25 de xuño de 2025
Arte y Subversión
Alberto Boixadós
Arte y Subversión (1977)
Alberto Boixadós, escritor argentino, desenvolve neste livro a correlação que existe entre arte e "conversão" espiritual. Assim, com o avançar do séc. XX, a pintura, a música e a literatura — a cada uma delas dedica, por esta ordem, um capítulo sucessivamente maior — colocaram-se ao serviço de uma ideia de revolução, de inspiração ateia e marxista, satânica, contra um passado que pretendem destruir, visando a criação de um "homem novo". Refere o abstraccionismo na pintura (e transcreve uma curiosa autoavaliação de Picasso, publicada em 1963 numa revista francesa), os compositores atonais, dodecafónicos, etc., a cultura pop e rock, e de que forma todos participam de algum modo na erosão das sociedades. Por fim, uma análise mais pormenorizada a escritores como Gabriel García Marquez, Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa ou Carlos Fuentes, bem como ao Teatro do Absurdo, ou a outros autores fora do espaço ibero-americano, como Kafka. Termina com exemplos de como a Igreja pós-conciliar se submete alegremente a esta conquista cultural. Após ler Arte y Subversión, é impossível voltar a ter uma leitura despreocupada.
En estos casos la influencia de lo literario en el orden político-social es muy directa. Igualmente ocurre con "Facundo", libro que escribió Domingo Faustino Sarmiento, presidente argentino en la segunda mitad del siglo XIX. "Facundo" es un relato literario muy logrado, pero dirigido a otros fines, como confiesa el mismo Sarmiento en carta dirigida al general Paz, y cuya parte pertinente dice así: "Remito a S. S. un ejemplar del «Facundo» que he escrito con el objeto de favorecer la revolución y preparar los espíritus. Obra improvisada, llena por necesidad de inexactitudes, a designio a veces, no tiene otra importancia que la de ser uno de los tantos medios tocados para ayudar a destruir un gobierno absurdo y preparar el camino a otro nuevo".
Creemos que esta carta es ilustrativa a propósito de las hondas vinculaciones que unen lo literario y lo político. Aquí hubo objetivos políticos; sin embargo, el libro perdura y la perduración se realiza en el campo literario.
Presenta la literatura europea un notable caso inverso. Una novela excelsa —testimonio político profético— que no fue hecha con fines de politización, sin embargo, ha cumplido y cumple una gran misión en los dos campos... Nos referimos a "Los Poseídos" o "Demonios", de Dostoievski.
¿Cómo ha podido Dostoievski describir la fuerza interna que mueve a la subversión para instaurar un orden social nuevo, sin Dios?
Dostoievski sabía que en su tiempo ya había comenzado la revolución, iniciada en el subsuelo de los espíritus y hace su análisis. Tolstoi no sabía que se había iniciado esa revolución, porque el mismo estaba arrastrado por el proceso revolucionario que seguía a ciegas.
Dostoievski permanece en la esfera del alma y desde allí —dijo Berdiaeff— contempla lo que pasa y pasará.
A través de su arte novelístico, simbólico como todo gran arte, interioriza las acciones de los hombres, entramadas en los hilos de la historia, y nos muestra así el destino de su pueblo y más aún, del alma humana.
Las acciones de sus personajes pocas veces son totalmente normales; nos describe una naturaleza humana en éxtasis, enajenada. Aprehende la noche y no el pleno día del hombre, porque su actuación no solamente está teñida del subconsciente, sino que sus personajes muestran la visión histórico-profética del autor. Visión que marca hitos decisivos en la lucha entre el Bien y el Mal, cargando sus acentos en los aspectos negativos: el crimen, la lujuria, la seducción por el espíritu diabólico, etc.
El hombre no es corrompido por todos los factores hoy altamente pregonados: la sociedad, las presiones económicas o políticas, sino que los agentes destructivos y corruptores obran desde adentro del hombre mismo; el terrible orgullo heredado con el pecado original, el "non serviam" satánico que se proyecta en nuestro tiempo y se proyectará hasta el final de los tiempos.
Dostoievski lo hace ver clara y clarividentemente en "Crimen y Castigo", en un orden personal. Con los "Poseídos" o "Demonios", en un orden social y político.
En consecuencia, en sus novelas más representativas puede observarse el entrecruzamiento de las corrientes espirituales que, en definitiva, configuran la historia: la de la obediencia a Dios, a sus mandamientos; y la que se rebela contra Dios, pretendiendo suplantarlo con el hombre endiosado y, en última instancia —consciente o inconscientemente—, con el Anticristo.
[...]
La destrucción de los lenguajes artísticos fue realizada por el cubismo, el dadaísmo, el surrealismo, la música atonal, Joyce, Genet, Brecht, Ionesco.
Los seguidores sólo concluyen esta destrucción, ya que se imaginan ser los forjadores de una nueva cosmogonía.
Estas élites artísticas encuentran en la excentricidad y en la ininteligibilidad de sus obras de vanguardia "la posibilidad de una gnosis iniciática".
Es un "mundo nuevo", casi privado, que padece la tiranía de un puñado de iniciados. Ya no funciona el mito del poeta maldito, con el que fueran sellados, Baudelaire, Rimbaud ... otrora muy en vigencia. Hoy es la provocación y la desmedida lo que da nacimiento a un nuevo mito. El artista exige y se le exige que haga algo nuevo.
Como bien dice Mircea Eliade, esto "constituye en el arte el triunfo absoluto de la revolución permanente [...] toda innovación se la declara de antemano genial por decreto y se iguala a las innovaciones de un Van Gogh o de un Picasso, ya se trate de un anuncio hecho tiras o de una lata de sardinas firmada por el artista". Y no se piense que a esta corriente se opondrán críticos y coleccionistas; por el contrario, los artistas y el público forman con aquellos, un coro unísono. Nadie quiere confesar que es retrógrado o que no ha comprendido lo relevante de una nueva experiencia artística.
Una nueva mitología ha hecho presa de las élites modernas.
23 de xuño de 2025
O Delfim
José Cardoso Pires
O Delfim (1968)
O Delfim transporta-nos à Gafeira, uma localidade imaginária cujo nome faz lembrar a Gafanha, destino de caçadores, onde o escritor-narrador regressa, passado um ano da sua última estadia. Do local destaca a grande praça onde em tempos se fazia uma feira e, nos arredores, a casa senhorial dos Palma Bravo e uma lagoa, território de caça, não muito distante da linha costeira. E inteira-se de uma tragédia, entretanto acontecida, que resultou na morte de Domingos e Maria das Mercês, o criado e a mulher de Tomás Manuel, o último dos Palma Bravo, que se encontra desaparecido. E, a partir da pensão onde está instalado, o escritor-narrador, que frequentou a casa dos Palma Bravo na estadia anterior, vai construindo uma história que é dada pelas várias personagens que faz desfilar. Mas, talvez mais importante do que a história, é a maneira como a escreve, como as personagens encadeiam pensamentos e frases, pelo que O Delfim resulta, acima de tudo, num exercício de estilo.
Pela porta que dá para o pátio entram insectos nocturnos. De tempos a tempos, um pio de mocho — mau sinal para os amantes em fuga. Enfim, não nos precipitemos e bebamos pela justiça. O tio Gaspar (preveniu-me Tomás Manuel) não era indivíduo para deixar que lhe mijassem nas botas. Mais:
«Ninguém lhe podia ver sequer os olhos. Quando os abria eram fogo.»
Tornamos a encher os copos, e então verifico que o fidalgo já partiu, herdade fora, conduzindo pela arreata o cavalo de estimação. Tinha-lhe mandado pôr a sela branca, de camurça, estribos lavrados e arreios de fivela de prata. Pardala, a galga de mais finos ventos, leva a coleira de cerimónia. Em procissão, amo, animais e servo vão caminhando, caminhando, até que fazem alto à beira de um fosso que servia de estrema à herdade. Silêncio sepulcral. Eu e Tomás Manuel ficamos de copos suspensos.
«O tio Gaspar», torna a segredar o meu companheiro, «nunca dava contas a ninguém das decisões que tomava.»
Compreendo, compreendo. Na verdade, o velho continua sem uma palavra, está fixo numa direcção qualquer para lá da fronteira dos seus domínios. Rezará?, pergunto. Medita? «Chut.» Tomás Manuel chama-me a atenção para a mão direita do falecido tio Gaspar. Daquele vulto rígido, obstinado, desponta lentamente um revólver engatilhado. Durante algum tempo a mão suspende-se, depois, sempre com a mesma lentidão, aproxima-se da Pardala que o criado segura pela trela e abate-a com um tiro no ouvido.
Viro a cara para o lado: «Irra...»
«Momento», avisa Tomás Manuel. «Ainda não é tudo.»
Não é, há mais. O tio Gaspar dirige-se agora ao cavalo, hesita. Os dedos tremem-lhe, ficaram de repente mais velhos e ressequidos. Ouve-se um disparo, outro e outro. Tem de consumir um carregador inteiro para pôr fim ao animal. O belo e leal Cadete jaz no meio dum balseiro, de patas para o ar e olhos espantados. Acabou-se. Eu e o meu companheiro bebemos uma golada de alívio.
Moral da história, conclui Tomás Manuel: o tio Gaspar, com aquele sacrifício, pretendia ver-se livre para sempre de todas as companhias em que tinha acreditado. Perdera a confiança na fidelidade, dali para o futuro queria-se só.
14 de xuño de 2025
Slan Hunter
A.E. van Vogt & Kevin J. Anderson
Slan Hunter (2007)
Entre a primeira publicação de Slan e o aparecimento de Slan Hunter decorreram 67 anos. Slan foi a primeira novela de A.E. van Vogt, e Slan Hunter, a sequela, foi o seu último grande projecto, cuja conclusão foi impedida pela doença e a morte do escritor. A partir da esquematização da obra e de cerca de uma centena de páginas já escritas por van Vogt, Lydia van Vogt, viúva do escritor, contactou Kevin J. Anderson, um autor norte-americano com um extenso curriculum na FC e admirador de van Vogt, para terminar o livro.
Slan Hunter começa precisamente no ponto em que Slan termina, como se já existisse a intenção de fazer uma continuação. As personagens principais reaparecem, acrescenta-se uma nova – Anthea Stewart, que dá à luz um bebé slan quando nem ela nem o pai têm os típicos apêndices telepáticos – e, a partir de uma ponta solta do livro anterior, a planeada conquista da Terra pelos slans não-telepatas, desenvolve-se um carrossel de aventuras, com três perspectivas simultâneas na narrativa, que se unem no desfecho, com muitas das interrogações levantadas em Slan a ser objecto de clarificação. Jommy Cross reencontra o seu arqui-inimigo John Petty, o chefe da polícia secreta do deposto governo terrestre, o "caçador de slans" a que o título se refere, que tenta ganhar poder e influência nas convulsões do ataque slan, entre alianças e traições aos vários lados da contenda, seus aliados ocasionais.
