos ou invocando pretensos valores humanistas. Esta "ciência" falsa, que apresenta consensos em vez de procurar a verdade, constrói uma narrativa ao serviço da ideologia e, desta forma, corrói as bases da verdadeira ciência, por um descrédito generalizado.
Focando-se na realidade norte-americana, cada um dos capítulos desmonta os argumentos "científicos" que estão na base do enviesamento progressista sobre temas como a manipulação das sondagens, o transgénero, a homossexualidade, o aborto, a revolução sexual, a parentalidade gay, o divórcio, a agro-indústria, a indústria caritativa, o "fracking", o aquecimento global (entretanto reformulado como "alterações climáticas"), a sobrepopulação, o cientificismo, e desmascara a falta de rigor e os erros científicos de numerosos "estudos" que estão na base da argumentação teórica, alguns dos quais realizados há várias décadas e completamente ultrapassados.

Transgenderism is just one area where science has been brought into the service of ideology. It always works the same way: Dozens of dubious “scientific” studies are fed into the public, academic, media, and political debates. The studies’ methodology is highly questionable, and then even wilder claims are extrapolated from them. The authors of any studies that challenge the propaganda are attacked by the Left. Their jobs are threatened and sometimes—as in the case of Kenneth Zucker in Canada—lost. The same script, as we shall see throughout this book, plays out in all the issues related to human sexuality, marriage, and family—but also in other issues: the environment, energy, and practically every controversial area of political discourse.
On all these issues of real importance to the health, safety, and happiness of the human race, we have a choice: swallow the unscientific ideology masked in the garb of fake “science,” or put up a fight.
[...]
In any case, Regnerus reported startling results about same-sex parenting. While there is not a great deal of difference between children raised by lesbians and gays and those raised in single-parent, divorced, and stepparented families, he found significant differences when he compared them to children raised in homes with their own biological mothers and fathers.
Children raised by lesbians were almost four times more likely to be on public assistance and 3.5 times more likely to be unemployed. Children raised by lesbians had a higher propensity for criminal behavior, and the average criminality of children raised by gay men was even higher.
Children raised by gays were three times more likely to have been touched sexually by a parent or other adults—and those raised by lesbians were eleven times more likely to have experienced this kind of sexual abuse. Children raised by gay men reported being forced into sex against their will at three times the rate of children raised by their biological parents, and children raised by lesbians were four times as likely to have been forced into sex.
Children raised by gays were three times more likely to have a sexually transmitted disease; children raised by lesbians were 2.5 times more likely. Children raised by lesbians reported the lowest level of safety in the home, followed by children raised by gays.
The news was so bad for gay parenting that the only thing to do was to attack the messenger, and that is just what the gay-positive academic world proceeded to do. They pushed for the University of Texas to fire Regnerus, but the university declined to do so. They demanded the revocation of the paper, also to no avail. They pulled out all the stops to sully Regnerus’s reputation, which sadly they achieved. On the Left, in the pro-gay media, and to many in the academy, he is now “the discredited Mark Regnerus.”
And yet his work is the best actual science we have on the question of gay parenting. What’s more, Regnerus’s results have been replicated by Paul Sullins.
[...]
What about the dozens of other alarmist claims made by Al Gore and “climate scientists”? How are those polar bears doing? Well, fine, just fine. In fact, pretty much all the claims made by Al Gore in An Inconvenient Truth were false when he made them, and they have certainly not been borne out since, though the same claims keep getting made.
As I write this, the Huffington Post reports that Greenland’s ice shelf is even in worse shape than we thought. As Christopher Monckton explains, “Greenland... is one of the alarmists’ favorite poster-children for climate panic. Headlines talking of unprecedented warming and sudden collapse of the vast Greenland ice sheet are commonplace. Yet the burial-ground in the principal medieval Viking settlement, at Hvalsey in south-western Greenland, is under permafrost to this day. It was certainly not under permafrost when the Vikings buried their dead there during the Middle Ages.”
One of the enduring images from Al Gore’s movie is the image of polar bears clinging desperately to what appear to be the last ice floes they can find. Once they’re gone, those poor bears are dead. The image is deeply dishonest. One of the most dishonest images in a deeply dishonest movie. But highly effective. Google “polar bear decline,” and you get hundreds of thousands of hits. It’s widely believed that the polar bears are in decline, and they are all going to die. In fact, the global polar bear population stood at twenty to twentyfive thousand in 2013—unchanged from 2001. This according to the Polar Bear Specialist Group. In fact, go practically anywhere in the world where polar bears live and they are doing just fine.