31 de xaneiro de 2025

Don Juan


Luis María Anson
Don Juan (1994)

Centrado na figura de Don Juan de Borbón, conde de Barcelona e pretendente legítimo ao trono de Espanha, o livro, da autoria de um dos conselheiros do círculo mais próximo de Don Juan, começa em 1969, no dia em que este recebeu a fatídica carta de Franco, na qual era informado da decisão de restaurar a Monarquia espanhola na pessoa do seu filho, Don Juan Carlos. Depois prossegue em flash-back, voltando aos inícios dos anos 30, à abdicação de Don Alfonso XIII (pai de Don Juan), à implantação da Segunda República, à Guerra Civil e ao aparecimento e triunfo de Franco. Seguem-se os anos da II Guerra Mundial, o pós-guerra e as décadas seguintes, até à “transición”, com todos os esforços diplomáticos perseguidos pelos partidários da restauração monárquica, as suas estratégias, os seus triunfos e as suas desilusões, concluindo-se com a morte do biografado, em 1993. Sem desperdiçar uma única oportunidade para denegrir e vilipendiar Francisco Franco, nunca lhe reconhecendo qualquer mérito nos resultados da sua governação, percebe-se, nas entrelinhas, que a restauração monárquica, nos termos em que foi proposta – monarquia constitucional segundo o modelo inglês – seria o caminho mais curto para levar de novo os comunistas ao poder, tal como tinha acontecido na Roménia e na Bulgária do pós-guerra, coisa que Franco não podia permitir.
Don Juan é, de certo modo, como o desenrolar de uma longa partida de xadrez, onde nenhum dos oponentes consegue a vitória clara, acabando por triunfar Don Juan, por intermédio do filho, após a morte de Franco.