Todas as características do primeiro Slan se mantêm nesta sequela, a tonalidade "space-opera" é ainda mais berrante, e resulta algo estranho ler um livro, relativamente recente, escrito como se fosse nos anos 40. Talvez fosse essa a intenção de van Vogt quando começou a redigir este livro em 1984, pois dificilmente se pode imaginar outro modo de voltar à mesma história, mas é uma guinada de 180 graus relativamente à sua escrita dos anos 70 e 80.
“What’s a True Archive?”
The librarian beamed, delighted to find a willing listener. “During the Slan Wars and centuries of guerilla warfare and wanton destruction, much history has been lost. Most people don’t even know what the truth is anymore.”
Anthea looked hard at him. “Do you know the truth? About the slans?”
Mr. Reynolds fumbled a little and turned his back, marching farther down the hall into a larger, open lobby. “This library is one of the repositories of genuine information about the Slan Wars and Dr. Samuel Lann. Many of the reports are contradictory, of course. A few are written by eyewitnesses, while some are rather clumsy government propaganda. But that’s the way it usually is. With so much information, you have to separate opinion from fact, exaggeration from documentation.”
He stopped in front of a great metal door and set his candles down on a small table. The thick hatch was steel-gray, polished to a dull luster, reinforced with riveted panels and a locking mechanism of gears and dials. The combination wheels themselves were secured with a steel padlock. The thick door seemed as impregnable as a bank vault.
“Inside this vault are original papers, some of the notebooks of Dr. Lann and actual correspondence from previous presidents who fought in the Slan Wars.”
Since the birth of her unexpected slan baby, she felt a desperate need to know. All of the background material in that vault would reveal the answers. “I’d like to see them. I’m sure it’s fascinating.”
The librarian seemed befuddled. “Oh, I’m afraid that’s not possible, ma’am. Those records are classified.”
“But if this is a True Archive, why can’t people see the truth?”
“Most people are not ready for it,” Reynolds said sadly. “Possessing information and distributing it are two different things. Even President Gray wanted to control how much the public knew.” He shook his head, his jowls sagging like a hound dog’s. “From what I heard on the wireless this morning, it seems the President has been secretly in league with the slans all along. What has he brought us to?”
The distant thunderous rumble of more explosions rattled the ceiling.
Li anteriormente:
Slan (1946)
Pêndulo (1978)
Null-A Três (1985)
6 de xuño de 2025
Slan
A.E. van Vogt
Slan (1946)
A última vez que li van Vogt foi em 1992. Era o meu oitavo livro desse autor canadiano, cujas datas originais de publicação se situavam entre 1970 e 1985. Slan é muito mais antigo, foi serializado na Astounding Science Fiction em 1940 e publicado em livro pela primeira vez em 1946, pela Arkham House. É por isso, como seria de esperar, um livro completamente diferente.
A história passa-se alguns séculos no futuro, em que uma raça humana mutante, os slans, que se caracterizam por uma força física e inteligência acima do normal, a que acresce um poder telepático, estão numa luta de extermínio contra os humanos ditos normais. Acompanhamos o crescimento de Jommy Cross e Kathleen Layton, dois slans que, separadamente, tentam sobreviver contra todas as adversidades, até chegarem à idade adulta e encontrarem-se, casualmente. Entretanto, ficamos a saber que existe uma segunda raça slan, em tudo igual à primeira, à excepção da capacidade telepática, que detém um imenso poder na Terra e fora dela (são os únicos que viajam no espaço), e que estão também numa guerra de extermínio contra as outras duas raças.
Slan tem uma linha narrativa algo rebuscada e, simultaneamente, também um tanto ingénua, com alguns laivos de «space opera» e um happy-end inesperado. Um produto autêntico da Golden Age da FC.
"You little fool! How did you get yourself into this mess?"
She looked at him then, miserably, seeing for the first time that he was leaning back in his chair, eyes half closed, lips drawn tight. He said finally:
"All this would be very well if such matings needed testing. They don't. Case histories of more than a hundred slan-human attempts to reproduce children are available in the file library under the heading 'Abnormal Marriages.'
"The reasons for the sterility are difficult to define because men and slans do not appear to differ from each other to any marked degree. The amazingly tough musculature of the slan is due, not to a new type of muscle, but to a speeding up of the electro-explosions that actuate the muscles. There is also an increase in the number of nerves to every part of the body, making it tremendously more sensitive.
"The two hearts are not really two hearts, but a combination, each section of which can operate independent of the other. Nor are the two together very much larger than the one original. They're simply finer pumps.
"Again, the tendrils that send and receive thoughts are growths from formerly little-known formations at the top of the brain, which, obviously, must have been the source of all the vague mental telepathy known to earlier human beings and still practiced by people everywhere.
"So you see that what Samuel Lann did with his mutation machine to his wife, who bore him the first three slan babies—one boy and two girls—over six hundred years ago, has not added anything new to the human body, but changed or mutated what already existed."
Li anteriormente:
Pêndulo (1978)
Null-A Três (1985)
Quando os Computadores Conquistaram o Mundo (1983)
28 de maio de 2025
Fake Science
Austin Ruse
Fake Science (2017)
Fake Science, com o subtítulo Exposing the Left's skewed statistics, fuzzy facts, and dodgy data, é um livro que demonstra como a ciência se tem colocado ao serviço de causas, através de processos como a manipulação estatística ou a ocultação de dados, quando não a apresentação de números absolutamente errados. Em consequência, qualquer tentativa de verificar ou contradizer estes novos dogmas é imediatamente descredibilizada e anatemizada em termos políticos ou invocando pretensos valores humanistas. Esta "ciência" falsa, que apresenta consensos em vez de procurar a verdade, constrói uma narrativa ao serviço da ideologia e, desta forma, corrói as bases da verdadeira ciência, por um descrédito generalizado.
Focando-se na realidade norte-americana, cada um dos capítulos desmonta os argumentos "científicos" que estão na base do enviesamento progressista sobre temas como a manipulação das sondagens, o transgénero, a homossexualidade, o aborto, a revolução sexual, a parentalidade gay, o divórcio, a agro-indústria, a indústria caritativa, o "fracking", o aquecimento global (entretanto reformulado como "alterações climáticas"), a sobrepopulação, o cientificismo, e desmascara a falta de rigor e os erros científicos de numerosos "estudos" que estão na base da argumentação teórica, alguns dos quais realizados há várias décadas e completamente ultrapassados.
Transgenderism is just one area where science has been brought into the service of ideology. It always works the same way: Dozens of dubious “scientific” studies are fed into the public, academic, media, and political debates. The studies’ methodology is highly questionable, and then even wilder claims are extrapolated from them. The authors of any studies that challenge the propaganda are attacked by the Left. Their jobs are threatened and sometimes—as in the case of Kenneth Zucker in Canada—lost. The same script, as we shall see throughout this book, plays out in all the issues related to human sexuality, marriage, and family—but also in other issues: the environment, energy, and practically every controversial area of political discourse.
On all these issues of real importance to the health, safety, and happiness of the human race, we have a choice: swallow the unscientific ideology masked in the garb of fake “science,” or put up a fight.
[...]
In any case, Regnerus reported startling results about same-sex parenting. While there is not a great deal of difference between children raised by lesbians and gays and those raised in single-parent, divorced, and stepparented families, he found significant differences when he compared them to children raised in homes with their own biological mothers and fathers.
Children raised by lesbians were almost four times more likely to be on public assistance and 3.5 times more likely to be unemployed. Children raised by lesbians had a higher propensity for criminal behavior, and the average criminality of children raised by gay men was even higher.
Children raised by gays were three times more likely to have been touched sexually by a parent or other adults—and those raised by lesbians were eleven times more likely to have experienced this kind of sexual abuse. Children raised by gay men reported being forced into sex against their will at three times the rate of children raised by their biological parents, and children raised by lesbians were four times as likely to have been forced into sex.
Children raised by gays were three times more likely to have a sexually transmitted disease; children raised by lesbians were 2.5 times more likely. Children raised by lesbians reported the lowest level of safety in the home, followed by children raised by gays.
The news was so bad for gay parenting that the only thing to do was to attack the messenger, and that is just what the gay-positive academic world proceeded to do. They pushed for the University of Texas to fire Regnerus, but the university declined to do so. They demanded the revocation of the paper, also to no avail. They pulled out all the stops to sully Regnerus’s reputation, which sadly they achieved. On the Left, in the pro-gay media, and to many in the academy, he is now “the discredited Mark Regnerus.”
And yet his work is the best actual science we have on the question of gay parenting. What’s more, Regnerus’s results have been replicated by Paul Sullins.
[...]
What about the dozens of other alarmist claims made by Al Gore and “climate scientists”? How are those polar bears doing? Well, fine, just fine. In fact, pretty much all the claims made by Al Gore in An Inconvenient Truth were false when he made them, and they have certainly not been borne out since, though the same claims keep getting made.
As I write this, the Huffington Post reports that Greenland’s ice shelf is even in worse shape than we thought. As Christopher Monckton explains, “Greenland... is one of the alarmists’ favorite poster-children for climate panic. Headlines talking of unprecedented warming and sudden collapse of the vast Greenland ice sheet are commonplace. Yet the burial-ground in the principal medieval Viking settlement, at Hvalsey in south-western Greenland, is under permafrost to this day. It was certainly not under permafrost when the Vikings buried their dead there during the Middle Ages.”
One of the enduring images from Al Gore’s movie is the image of polar bears clinging desperately to what appear to be the last ice floes they can find. Once they’re gone, those poor bears are dead. The image is deeply dishonest. One of the most dishonest images in a deeply dishonest movie. But highly effective. Google “polar bear decline,” and you get hundreds of thousands of hits. It’s widely believed that the polar bears are in decline, and they are all going to die. In fact, the global polar bear population stood at twenty to twentyfive thousand in 2013—unchanged from 2001. This according to the Polar Bear Specialist Group. In fact, go practically anywhere in the world where polar bears live and they are doing just fine.
20 de maio de 2025
The Naked Sun
Isaac Asimov
The Naked Sun (1957)
O êxito de The Caves Of Steel, o livro de Asimov que melhor tinha vendido até à data, levou ao aparecimento de uma sequela, que começou a ser escrita nos finais de 1955 e foi serializada na Astounding cerca de um ano depois. Apesar de manter os protagonistas, Elijah Baley e R. Daneel Olivaw, The Naked Sun é como um reflexo inverso daquele livro: se esse era passado numa Terra sobrepovoada e com poucos robôs, a acção decorre agora em Solaria, um dos Mundos Exteriores, escassamente povoado mas enxameado de robôs. Devido à sua eficácia na resolução do caso descrito em The Caves Of Steel, os Spacers de Aurora solicitam a intervenção de Baley na investigação de um estranho assassínio ocorrido em Solaria. E é assim que Baley, com a sua fobia aos espaços abertos e naturais – como todos os Terrestres daquela época – desembarca num mundo onde os humanos tendem a viver isolados em imensas propriedades, rodeados por robôs, e com verdadeira aversão ao contacto directo com outras pessoas, o que torna ainda mais misteriosas as circunstâncias do crime, nesta história de tons policiais.
Leebig’s mouth widened slowly. Baley took it for a snarl at first and then, with considerable surprise, decided that it was the most unsuccessful attempt at a smile that he had ever seen.
Leebig said, “Don’t say that. Don’t ever say that.”
“Why not?”
“Because anything, however small, that encourages distrust of robots is harmful. Distrusting robots is a human disease!”
It was as though he were lecturing a small child. It was as though he were saying something gently that he wanted to yell. It was as though he were trying to persuade when what he really wanted was to enforce on penalty of death.
Leebig said, “Do you know the history of robotics?”
“A little.”
“On Earth, you should. Yes. Do you know robots started with a Frankenstein complex against them? They were suspect. Men distrusted and feared robots. Robotics was almost an undercover science as a result. The Three Laws were first built into robots in an effort to overcome distrust and even so, Earth would never allow a robotic society to develop. One of the reasons the first pioneers left Earth to colonize the rest of the Galaxy was so that they might establish societies in which robots would be allowed to free men of poverty and toil. Even then, there remained a latent suspicion not far below, ready to pop up at any excuse.”
“Have you yourself had to counter distrust of robots?” asked Baley.
“Many times,” said Leebig grimly.
“Is that why you and other roboticists are willing to distort the facts just a little in order to avoid suspicion as much as possible?”
“There is no distortion!”
“For instance, aren’t the Three Laws misquoted?”
“No!”
“I can demonstrate that they are, and unless you convince me otherwise, I will demonstrate it to the whole Galaxy, if I can.”
“You’re mad. Whatever argument you may think you have is fallacious, I assure you.”
“Shall we discuss it?”
“If it does not take too long.”
Li anteriormente:
The Caves of Steel (1954)
I, Robot (1950)
As Correntes do Espaço (1952)
13 de maio de 2025
The Caves of Steel
Isaac Asimov
The Caves of Steel (1954)
O tema do robô na FC é muito antigo, mas, antes de Isaac Asimov, poucas vezes havia sido tratado de uma forma benevolente; os robôs eram normalmente criações malévolas que ameaçavam destruir a humanidade. Uma das influências assumida por Asimov é Eando Binder, que publicou em 1939 um conto intitulado I, Robot. Por imposição do editor, na Gnome Press, a antologia de contos de Asimov, que deveria chamar-se Mind and Iron, recebeu o mesmo título.
No início desse mesmo ano, 1950, Asimov tinha publicado a primeira novela, Pebble in the Sky e, naturalmente, o escritor dedicou-se a outros temas. Foi por sugestão de Horace Gold, editor da Galaxy — uma nova revista na qual Asimov começara a publicar o seu trabalho —, que voltou ao tema do robô. O resultado foi The Caves of Steel (traduzido como As Cavernas de Aço em Portugal e Caça aos Robôs no Brasil), inicialmente serializado na Galaxy, nos finais de 1953, e publicado pela Doubleday, em 1954, como o 11.º livro do autor.
The Caves of Steel é passado numa Nova Iorque, milhares de anos no futuro, onde os robôs, amplamente utilizados nos Mundos Exteriores, são vistos com desconfiança pelos habitantes terrestres (como já sabíamos pela leitura de I, Robot, pois este livro insere-se no mesmo contexto "histórico"), que vivem em enormes cidades fechadas — as tais "cavernas de aço". Há um sentimento crescente de ânsia no regresso a uma vida mais natural, através de um movimento antitecnológico, designado "Medievalista", que os Spacers (os habitantes dos Mundos Exteriores) querem canalizar para um novo desejo de colonização espacial, por acreditarem que a estagnação vivida naquele tempo conduzirá a uma decadência generalizada. A partir do assassínio de um dos Spacers, desenvolve-se uma história de contornos policiais, um caso a ser desvendado por Baley, um agente de investigação terrestre, acompanhado de R. Daneel, um robô "spacer" tão sofisticado que passa facilmente por um humano...
“Look,” said Baley, “since we’re talking to one another so freely, let me ask a question in simple words. Why have you Spacers come to Earth anyway? Why don’t you leave us alone?”
Dr. Fastolfe said, with obvious surprise, “Are you satisfied with life on Earth?”
“We get along.”
“Yes, but for how long will that continue? Your population goes up continuously; the available calories meet the needs only as a result of greater and greater effort. Earth is in a blind alley, man.”
“We get along,” repeated Baley stubbornly.
“Barely. A City like New York must spend every ounce of effort getting water in and waste out. The nuclear power plants are kept going by uranium supplies that are constantly more difficult to obtain even from the other planets of the system, and the supply needed goes up steadily. The life of the City depends every moment on the arrival of wood pulp for the yeast vats and minerals for the hydroponic plants. Air must be circulated unceasingly. The balance is a very delicate one in a hundred directions, and growing more delicate each year. What would happen to New York if the tremendous flow of input and outgo were to be interrupted for even a single hour?”
“It never has been.”
“Which is no security for the future. In primitive times, individual population centers were virtually self-supporting, living on the produce of neighboring farms. Nothing but immediate disaster, a flood or a pestilence or crop failure, could harm them. As the centers grew and technology improved, localized disasters could be overcome by drawing on help from distant centers, but at the cost of making ever larger areas interdependent. In Medieval times, the open cities, even the largest, could subsist on food stores and on emergency supplies of all sorts for a week at least. When New York first became a City, it could have lived on itself for a day. Now it cannot do so for an hour. A disaster that would have been uncomfortable ten thousand years ago, merely serious a thousand years ago, and acute a hundred years ago would now be surely fatal.”
Baley moved restlessly in his chair. “I’ve heard all this before. The Medievalists want an end to Cities. They want us to get back to the soil and to natural agriculture. Well, they’re mad; we can’t. There are too many of us and you can’t go backward in history, only forward. Of course, if emigration to the Outer Worlds were not restricted—”
“You know why it must be restricted.”
“Then what is there to do? You’re tapping a dead power line.”
“What about emigration to new worlds? There are a hundred billion stars in the Galaxy. It is estimated that there are a hundred million planets that are inhabitable or can be made inhabitable.”
“That’s ridiculous.”
“Why?” asked Dr. Fastolfe, with vehemence. “Why is the suggestion ridiculous? Earthmen have colonized planets in the past. Over thirty of the fifty Outer Worlds, including my native Aurora, were directly colonized by Earthmen. Is colonization no longer possible?”
“Well . . . .”
“No answer? Let me suggest that if it is no longer possible, it is because of the development of City culture on Earth. Before the Cities, human life on Earth wasn’t so specialized that they couldn’t break loose and start all over on a raw world. They did it thirty times. But now, Earthmen are all so coddled, so enwombed in their imprisoning caves of steel, that they are caught forever. You, Mr. Baley, won’t even believe that a City dweller is capable of crossing country to get to Spacetown. Crossing space to get to a new world must represent impossibility squared to you. Civism is ruining Earth, sir.”
Li anteriormente:
I, Robot (1950)
As Correntes do Espaço (1952)
Poeira de Estrelas (1951)
7 de maio de 2025
I, Robot
Isaac Asimov
I, Robot (1950)
Do que já li de Isaac Asimov, ficou-me na memória sobretudo a trilogia inicial, clássica, de Fundação. A trilogia inicial de Robots, publicada na mesma época, também considerada entre as suas melhores obras, será seguramente merecedora de atenção.
Este livro integra nove contos publicados entre 1940 e 1950, por ordem cronológica, quase todos, à excepção do primeiro, publicados na Astounding Science Fiction. Mas, pela engenhosa adição da Introdução, e de alguns excertos de texto intercalados em alguns contos, sob a forma de uma entrevista à Dra. Susan Calvin, robopsicóloga, personagem que é uma das principais responsáveis pelo desenvolvimento dos cérebros positrónicos, bem como a repetição de outras personagens ao longo dos vários textos, Asimov consegue dar uma inesperada unidade à obra. O próprio alinhamento dos contos é, ao mesmo tempo, uma cronologia da evolução dos robôs, pois cada modelo apresentado é, de forma geral, mais poderoso e sofisticado que o do conto precedente, num quadro temporal que vai desde 1998 a 2052. O tema de todos os trechos é a interacção dos humanos com as mentes artificiais dos robôs, com os inesperados dilemas, paradoxos e problemas daí decorrentes.
O excerto escolhido pertence a Runaround, o segundo conto.
He had unscrewed the chest plate of the nearest as he spoke, inserted the two-inch sphere that contained the tiny spark of atomic energy that was a robot’s life. There was difficulty in fitting it, but he managed, and then screwed the plate back on again in laborious fashion. The radio controls of more modern models had not been heard of ten years earlier. And then to the other five.
Donovan said uneasily, “They haven’t moved.”
“No orders to do so,” replied Powell, succinctly. He went back to the first in the line and struck him on the chest. “You! Do you hear me?”
The monster’s head bent slowly and the eyes fixed themselves on Powell. Then, in a harsh, squawking voice — like that of a medieval phonograph, he grated, “Yes, Master!”
Powell grinned humorlessly at Donovan. “Did you get that? Those were the days of the first talking robots when it looked as if the use of robots on Earth would be banned. The makers were fighting that and they built good, healthy slave complexes into the damned machines.”
“It didn’t help them,” muttered Donovan.
“No, it didn’t, but they sure tried.” He turned once more to the robot. “Get up!”
The robot towered upward slowly and Donovan’s head craned and his puckered lips whistled.
Powell said: “Can you go out upon the surface? In the light?”
There was consideration while the robot’s slow brain worked. Then, “Yes, Master.”