Tras el café en el salón, el Rey extrae de su pitillera uno de sus toscos cigarrillos de tabaco negro, de picadura, y lo enciende con pausada delectación. Después toma la palabra y con gran serenidad, ademán breve y voz clara, explica a todos:
—Os he reunido esta noche a vosotros, que tenéis toda mi confianza, para explicaros algo que ya conocéis. El Príncipe ha salido hoy de mi autoridad y ha desobedecido una orden mía. Debo decir que tiene ya veintiocho años y en muchas cuestiones su criterio no coincide con el que yo tengo. No quiero hacer críticas, como os podéis imaginar. Pero sí poner los pies en una nueva realidad que se veía venir desde que se casó y yo, por complacerle, acepté que se metiera en la Zarzuela. La unidad de la Dinastía, queridos míos, está rota. Y no podemos basarnos en ella. Toda la política que hemos hecho hasta ahora se ha construido sobre la piña formada por mi hijo y por mí. Eso ya no es así. Resultaría absurdo mantener la ficción y, por tanto, ha llegado el momento de plantearse una nueva política. Os he convocado aquí esta noche porque me gustaría conocer vuestra opinión y vuestras ideas.
Pemán lamenta lo ocurrido y está de acuerdo en que es necesario trazar las líneas de una política renovada. Yanguas pide prudencia y cuenta una historia de cuando él fue ministro de Alfonso XIII. Andes dice que está de acuerdo con Pemán. Fanjul es más expresivo. Cree que al Príncipe le han puesto entre la espada y el Trono. O se aparta de Don Juan o perderá la Corona. Martínez Almeida está muy brillante y traza una nueva y atractiva política liberal. Los demás callan.
—Está claro, en fin —concluye Don Juan con sosiego—, que debemos estudiar cuanto antes las nuevas líneas políticas de nuestra Causa. Lo que hemos hecho hasta ahora, no sirve.
En ese momento, Pedro Sainz, visiblemente alterado, con las papadas zarandeadas por temblores huidizos, con los ojos como sables, con la voz en la frontera del grito, con el sarcasmo a flor de la enlechada piel, agitada la plata turbia del pelo, interrumpe al Rey.
—Ah, de manera que Vuestra Majestad piensa que es tan alto, tan guapo y tan listo que todo lo sabe y los demás somos unos percebes incapaces de prever las cosas más elementales.
Ante el tono de don Pedro y la agresividad del gesto y la voz, Don Juan parece crisparse, pero se domina, en medio de la tensión súbita que se ha creado y que estremece el apacible salón de Villa Giralda.
—Pues no, no es así. Hay algunos menos listos que Vuestra Majestad que teníamos todo esto previsto desde la entrevista del Azor. Pero ¿qué idea se ha formado Vuestra Majestad de quién es Franco? Pero ¿es que todavía no se ha dado cuenta del personaje que tiene enfrente? Franco manda más y dispone de más poder que Felipe II. Franco puede hacer en España lo que le salga de los huevos sin que nadie tenga fuerza para oponerle la menor resistencia. Franco puede proclamar mañana la República, o establecer la Regencia, o poner en marcha la mayor putada que se le pueda ocurrir a Vuestra Majestad. Franco puede hacer Rey a Don Juanito, puede hacer Rey a Alfonso Dampierre, puede hacer Rey a Hugo Carlos, puede hacer Rey al fiambre de Carlos VIII, puede hacer Rey, a ver si se entera Vuestra Majestad, que no se entera nunca de nada, puede hacer Rey, si así se le antoja, puede hacer Rey a su propio caballo, como si fuera Calígula. Y al día siguiente, la Prensa unánimemente aplaudiría su decisión y Emilio Romero escribiría en Pueblo: «Por fin el caudillo ha tomado la decisión más acertada, por fin ha terminado con la ficción de los Borbones caducos y las Monarquías cortesanas, por fin ha dejado como sucesor al símbolo con el que todos estamos de acuerdo, al símbolo de la victoria, al símbolo de la cruzada, al caballo, para que sigamos con el Movimiento como hasta ahora, porque la única sucesión posible del Movimiento Nacional es el propio Movimiento Nacional.
Es tal la belleza formal y la fuerza de la palabra de Pedro Sainz, arisco el gesto, erguida la insolencia, que apenas se oye respirar. Anson nunca le había oído hablar con tal capacidad expresiva.
—Pero ¿qué se ha creído Vuestra Majestad? Pero ¿quién se ha creído Vuestra Majestad que es Vuestra Majestad ante un hombre como Franco? Vuestra Majestad no tiene ni ha tenido desde la conferencia de Potsdam, una sola probabilidad de ser Rey de España. ¿Me ve bien Vuestra Majestad como soy yo, bajo y gordo? ¿Cree Vuestra Majestad que yo podría ganarle un partido de tenis a Manolo Santana? Seguramente no lo cree, ¿verdad? Pues las mismas probabilidades de que yo derrote a Santana tiene Vuestra Majestad de ganarle a Franco o de que Franco le nombre Rey de España. Y sin embargo yo saldría a la pista a jugar porque una lesión de Santana me haría ganar el partido. Ésa es la única probabilidad que ha tenido Vuestra Majestad de ser Rey de España desde 1946: que Franco se muera, que tenga un accidente o que lo maten. Si aquella escopeta de la Navidad del 61 le llega a explotar en la cara en lugar de en una mano, Vuestra Majestad sería hoy el Rey de España. Pero si las cosas siguen como siguen, hay que evitar a toda costa que Franco deje a Muñoz Grandes de regente o nombre a Dampierre sucesor. Con Franco hay que jugar a fondo la baza de Don Juanito, el único anzuelo que puede morder, y luego ya veremos.

18 de xaneiro de 2025

America's Final War


Andrei Martyanov
America's Final War (2024)

Quem conhece Andrei Martyanov do seu blog “Reminiscence of the Future” ou, melhor ainda, do seu canal YouTube, estará por certo habituado às análises demolidoras que costuma fazer sobre as idiossincrasias militares dos EUA, da OTAN e seus aliados, no quadro da corrente OME sobre a Ucrânia. Os comentários dos designados “especialistas” que pululam nos meios de comunicação ocidentais são desmontados até aos alicerces, e America's Final War segue o mesmo caminho. As mentiras absurdas propaladas pela suposta “elite” através das suas caixas de ressonância nos media são expostas, deixando a descoberto a ignorância ou impreparação acerca dos assuntos tratados, por parte dos ditos “especialistas”, que os leva a confundir o pensamento mágico com a realidade, sobretudo no que toca a tecnologia militar. Martyanov denuncia-lhes o desconhecimento atroz da história, das relações internacionais, dos assuntos militares, restando-lhes a arrogância e a apologia de um injustificado mito de invencibilidade, alimentado pela industria do entretenimento.