Li anteriormente:
As Correntes do Espaço (1952)
Poeira de Estrelas (1951)
827 Era Galáctica (1950)
29 de abril de 2025
Sobre los Acantilados de Mármol
Ernst Jünger
Sobre los Acantilados de Mármol (1939)
Este livro descreve uma sociedade tradicional que habita nas margens de uma baía, nas falésias de mármore referidas no título. Uma utopia, no sentido de uma geografia imaginária, também fora do tempo, de um povo pacífico, de vinhateiros, agricultores e pastores, inseridos em descrições bucólicas, cujo modo de vida ancestral é perturbado pela intromissão da gente das florestas e do seu líder despótico, que termina numa batalha de contornos apocalípticos. Muitos quiseram ver nesta novela uma parábola da ascensão do nacional-socialismo, enquanto outros encontraram aqui a descrição das ameaças do comunismo. Ernst Jünger, que combateu nas duas guerras mundiais, rejeitava os valores democráticos e liberais encarnados na República de Weimar, sendo certo que nunca aderiu ao regime nacional-socialista, o qual, numa primeira fase, tentou aliciá-lo pela sua imagem de herói da guerra e, posteriormente, passou a encará-lo com desconfiança. Mas em 1939, data da publicação de Sobre as Falésias de Mármore, a obra não teve quaisquer problemas com a censura.
Tales días, cuando el sol estaba en su cénit, gustábamos escalar la cresta de los acantilados de mármol. Caminábamos entre los oscuros jeroglíficos de las víboras y subíamos los peldaños de la escalera rocosa, que brillaban a la luz del día. Una vez sobre la más alta arista de los acantilados, que brillaba de un modo cegador y hasta muy lejos a la luz del mediodía, contemplábamos largamente el paisaje, y en cada repliegue, en cada linde, buscaban nuestras miradas los signos de aquello que habría de sanar al país. Y entonces era como si unas escamas cayeran de nuestros ojos y pudiéramos ver de verdad, y aprehendíamos aquella realidad, que vivía como las cosas en los poemas, en todo su imperecedero esplendor. Y entonces, llenos de alegría, comprendíamos que la destrucción siempre permanece extraña a los elementos, y que sobre la superficie de éstos únicamente se deslizan unos fantasmas de niebla, que no resisten la acción del sol. Y presentíamos: si nosotros vivimos en celdas indestructibles, saldremos de cada aniquilación de la misma manera que se sale por las puertas de una sala de fiestas para entrar en seguida en otras salas resplandecientes.
Con frecuencia, mientras estábamos en la cúspide de los acantilados de mármol, nos decía hermano Othón que el sentido mismo de la vida estribaba en recomenzar la creación en lo perecedero, como el niño repite en su juego el trabajo del padre. Lo que en definitiva daba sentido a la siembra y la fecundación, a la construcción y al orden que imponemos a la imagen y al poema, es que en ellos, como en tantos otros espejos hechos de un frágil cristal de mil colores, se refleja la gran obra.
[...]
De pronto, mientras contemplábamos la Ermita, se iluminaron sus ventanas y de la azotea surgió una llama que se elevó hasta el borde de los acantilados. Por su color, que era azul oscuro, se parecía a la pequeña llama de la lámpara de Nigromontanus, y su extremo estaba recortado como el cáliz de la genciana. Ante nuestros ojos, la cosecha de muchos años de trabajo era presa de los elementos, y, al tiempo que la casa, nuestra obra volvía al polvo. Pero en esta tierra no podemos confiar en terminar nada, y bienaventurado el hombre cuya voluntad no se consume enteramente en él doloroso esfuerzo. No se construye ninguna casa ni se traza ningún plan en el que su futura desaparición no figure como la piedra fundamental, y no es en nuestras obras donde vive lo que nosotros tenemos de imperecedero. Esta es la verdad que vimos en la llama, y, sin embargo, en su resplandor había algo de alegría. Llenos de nuevas fuerzas, avanzamos de nuevo por el sendero. Todavía era oscuro, pero el frescor del alba ya ascendía desde los viñedos y los pastos. Y a nuestro corazón le pareció que los fuegos del firmamento amenguaban algo su siniestra violencia, pues en ellos se fundía la aurora.
Li anteriormente:
Tempestades de Acero (1920)
20 de abril de 2025
El Reino de Este Mundo
Alejo Carpentier
El Reino de Este Mundo (1949)
Publicada pela primeira vez no Chile, esta novela tem como tema parte da conturbada história do Haiti. Através do olhar de Ti Noel, apresentado como o jovem escravo de um senhor agrário, a narrativa percorre os últimos dias da colónia francesa esclavagista, a revolta dos escravos, inspirada na Revolução Francesa, o reinado de Henri Christophe, a sua consequente queda e a chegada de um governo republicano. Neste espaço de algumas décadas, Ti Noel acompanha o seu amo expropriado ao exílio cubano, onde este o perde ao jogo. Consegue depois regressar ao Haiti, e volta a ser escravizado, agora pelos da sua raça, na construção do palácio do rei. Após a revolta que depôs o monarca, Ti Noel foge para o interior da ilha, para as ruínas da casa agrícola do seu antigo amo, onde, já velho, vive finalmente em total liberdade, até à chegada dos agrimensores do novo governo republicano, que lhe perturbam de novo a existência. Com algumas outras personagens paralelas e um fundo de "real maravilhoso", nas palavras do próprio autor, onde assomam as crenças africanas e o vodu, O Reino deste Mundo, teve uma enorme influência nos posteriores escritores do espaço hispano-americano.
Todas las puertas de los barracones cayeron a la vez, derribadas desde adentro. Armados de estacas, los esclavos rodearon las casas de los mayorales, apoderándose de las herramientas. El contador, que había aparecido con una pistola en la mano, fue el primero en caer, con la garganta abierta de arriba a abajo, por una cuchara de albañil. Luego de mojarse los brazos en la sangre del blanco, los negros corrieron hacia la vivienda principal, dando mueras a los amos, al gobernador, al Buen Dios y a todos los franceses del mundo. Pero, impulsados por muy largas apetencias, los más se arrojaron al sótano en busca de licor. A golpes de pico se destriparon los barriles de escabeche. Abiertos de duelas, los toneles largaran el morapio a borbotones, enrojeciendo las faldas de las mujeres. Arrebatadas entre gritos y empellones, las damajuanas de aguardiente, las bombonas de ron, se estrellaban en las paredes. Riendo y peleando, los negros resbalaban sobre un jaboncillo de orégano, tomates adobados, alcaparras y huevas de arenque, que clareaba, sobre el suelo de ladrillo, el chorrear de un odrecillo de aceite rancio. Un negro desnudo se había metido, por broma, dentro de un tinajón lleno de manteca de cerdo. Dos viejas peleaban, en congo, por una olla de barro. Del techo se desprendían jamones y colas de abadejo. Sin meterse en la turbamulta, Ti Noel pegó la boca, largamente, con muchas bajadas de la nuez, a la canilla de un barril de vino español. Luego, subió al primer piso de la vivienda, seguido de sus hijos mayores, pues hacía mucho tiempo ya que soñaba con violar a Mademoiselle Floridor, quien, en sus noches de tragedia, lucía aún, bajo la túnica ornada de meandros, unos senos nada dañados por el irreparable ultraje de los años.
Li anteriormente:
Los Pasos Perdidos (1953)
14 de abril de 2025
La Trama Celeste
Adolfo Bioy Casares
La Trama Celeste (1948)
Este livro é composto por seis contos escritos entre 1944 e 1948, alguns com temas tangentes ao universo da ficção científica que, de algum modo, fazem lembrar o imaginário de Ray Bradbury. (Devia ser ao contrário, Bradbury é posterior, mas comecei a lê-lo muito antes de ter chegado ao autor argentino...) O excerto escolhido pertence ao conto que dá o título ao livro, uma narração quase paranoica de um piloto de testes da força aérea argentina que, ao executar determinada manobra com o avião, passa entre mundos paralelos, muito semelhantes na aparência, mas com diferenças cruciais que o colocam perante problemas insolúveis.
Caminó una cuadra y no encontró el pasaje. Caminó otra cuadra, y otra. El chofer seguía protestando; la voz era más baja, el tono más sarcástico. Morris volvió sobre sus pasos; dobló por Alvarado; ahí estaba el parque Pereyra, la calle Rochadale. Tomó Rochadale; a mitad de cuadra, a la derecha, debían interrumpirse las casas, y dejar lugar al pasaje Owen. Morris sintió como la antelación de un vértigo. Las casas no se interrumpieron; se encontró en Austratia. Vio en lo alto, con un fondo de nubes nocturnas, el tanque de la International, en Luzuriaga; enfrente debía estar el pasaje Owen; no estaba.
Miró la hora; le quedaban apenas veinte minutos.
Caminó rápidamente. Muy pronto se detuvo. Estaba, con los pies hundidos en un espeso fango resbaladizo, ante una lúgubre serie de casas iguales, perdido. Quiso volver al parque Pereyra; no lo encontró. Temía que el chofer descubriera que se había perdido. Vio a un hombre, le preguntó dónde estaba el pasaje Owen. El hombre no era del barrio. Morris siguió caminando, exasperado. Apareció otro hombre. Morris caminó hacia él; rápidamente, el chofer se bajó del automóvil y también corrió. Morris y el chofer le preguntaron a gritos si sabía dónde estaba el pasaje Owen. El hombre parecía asustado, como si creyera que lo asaltaban. Respondió que nunca oyó nombrar ese pasaje; iba a decir algo más, pero Morris lo miró amenazadoramente.
Li anteriormente:
Diario de la Guerra del Cerdo (1969)
El Sueño de los Héroes (1954)
La Invención de Morel (1940)
10 de abril de 2025
Final del Juego
Julio Cortázar
Final del Juego (1956)
Final del Juego foi editado pela primeira vez na Cidade do México em 1956, como uma colecção de nove contos. A segunda edição data de 1964, em Buenos Aires, com um acréscimo de outros nove contos, apresentando a obra na sua forma definitiva. São textos curtos, alguns mesmo muito curtos, dos quais se desprende uma estranheza e uma inquietação algo inesperadas. O excerto escolhido pertence a "La Puerta Condenada", um dos textos que já fazia parte da edição original.
Por la mañana Petrone lo pensó un rato mientras tomaba el desayuno y fumaba un cigarrillo. Dormir mal no le convenía para su trabajo del día. Dos veces se había despertado en plena noche, y las dos veces a causa del llanto. La segunda vez fue peor, porque a más del llanto se oía la voz de la mujer que trataba de calmar al niño. La voz era muy baja pero tenía un tono ansioso que le daba una calidad teatral, un susurro que atravesaba la puerta con tanta fuerza como si hablara a gritos. El niño cedía por momentos al arrullo, a las instancias; después volvía a empezar con un leve quejido entrecortado, una inconsolable congoja. Y de nuevo la mujer murmuraba palabras incomprensibles, el encantamiento de la madre para acallar al hijo atormentado por su cuerpo o su alma, por estar vivo o amenazado de muerte.
«Todo es muy bonito, pero el gerente me macaneó» pensaba Petrone al salir de su cuarto. Lo fastidiaba la mentira y no lo disimuló. El gerente se quedó mirándolo.
—¿Un chico? Usted se habrá confundido. No hay chicos pequeños en este piso. Al lado de su pieza vive una señora sola, creo que ya se lo dije.
Petrone vaciló antes de hablar. O el otro mentía estúpidamente, o la acústica del hotel le jugaba una mala pasada. El gerente lo estaba mirando un poco de soslayo, como si a su vez lo irritara la protesta. «A lo mejor me cree tímido y que ando buscando un pretexto para mandarme mudar», pensó. Era difícil, vagamente absurdo insistir frente a una negativa tan rotunda. Se encogió de hombros y pidió el diario.
—Habré soñado —dijo, molesto por tener que decir eso, o cualquier otra cosa.
Li anteriormente:
Bestiario (1951)
6 de abril de 2025
The Lost City of Z
David Grann
The Lost City of Z (2009)
Este livro, editado em português sob o título A Cidade Perdida de Z, é, de certa forma, a biografia de Percy Harrison Fawcett, um incansável explorador da Amazónia, onde acabou por desaparecer em circunstâncias misteriosas, em 1925, faz agora 100 anos. Também refere outras explorações na mesma área geográfica, como a anterior expedição de Fawcett em 1921, a brasileira liderada por James Lynch em 1996, a que o próprio David Grann efectuou para a documentação desta obra, ou a expedição de salvamento de 1928, por George Miller Dyott, entre várias outras, ao longo dos anos, à medida que os contos e os boatos acerca de Fawcett inflamavam a imaginação dos que procuravam seguir nas suas pegadas.
Fawcett, que não era propriamente um excêntrico, antes um homem das ciências, geógrafo e arqueólogo, acreditava existir algures no Amazonas os restos de uma fabulosa civilização, que designava como "Z", conseguindo o financiamento de sociedades geográficas para o cumprimento da exploração. Tinha chegado à conclusão que essa antiga cultura ainda existia e a sua descoberta alteraria a visão que então existia sobre as Américas, um optimismo que encontrava eco nos jornais da época. A sua experiência levava-o a preferir pequenos grupos e, em 1925, fez-se acompanhar do filho, com 21 anos, e um amigo deste, que lhe mereciam a maior confiança apesar de nunca terem participado em quaisquer explorações. O desaparecimento, na região do rio Xingu no Mato Grosso, deveu-se provavelmente à morte por índios hostis, apesar de Fawcett já ter passado incólume por esse tipo de encontros.
As fabulosas cidades, descritas desde o séc. XVI, não passavam de miragens. Brian Fawcett, outro filho do explorador, ao sobrevoar a zona, descreveu como umas formações rochosas em erosão, ao longe, pareciam uma cidade com torres, pirâmides e estradas. No entanto, a convicção de Percy Harrison Fawcett não era de todo descabida. A descoberta de áreas de "terra preta", artificialmente criadas, bem como centenas de grandes geoglifos por toda a Amazonia, divulgados por arqueólogos como Michael Heckenberger, e a confirmação de vestígios de assentamentos urbanos, com o recurso a novas técnicas de mapeamento aéreo, por Heiko Purer, obrigam a reconsiderar a história da América pré-colombiana.
The men were supposed to conserve their rations, but most broke down and consumed them quickly. By the ninth day of marching, the expedition had run out of food. It was now that Fawcett discovered what explorers since Orellana had learned and what would become the basis of the scientific theory of a counterfeit paradise: in the world’s thickest jungle, it was hard to find a morsel to eat.
Of all the Amazon’s tricks, this was perhaps the most diabolical. As Fawcett put it, “Starvation sounds almost unbelievable in forest country, and yet it is only too likely to happen.” Scrounging for food, Fawcett and his men could make out only buttressed tree trunks and cascades of vines. Chemical-laced fungi and billions of termites and ants had stripped bare much of the jungle floor. Fawcett had been taught to scavenge for dead animals, but there were none to be found: every corpse was instantly recycled back into the living. Trees drained even more nutrients from a soil already leached by rain and floods. Meanwhile, vines and trees stampeded over each other as they strove to reach the canopy, to absorb a ray of light. One kind of liana called the matador, or killer, seemed to crystallize this competition: it wrapped itself around a tree, as if offering a tender embrace, then began to strangle it, stealing both its life and its place amid the forest.
Although this death struggle for the light above created a permanent midnight below, few mammals roamed the jungle floor, where other creatures could attack them. Even those animals that Fawcett and his party should have been able to see remained invisible to their untutored eyes. Bats hid in tents of leaves. Armadillos burrowed in the ground. Moths looked like bark. Caimans became logs. One kind of caterpillar had a more frightening deception: it transformed its body into the shape of a deadly pit viper, with an enlarged, swaying triangular head and big gleaming eyes. As the writer Candice Millard explained in The River of Doubt, “The rain forest was not a garden of easy abundance, but precisely the opposite. Its quiet, shaded halls of leafy opulence were not a sanctuary, but rather the greatest natural battlefield anywhere on the planet, hosting an unremitting and remorseless fight for survival that occupied every single one of its inhabitants, every minute of every day.”
On this battlefield, Fawcett and his men found themselves outmatched. For days, Fawcett, a world-class hunter, scoured the land with his party, only to turn up a handful of nuts and palm leaves. The men tried fishing, which they were sure, given how many piranhas and eels and dolphins were in other Amazonian rivers, would provide sustenance, but to the explorers’ amazement they could not catch a single fish. Fawcett speculated that something had polluted the waters, and indeed some trees and plants produce tannic acids that poison rivers in the Amazon, creating what the biologists Adrian Forsyth and Kenneth Miyata have called “the aquatic equivalents of desert.”
[...]
Another Indian, who was younger, appeared and said that he would show us the way. We got back in the car and drove down an overgrown path, the branches clapping against the windshield. When we couldn’t drive any farther, our guide hopped out, and we followed him through the forest as he slashed at the creepers and vines with a machete. Several times he paused, studied the tops of the trees, and took a few paces east or west. Finally, he stopped.
We looked around—there was nothing but a cocoon of trees. “Where’s Rio Novo?” Paolo asked.
Our guide lifted his machete over his head and slammed it into the ground. It hit something hard. “Right here,” he said.
We looked down and, to our disbelief, saw a row of cracked bricks.
“This is where the entrance to the manor used to be,” the guide said, adding, “It was very big.”
We began to fan out in the forest, as rain started to fall again, looking for signs of the great Galvão farm.
“Over here!” Paolo cried. He was a hundred feet away, standing by a crumbling brick wall nestled in vines. The farm had been consumed by jungle in just a few decades, and I wondered how actual ancient ruins could possibly survive in such a hostile environment. For the first time, I had some sense of how it might be possible for the remnants of a civilization simply to disappear.
29 de marzo de 2025
La Cruzada del Océano
José Javier Esparza
La Cruzada del Océano (2015)
La Cruzada del Océano é uma revisitação histórica do "Descubrimiento", desde os antecedentes imediatos da viagem de Cristóvão Colombo que, na tentativa de encontrar a rota ocidental para Catai e Cipango, foi levado à descoberta da América, em 1492. As riquezas imaginadas não se concretizaram, salvo em casos pontuais, e o vice-reinato de Colombo, devido por contrato com a coroa, nunca arrancou verdadeiramente. Com base na ilha La Española, os primeiros anos foram marcados pela dificuldade em assegurar a própria sobrevivência, com colheitas desastrosas, doenças, quando não motins e conflitos com os indígenas, que colocavam em causa a própria colonização. Simultaneamente, outros navegadores exploravam intensivamente as costas do novo continente, fora da área de jurisdição de Colombo, o que resultou num rápido reconhecimento do território. Nos anos seguintes, com a exploração da Terra Firme, os espanhóis encontram por fim a riqueza que procuravam, e o livro descreve com suficiente pormenor as campanhas de exploração e conquista de cada um dos novos territórios, da Califórnia à Terra do Fogo e das ilhas do Pacífico às Filipinas, com as suas luzes e sombras, desmontando a "lenda negra" vulgarmente associada ao empreendimento, mas recusando igualmente a "lenda cor-de-rosa" que alguns tentariam contrapor. Há um compreensível destaque para as campanhas de Fernando Cortez e Francisco Pizarro, as primeiras cinco ou seis décadas, até meados do séc. XVI, mas também a referência a eventos posteriores que igualmente contribuíram para esta aventura épica. O livro termina com um balanço final do que significou, para os dois lados do Atlântico, a presença espanhola no continente americano ao longo de mais de três séculos.
En efecto, en la España de la época —como, por otro lado, en la mayor parte de Europa—, el modelo ideal de vida, el objetivo al que un hombre cabal debe aspirar, no es otro que la nobleza, el señorío. Los colonos españoles no fueron a América para fundar prósperas granjas y crear rentables negocios. En la Europa del temprano siglo XVI no se concedía gloria alguna al trabajo económico; solo en la península italiana había empezado a desarrollarse una justificación moral del dinero y aún harán falta muchos años para que el burgués sea un hombre respetable (un proceso, todo sea dicho, que corre paralelo a las necesidades de financiación del Estado). No, los españoles no fueron a las Indias para convertirse en opulentos rancheros; fueron para vencer en buena lid a los indígenas, ganar tierras —y brazos que la trabajen—, recoger oro y, con esos títulos, alcanzar fama y posición. Se ha hablado mucho de la sed de oro de los conquistadores, pero enseguida hay que subrayar que esa codicia no era propiamente económica, sino más bien social. El español del XVI no quiere ser rico. El español del XVI quiere ser señor. El oro solo es el instrumento.
La mentalidad de los conquistadores no era económica: era completamente caballeresca, medieval. Los capitanes son jefes de hueste; sus hombres se ven a sí mismos como caballeros, y ello aunque su condición social sea de lo más humilde. El mundo mental del español medio en este tiempo es el de las novelas de caballerías. La gran colección de libros de caballerías había comenzado a publicarse en España en torno a 1496, cuando aparece el Amadís de Gaula. En un siglo se publicarán por lo menos cuarenta y dos títulos, y consta que todos ellos salieron hacia América en cantidades inmensas. El español que llega a América se siente un caballero andante. Y lo que encuentra allí le parecerá todavía más fascinante que lo que ha leído en los libros: «Si no fuese porque estas historias contenían encantamientos —escribirá más tarde el cronista Pedro de Castañeda, que participará en una de las expediciones de Coronado por Norteamérica—, hay algunas cosas que nuestros españoles han hecho en nuestros días en estas partes, en sus conquistas y encuentros con los indios, que como hechos dignos de admiración sobrepasan no solo a los libros ya mencionados, sino también a lo que se ha escrito sobre los doce Pares de Francia».
[...]
Las Filipinas son 7100 islas. Hasta entonces estaban habitadas por decenas de etnias distintas y enfrentadas a muerte. Hoy los historiadores filipinos reconocen que la llegada española supuso la pacificación del archipiélago. No hubo una mortandad como la americana porque la población filipina, a diferencia de la amerindia, no había vivido en un ecosistema cerrado, luego los virus importados por los europeos no tuvieron los letales efectos que en América. Y tampoco hubo una explotación como la de las Indias, porque los españoles ya habían sacado las consecuencias oportunas de su propia práctica imperial; de hecho, aquí los nativos jamás pagaron tributos a los españoles. Los misioneros se encargaron de mantener pacificados a los indígenas, acabando con las guerras tribales; la evangelización progresó velozmente. En poco tiempo el español se convirtió en lengua franca de los filipinos. Mientras tanto se extendía el uso de la rueda y el arado, y se creaban caminos, puentes, rutas estables de navegación. En 1611 los dominicos fundaron en Manila la primera universidad de Asia: la de Santo Tomás. El archipiélago se convirtió en centro de una vida comercial intensísima: aquí se centralizaba el tráfico con el Sudeste Asiático, que luego partía hacia México en la ruta del Galeón de Manila. Así el Pacífico se convirtió en el «lago español». Esa fue la gran obra de los guipuzcoanos Legazpi y Urdaneta.
12 de marzo de 2025
Habla un Exorcista
Gabriele Amorth
Habla un Exorcista (1990)
Habla un Exorcista é a tradução espanhola de Un Esorcista Racconta, o primeiro livro publicado pelo padre Gabriele Amorth sobre este tema. Por comparação com El Último Exorcista, que li há alguns meses, é um livro de cariz mais teórico, embora refira também alguns exemplos da sua experiência na prática de exorcismos. É, portanto, um livro que realça o suporte doutrinal dos textos sagrados, reflectindo sobre a evolução histórica da Igreja relativamente a esta prática, deixada de algum modo num limbo com as últimas reformas no século XX.
No se crea que soy el único que se ha dado cuenta de las tonterías formuladas por ciertos teólogos. Parece que muchos de ellos han asumido como a un nuevo padre de la Iglesia a Rudolf Bultmann, que, entre otras cosas, ha escrito: «No es posible servirse de la luz eléctrica y de la radio, o recurrir en caso de enfermedad a los modernos descubrimientos médicos y clínicos, y al mismo tiempo creer en el mundo de los espíritus y los milagros que nos propone el Nuevo Testamento» (Nuovo Testamento e Mitologia, Queriniana, 1969, p. 110). Asumir el progreso técnico como prueba indiscutible de que la palabra de Dios queda sustituida, no es más que un disparate. Pero muchos teólogos y biblistas creen que no están «al día» si no siguen esas directrices. En el citado libro de Lehmann aparece una interesante estadística sobre los teólogos católicos: dos tercios de ellos aceptan en teoría los datos tradicionales sobre el demonio, pero los rechazan cuando son aplicados en la práctica pastoral; es decir, no quieren oponerse frontalmente a la Iglesia, pero en la práctica no aceptan sus enseñanzas (p. 115). También resulta interesante otra observación estadística: los teólogos católicos demuestran un conocimiento demasiado superficial de la posesión diabólica y los exorcismos (p. 27). Es lo que yo he dicho.
Plenamente consciente de esta situación, la Congregación para la Doctrina de la Fe encargó a un experto estudiar el asunto y promulgó un documento que fue publicado en L'Osservatore Romano el 26 de junio de 1975 con el título «Fe cristiana y demonología»; ese estudio fue luego incluido entre los documentos oficiales de la Santa Sede (Enchiridion Vaticanum, vol. V, núm. 38). Reproducimos algunos pasajes del mismo. Su principal objetivo es instruir a los fieles y particularmente a los teólogos estrambóticos que soslayan la existencia de Satanás en sus estudios y enseñanzas, mientras que Cristo «bajó del cielo y se encarnó para destruir la obra del demonio» (1 Jn. 3, 5). Eliminando la existencia del demonio, anulamos la redención; quien no cree en el demonio, no cree en el Evangelio.
Li anteriormente:
El Último Exorcista (2012)
8 de marzo de 2025
Pipá
Leopoldo Alas "Clarín"
Pipá (1886)
Leopoldo Alas publicou no seu tempo um punhado de novelas curtas e umas dezenas de contos, reunidos em livros como Pipá (1886), Cuentos Morales (1896) ou El Gallo de Sócrates (1901). Ao longo dos anos têm sido reeditados, com os alinhamentos originais, ou reagrupados de diferentes formas sob outros títulos. Pipá foi a primeira destas colecções; além da novela curta à qual deve o título, escrita em 1879, encontram-se oito contos, escritos entre 1882 e 1884.
O primeiro excerto abaixo citado pertence a Pipá, um conto de Carnaval quase como um conto de Natal, onde um pequeno maltrapilho, após algumas peripécias para se mascarar de defunto, acaba inesperadamente por ser recebido na casa de uma marquesa, para satisfazer a curiosidade e capricho da sua filhinha; assim acede a um mundo de abundância e luxo para além da sua imaginação. Porém, rapidamente se recorda dos seus amigos, e foge da mansão para se lhes reunir numa taberna, onde se embriaga ao ponto de não ter consciência do incêndio que ali deflagra e lhe retira a vida. O segundo excerto é de Bustamante, a história de um provinciano, autor de charadas e logogrifos publicados em jornais, que decide ir a Madrid para se encontrar com um deputado. Em vez disso, cai no meio de um grupo de estudantes boémios, para cujo jornal tinha colaborado, e, sem saber exactamente como se comportar na sociedade da capital, vê-se arrastado num carrossel de eventos que não consegue descodificar. Poder-se-ia destacar também Zurita, que encerra o livro, onde os dilemas filosóficos atormentam comicamente o personagem principal. Todos os contos, no entanto, são dignos de nota, percorridos pela ironia e um refinado sentido de humor.
Pipá era maniqueo. Creía en un diablo todopoderoso, que había llenado la ciudad de dolores, de castigos, de persecuciones; el mundo era de la fuerza, y la fuerza era mala enemiga: aquel dios o diablo unas veces se vestía de polizonte, y en las noches frías, húmedas, oscuras, aparecíasele a Pipá envuelto en ancho capote con negra capucha, cruzado de brazos, y alargaba un pie descomunal y le hería sin piedad, arrojándole del quicio de una puerta, del medio de la acera, de los soportales o de cualquier otro refugio al aire libre de los que la casualidad le daba al pillete por guarida de una noche. Otras veces el dios malo era su padre que volvía a casa borracho, su padre, cuyas caricias aún recordaba Pipá, porque cuando era él muy niño algunas le había hecho: cuando venía con la mona venía en rigor con el diablo; la mona era el diablo, era el dolor que hacía reír a los demás, y a Pipá y a su madre llorar y sufrir palizas, hambres, terrores, noches de insomnio, de escándalo y discordia. Otras veces el diablo era la bruja que se sienta a la puerta de la iglesia, y el sacristán que le arrojaba del templo, y el pillastre de más edad y más fuertes puños que sin motivo ni pretexto de razón le maltrataba; era el dios malo también el mancebo de la botica que para curarle al mísero pilluelo dolores de muelas, sin piedad le daba a beber un agua que le arrancaba las entrañas con el asco que le producía; era el demonio fuerte, en forma más cruda, pero menos odiosa, el terrible frío de las noches sin cama, el hambre de tantos días, la lluvia y la nieve; y era la forma más repugnante, más odiada de aquel espíritu del mal invencible, la sórdida miseria que se le pegaba al cuerpo, los parásitos de sus andrajos, las ratas del desván que era su casa; y por último, la burla, el desprecio, la indiferencia universal, especie de ambiente en que Pipá se movía, parecíanle leyes del mundo, naturales obstáculos de la ambición legítima del poder vivir. Todos sus conciudadanos maltrataban a Pipá siempre que podían, cada cual a su modo, según su carácter y sus facultades; pero todos indefectiblemente, como obedeciendo a una ley, como inspirados por el gran poder enemigo, incógnito, al cual Pipá ni daba un nombre siquiera, pero en el que sin cesar pensaba, figurándoselo en todas estas formas, y tan real como el dolor que de tantas maneras le hacía sentir un día y otro día.
[...]
Aquello de empezar por decididamente se le antojaba a Merengueda un recurso del mejor gusto, porque parecía como que se seguía hablando... de lo que no se había hablado todavía.
A estas y otras tonterías del satírico, que debía vender dátiles, las llamaban sus admiradores «sencillez, naturalidad, facilidad».
—¡Qué fácil es el estilo de Merengueda!—decían.
Y sí era fácil, ¡como que así puede escribir cualquiera! Las ideas del redactor en jefe (pero sin subordinados) de El Bisturí corrían parejas con su estilo. Pensaba a la moda, y con la misma desfachatez y superficialidad con que escribía. Era materialista, o mejor positivista... Que no se le hablase a él de metafísica; la metafísica había hecho su tiempo, decía con un horroroso galicismo.
Había otro redactor de El Bisturí que se pintaba solo para criticar a todos los autores y artistas del mundo.
Era el primer envidioso de España, y en su consecuencia se le hizo crítico del periódico. Lo mismo hablaba y escribía de teatros, que de novelas, de poesía lírica, de historia, de filosofía, de legislación, de pinturas, de música, de arquitectura y diablos coronados.
Se llamaba Blindado y lo estaba contra todos los ataques de la vergüenza que no conocía. Hablaba en el Ateneo, donde se reía de Moisés y de Krause. Para censurar un libro que tratase materia desconocida para él (cualquier materia), comenzaba por enterarse de la ciencia respectiva por el mismo libro, y después de deberle todos sus conocimientos sobre el asunto, insultaba al autor, en nombre de la ciencia misma y le daba unas cuantas lecciones aprendidas en su libro. Si el caso era criticar un cuadro, recurría al tecnicismo de la música, y hablaba de la escala de los colores, del tono, de una especie de melodía de los matices, de las desafinaciones, de las fugas de color; pero si se trataba de música, entonces recurría a los términos de la pintura, y decía que en la ópera o lo que fuese, no había claro-oscuro, que la voz del tenor era blanca, azul o violeta, que las frases no estaban bien matizadas, que la voz no tenía buen dibujo, etc., etc. Todo lo decía al revés. También era positivista.
Los demás redactores de El Bisturí eran de las mismas trazas. Para ellos no había eminencia respetable, trataban al Himalaya como al cerrillo de San Blas.
Li anteriormente:
La Regenta (1885)
2 de marzo de 2025
Leviathan
Paul Auster
Leviathan (1992)
Leviathan não é o romance mais considerado de Paul Auster, recentemente desaparecido, mas foi o título que me deu a conhecer o nome do autor, na altura em que foi publicado.
É a narrativa, na primeira pessoa, de um escritor, Paul Aaron, sobre outro escritor, Benjamin Sachs, que conheceu numa sessão de leitura falhada, em meados dos anos 70. Na verdade, o livro começa pelo fim, quinze anos depois, com uma explosão, na qual Sachs perece, e com a visita de dois agentes do FBI a Aaron, em busca de informações sobre o falecido. Depois, toda a história é contada na reconstrução e recordação daquela amizade que ligou os dois escritores, o seu círculo pessoal e a interação dessas pessoas, com acercamentos e afastamentos, e de como Sachs abandonou a escrita, e os amigos, para se dedicar ao activismo bombista que acabaria por lhe custar a vida.
Como livro dentro do livro, Aaron decide escrever um livro chamado Leviathan em homenagem ao amigo desaparecido (o título pertenceria a uma obra que Sachs desistiu de terminar), e resumir a sua passagem por esses quinze anos. Aparte algumas coincidências inverosímeis que estruturam a narrativa, Aaron junta a sua experiência pessoal aos diálogos e divagações das várias personagens na construção de um percurso, que nem sempre é coerente, deixando propositadamente versões contraditórias dos acontecimentos, ou seja, verdades subjectivas, para que o leitor, de alguma forma imerso numa história com pontas soltas, possa fazer a sua própria reflexão.
Subimos para o telhado com os outros e, apesar da minha relutância inicial, estava contente por assistir ao fogo-de-artifício. As explosões tinham transformado Nova Iorque numa cidade espectral, uma metrópole sitiada, e eu saboreava a absoluta violência de tudo aquilo: o barulho incessante, as corolas de luz das explosões, as cores flutuando através de imensos dirigíveis de fumo. A Estátua da Liberdade erguia-se no porto à nossa esquerda, incandescente na glória das suas iluminações, e parecia-me que a todo o momento os edifícios de Manhattan iam saltar pela raiz, erguer-se do chão para nunca mais voltarem. Fanny e eu estávamos sentados atrás dos outros, com os saltos dos sapatos fincados para resistir à inclinação do telhado, os ombros encostados, falando sobre nada em particular. Reminiscências, as cartas que Iris mandava da China, David, o artigo de Ben, o museu. Não quero dar muita importância ao caso, mas, uns momentos antes de Ben cair, tínhamos desviado a conversa para a história que ele e a mãe nos tinham contado acerca da visita à Estátua da Liberdade em 1951. Dadas as circunstâncias, é natural que a história tenha surgido, mas não deixa de ser horrível, pois, mal tínhamos acabado de rir os dois perante a ideia de alguém cair da Estátua da Liberdade, Ben caía da escada de salvação. No instante seguinte, Maria e Agnes começaram a gritar. Foi como se o facto de pronunciarmos a palavra queda tivesse precipitado uma verdadeira queda e, mesmo que não houvesse uma relação entre os dois acontecimentos, continuo a sentir uma náusea sempre que penso no que aconteceu. Continuo a ouvir aqueles gritos das duas mulheres e continuo a lembrar-me da expressão no rosto de Fanny quando alguém gritou o nome de Ben, a expressão de medo que invadiu os seus olhos enquanto as luzes coloridas das explosões continuavam a fazer ricochete contra a sua pele.
25 de febreiro de 2025
Os Romenos, Latinos do Oriente
Mircea Eliade
Os Romenos, Latinos do Oriente (1943)
Mircea Eliade foi um estudioso da filosofia da religião que, desde muito novo, se habituou a percorrer o mundo, tendo permanecido em Portugal alguns anos no início da década de 1940, como adido cultural e de imprensa na embaixada romena. Interessado pelo nosso país, esta obra data dessa altura, revelando no prólogo o desejo de escrever outro livro paralelo, em romeno e para romenos, sobre a História e cultura portuguesas. Quanto a este livro, editado pela primeira vez em português, apesar do manuscrito original estar em francês, considera-o, na sua curta extensão, uma introdução e um esboço, mais do que um resumo, acerca do lugar ocupado pelos seus compatriotas na História. Está dividido em três capítulos: Origens e formação, Momentos essenciais na História dos romenos, e Vida espiritual dos romenos. O excerto escolhido pertence ao terceiro, e respeita a ortografia original.
Há um mito central em cada cultura, que a revela e se encontra em tôdas as suas grandes criações. A vida espiritual dos Romenos é dominada por dois mitos que exprimem, com espontaneidade perfeita, a visão espiritual que têm do Universo e a sua valorização da existência. O primeiro, é a lenda de Mestre Manole, que, segundo a tradição, edificou a magnífica catedral de Curtea de Argesh. Segundo reza a lenda, tudo o que Manole e os seus operários construíam durante o dia, desaparecia de noite. Para durar, o edifício tinha necessidade duma alma e esta só se alcançava mediante o sacrifício dum ser humano. Quando Manole e os seus operários perceberam a razão da caducidade das suas obras, resolveram emparedar, viva, a primeira pessoa que se aproximasse, ao amanhecer, dos estaleiros. De madrugada, Manole viu, ao longe, a sua mulher, com o filhinho ao colo, que lhe ia levar o almôço. Manole pediu a Deus que mandasse uma trovoada que fizesse parar a mulher no caminho. Mas nem o vento terrível nem a chuva torrencial que Deus mandou, acedendo à súplica, puderam deter a espôsa dedicada. E o próprio Mestre Manole teve de emparedar a sua mulher o filho, para cumprir o juramento e fazer durar a magnífica igreja — que, efectivamente, nunca mais se desfez dêsse dia em diante.
Esta lenda não é da criação do povo romeno. Encontra-se em tôda a parte no sudoeste europeu. A lenda é, afinal, a fórmula mítica e épica dum dos mais vulgarizados ritos existentes no mundo: os chamados «ritos de construção», que implicam a crença de que tôda a construção, para durar, deve ser «animada» pelo sacrifício dum ser vivo, homem ou animal. Mas a lenda romena de Mestre Manole é, segundo os folcloristas, a mais completa, a mais bela e a mais rica em significado espiritual. A inspiração poética popular criou, com êste têma, uma obra prima, que pode suportar comparação com os mais belos exemplares da poesia popular universal. O que nos interessa é o facto de os Romenos escolherem êste têma mítico e lhe darem uma expressão artística e moral incomparável. Escolheram-no, porque a alma romena reconhece-se no mito do sacrifício supremo, que faz durar uma obra construída pela mão do homem, quer a obra seja uma catedral, uma pátria ou uma choupana. Cantaram em versos inumeráveis o sacrifício de Mestre Manole, por adivinharem que assim cantavam a sua própria vida histórica, o seu sacrifício constante. A adesão dos Romenos a esta lenda é, por si só, significativa. Não se aplicam todo o génio poético e todos os recursos espirituais a refazer um mito sem revelar por êsse ardente interêsse a ressonância que êle teve na alma colectiva.
22 de febreiro de 2025
La Casa de Matriona
Aleksandr Soljenitsine
La Casa de Matriona (1963)
Escrito em 1959 e publicado pela primeira vez em 1963 na revista literária Novyi Mir, órgão oficial da União de Escritores Soviéticos, A Casa de Matriona é uma novela curta que se conta entre as primeiras obras de Soljenitsine, e considerada também como uma das mais conseguidas.
Aqui se conta a história de Ignatich, um professor que passou longos anos preso e decide isolar-se numa pequena aldeia nos confins da Rússia. Fica em casa de Matriona, uma velha viúva que vive sozinha e possui como único valor uma casa de madeira a caminho da decrepitude, infestada por ratos e baratas. Em determinado ponto, por pressão do cunhado, Matriona cede a gornitza, um grande salão anexo à casa, a uma sobrinha recém-casada, que precisava de construir algo em determinado terreno para garantir o seu direito de propriedade. O salão é desmontado e transportado em dois trenós puxados por um tractor. Mas o frete corre mal e do acidente resulta uma tragédia que abala a pequena aldeia.
O livro inclui ainda um segundo texto, um discurso feito em Harvard, em Junho de 1978, quando Soljenitsine levava já quatro anos de exílio nos Estados Unidos. Ao fazer o contraponto entre a sociedade que o expelira e aquela que o acolheu, é impressionante constatar que o diagnóstico feito sobre o Ocidente, há quase cinco décadas, não só não perdeu a actualidade como previu de forma cristalina a consequência no tempo presente.
Apartándose un poco de su rutinario ajetreo cotidiano, Matriona empezó a escuchar con más atención mi radio (no omití instalar a mi lado un parlador, como llamaba al altavoz).
Al oír que habían sido inventadas nuevas máquinas, refunfuñó desde la cocina:
—Nuevas, todas nuevas, y nadie quiere trabajar con las viejas. ¿Dónde vamos a amontonarlas?
Transmitieron que los aviones pueden ahuyentar a las nubes. Matriona, ante su estufa, sacudió la cabeza diciendo:
—¡Ay, ay, ay! Nos volverán algo del revés, el invierno o el verano.
Dieron canciones rusas interpretadas por Shalyapin. Matriona escuchó con atención y luego su concluyente sentencia fue:
—Extraño modo de cantar. Nosotros no lo hacemos así.
—Pero ¿qué dice, Matriona Vasilievna? ¡Escuche, escuche bien!
Volvió a escucharle y, apretando los labios, insistió:
—No. No es así. No canta a nuestro modo. Y se recrea con su voz.
En cambio, en otra ocasión me recompensó. Radiaban un concierto de romanzas de Glinka. De repente, después de oír cinco arias en música de cámara, surgió Matriona del otro lado del tabique, con el mandil entre las manos, emocionada, con sus ojos sin brillo velados por las lágrimas:
—Así, así es como cantamos nosotros... —musitó.
20 de febreiro de 2025
História da Literatura Universal, VII - IX
Eduardo Iáñez
História da Literatura Universal, VII - IX
Vol. VII – O Século XIX - Realismo e Pós-Romantismo (1992)
Vol. VIII – A Literatura Contemporânea até 1945 (1993)
Vol. IX – A Literatura Contemporânea depois de 1945 (1993)
O Vol. VII tem uma primeira parte dedicada ao realismo. Refere o realismo e o naturalismo francês, o romance vitoriano em Inglaterra, e a difusão do realismo pela Rússia, Espanha, Portugal, Itália, Alemanha e Estados Unidos. A segunda parte versa o pós-romantismo e ocupa-se, quase exclusivamente, da poesia nos diferentes espaços culturais e geográficos: França, Inglaterra, Alemanha, Espanha, Portugal, Itália, Estados Unidos e Hispano-América.
O Vol. VIII, o mais extenso da obra, trata das literaturas de transição para o séc. XX e, de modo geral, o seu desenvolvimento durante a primeira metade desse século. São abordadas as literaturas da França, Espanha, Hispano-América, Inglaterra, Estados Unidos, Alemanha, Itália, Rússia e União Soviética, Portugal, e um capítulo final dedicado a outros países europeus.
O Vol. IX, o tomo final, percorre sobretudo as literaturas da segunda metade do séc. XX. Analisa as suas características na RFA e RDA, em Espanha, na Hispano-América, em França, nas Ilhas Britânicas e outros (ex-)territórios do império e cujos autores inscrevem-se na cultura inglesa, nos Estados Unidos, na Itália, em Portugal (incluindo uma perspectiva geral sobre a literatura brasileira), e na URSS. O capítulo final inclui uma panorâmica sobre as literaturas não-ocidentais (japonesa, árabes, etc.), à qual se segue um olhar sobre as literaturas centro-europeias, nórdicas e algumas outras de línguas mais exíguas do espaço europeu.
Uma vez mais, inclui-se um excerto de cada um dos volumes.
Durante o período realista entrecruzam-se e confundem-se diversos contributos e influências. Em muitos autores podemos encontrar vestígios românticos, traços de estilo realista — embora quase sempre sem qualquer intenção crítica — e tímidos decalques das inovações da literatura estrangeira do final do século. No entanto, de um ponto de vista histórico, há que reconhecer no Realismo o primeiro movimento literário alemão que, produzido por um sector da burguesia, superou o idealismo dos séculos XVIII e XIX e transformou a literatura num modo de produção inequivocamente ideológico, feito por e para usufruto da burguesia. Os principais problemas com que realmente se debateram os mais lúcidos e coerentes realistas germânicos foram a debilidade das suas próprias armas, a tendência para a literatura de evasão e a consequente escassez de produções realmente críticas e a sua necessidade de aliança com o poder dadas as vacilações dos seus pensadores, a quem faltava um corpo doutrinal e que, de algum modo, estavam paralisados por uma poderosa sensação de fracasso.
O panorama mudou durante o período naturalista. A carência de objectivos que poderíamos atribuir ao Realismo é agora sobejamente suprida com a adopção de um Naturalismo abraçado por muitos como se de um credo religioso se tratasse. O Naturalismo implicava, em primeiro lugar, uma filosofia de vida que comprometia totalmente o indivíduo. Não se pode minimizar o papel que teve para esta concepção a filosofia de Friedrich Nietzsche (1844-1900), cujo materialismo voluntarista prendeu com força o pensamento da época: máximo artífice ideológico do Naturalismo, a sua obra filosófica lançou as bases da revolução cultural do fim do século e da sua correspondente tradução política. Apenas graças a este pensamento materialista a literatura pôde desligar-se do idealismo imperante na cultura alemã desde o século XVIII. Depois de quase dois séculos, a arte germânica estava em condições de superar a vulgar e empobrecedora visão tradicionalmente burguesa do mundo, de apostar numa vontade modernizadora radical — na qual não faltam traços decadentes — e de conseguir a objectividade científica para que os novos tempos a pareciam chamar.
Entre 1910 e 1925, aproximadamente, a literatura alemã foi dominada pelo Expressionismo, designação por que se conhece um movimento artístico de difícil caracterização. O Expressionismo não se limitou à literatura nem à Alemanha: foi um termo que surgiu entre os pintores adversos ao Impressionismo e, devido à acção dos seus representantes, tornou-se um movimento que se estendeu, rapidamente, por toda a Europa Central. Não é estranho que não possamos situar rigorosamente os seus limites nem defini-lo satisfatoriamente, já que quase todos os movimentos artísticos do princípio do século possuem este carácter indefinido, ecléctico na sua intransigência e radicalmente individualista.
No âmbito da literatura, o Expressionismo foi a última forma que permitiu aos artistas expressarem o seu inconformismo — enquanto parte de uma classe — com um mundo pós-industrial em franca decadência. Foi, portanto, o último grito de rebeldia do espírito romântico, praticamente esgotado na Alemanha com a implantação do movimento expressionista; não foi por acaso que o seu primeiro órgão editorial teve o nome Der Sturm (A Tempestade), em memória desse «Sturm und Drang» que constituiu o arranque do Romantismo na Europa. Esta atitude rebelde, discordante e revolucionária está presente, de uma ou de outra forma, em todos os autores expressionistas que pertenciam ou julgavam pertencer a uma elite intelectual, à qual se continuava a negar a possibilidade de transformar o mundo. Sobre este pressuposto assentam as características fundamentais do Expressionismo alemão: a rejeição de uma sociedade em decomposição, decrépita e em ruínas e os sentimentos de desespero, de absurdo ou de horror que, face a esta situação, invadem o artista (e cuja expressão plástica encontramos na significativa tela de Edvard Munch graficamente intitulada O Grito). Destas características derivam outras, tais como uma vontade pseudo-revolucionária e neo-humanista, um tom profético e visionário — acentuado durante a Primeira Guerra Mundial —, o anticonvencionalismo, etc. A questão formal não é de somenos importância, visto que frequentemente se pretendeu que fosse a única relevante: o tom radicalmente anticonvencional do Expressionismo alemão que, em determinados casos colide com o decadentismo e o Simbolismo, motivou uma autêntica revolução da linguagem e formas literárias. Tal situação podia levar determinados autores a algum destes extremos: um certo patetismo e excessos emotivos em que incorriam figuras de segunda fila; à ostentação experimentalista ou um certo maneirismo cujo atrevimento tocava o exagero.
Os expressionistas, como bons neo-românticos, defendiam que a arte tinha de ser uma exteriorização, uma recriação do «eu» do artista. Portanto, não havia maior beleza que a surgida do interior do sujeito, nem melhor norma que a que este quisesse impor a si próprio — se é que queria impor alguma — em honra da expressividade, verdadeira pedra de toque do ideário expressionista.
Durante os anos 20, a União Soviética viveu um período de transição que possibilitou a efervescência cultural e a ebulição de diversos movimentos, entre os quais se destacou o Futurismo. Foi talvez a grande época das letras soviéticas, que a partir da década de 30 conheceram um inusitado período de progressiva repressão e controlo ideológico por parte do Estado e do Partido, a cujas instruções, enquanto «produção», todas as artes estavam subordinadas.
A situação agravou-se quando o estalinismo pôs em marcha a imensa máquina burocrática que acabou por sufocar o funcionamento do país. Na verdade, eram muito poucos os escritores que podiam agradar ao partido e, por consequência, era também elevado o grau de desconfiança em relação aos «burgueses cultos», que de forma alguma estavam em sintonia com a «arte proletária» preconizada pelo Estado. A União dos Escritores Soviéticos, órgão máximo dos autores do país, tornou-se uma associação de trabalhadores da produção literária. Opôs-se, portanto, a qualquer tipo de indiferença para com a realidade e, evidentemente, a quaisquer mostras de formalismo, e defendeu uma conciliação com a tradição realista como elemento de formação e de educação das massas. Paradoxalmente, tudo isso ocorreu num clima de terror estalinista, que forçou os camponeses à colectivização, deportou aldeias inteiras, abriu campos de concentração e levou a fome a vastas regiões do país. O culto da personalidade em que degenerou o regime com Estaline deixou na literatura a marca de um chauvinismo provinciano, que durante décadas impediu que se conseguisse atingir o nível que seria de esperar num país como a União Soviética.
O resultado foi, inicialmente, uma literatura documentalista e falseadora, que via os autores como «engenheiros da alma» (uma frase de Estaline), conhecedores e transformadores da realidade revolucionária; a literatura assumia assim o papel de instrumento de formação do espírito socialista. Tudo o que significasse afastamento relativamente a estas linhas mestras merecia a censura, a repressão ou mesmo a «purga», efectuada pelo sistema: recordemos os casos de escritores como Anna Akmatova, Tikonov e Pasternak. [...]
Entre 1953, ano da morte de Estaline, e 1956 sucederam-se uma série de acontecimentos de grande importância para a política e cultura soviéticas. Se nos concentrarmos nos aspectos mais relevantes para a vida literária da época, diremos que se respiravam novos ares no II Congresso de Escritores (1954) — no qual, por causa das «purgas» e da desilusão, apenas um quinto dos que participaram nos anteriores repetia a presença —, apesar de se continuar a insistir na necessidade de uma adequação ao realismo socialista. Além de reivindicar a tradição russa e de se abrir ao «decadente» cosmopolitismo ocidental, esse congresso foi palco para a reabilitação de nomes de alguns autores purgados por Estaline. O mesmo faria Krutchev em 1956 com os nomes de Olescha e dos defuntos Babel e Pilniak no XX Congresso do PCUS, onde anunciou a dissolução do Estalinismo e do culto da personalidade, bem como uma maior liberdade criativa a nível literário. Era o final de um período que se resumia, simbolicamente, no suicídio daquele que até então fora o presidente da União de Escritores: Fadeiev, o autor estalinista por antonomásia.
Li anteriormente:
Vol. VI – O Século XIX - Literatura Romântica (1991)
Vol. V – As Literaturas no Século XVIII (1990)
Vol. IV – As Literaturas no Século XVII (1989)
Subscribirse a:
Publicacións (Atom)