Here is where Western corporate journalism, which should now be firmly considered as interchangeable with propaganda, fails miserably—while the combined West is in a precipitous decline, modern digital media allows practically anybody to look up any audio, image or video on the internet about the situation in the combined West, and compare with the official narratives. Long are gone the times when some opinion piece in Wall Street Journal or The Economist has been taken uncritically as the ultimate truth. The "sound basis" for Western propaganda is no more. The whole world knows what Detroit or Kensington Avenue in Philadelphia look like. Unlike during Soviet times, many Russian tourists travel extensively around the world and confirm the smell of urine in Paris or that, beyond some touristy routes, London is grey and bleak and unsafe. The economic collapse of the West cannot be hidden anymore, including the misery and desperation of people in the West manifesting itself through social ills and economic dislocation. The steadily unfolding totalitarian future also cannot be denied. In simple words, the two main vehicles of Western propaganda of the last 30+ years—material success and "democracy"—have become recognized as nothing but illusion, a make-belief Hollywood picture. But very few propaganda campaigns damaged the already largely tarnished Western image of a supreme military power that the United States wants to project as the CIA and the U.S. Army's recruitment advertisements promoting the LGBTQ+ agenda. The video about Emma, a daughter of two moms, who enlists into the U.S. Army to become one of the operators of Patriot air-defense complexes became a global phenomenon for all the wrong reasons for the United States—it was ridiculed all around the world, with Dave Rubin summarizing it very well: "We are screwed, people." The most profound indicator of a decline is when one becomes a laughingstock of the world. In 2017 Patrick Buchanan noted about U.S. decline that nobody quakes in their boots from fear of the U.S. anymore. Now in 2024 Washington and its crude propaganda are the laughingstock of the world.
[...]
Reducing all these fairly simple thoughts to an even simpler, much more fundamental cultural factor, we must stress the obvious fact that no U.S. Armed Forces person, from private to four-star general, ever fought in defense of the United States of America. The U.S. military is not just an expeditionary military, it is also imperial military which fights imperial wars of conquest and doesn't address the concept of defense of a Mother- or Fatherland in its strategic and operational documents. Thus, it cannot fight a real conventional combined war of scale against a peer or better-than-peer opponents who fight in defense of their own country. This is a fundamental cultural difference which dictates the warfare on operational and strategic levels. And this cultural and intellectual gap cannot be bridged. Thus, while the Pentagon may learn some tactical lessons or tricks—and even that is questionable due to obsolete TOE (Table of Organization and Equipment) of the NATO armies—the operational and strategic paradigms of the SMO indeed don't apply to U.S. forces, which lack moral and cultural pivot which defines the warrior of continental warfare and the way this warrior fights. The U.S. military doesn't fight in defense of America, it fights for imperial conquests only. Russian soldiers fight in defense of their homeland.
That makes the cultural, moral and spiritual imprints on Russian and American soldiers dramatically different. There are surely still competent and courageous officers and soldiers in the U.S. military, but none of them has any experience of fighting for their wives, children and relatives.
[…]
Furthermore, why should a bankrupt nation, which has failed to adapt to the new technological paradigms in warfare and which faces physical disintegration, plan for war with China, which the United States considers its main "challenger"? The only explanation is this is either wishful thinking, a desperate attempt to grasp at the last straw of greatness past without any attempt to reconsider and maybe reverse suicidal policies which brought the United States to her knees, or simply yet another effort to direct resources towards its militarized economy.
Any real war in Asia, as usual to be false flagged by the U.S., will result in the ultimate crushing of U.S. forces and a complete destruction of the United States, which only then will recognize that it has actually fought its final war.
The problem which the new de facto multipolar world faces is to make sure that America's final war doesn't become a final war for the world which U.S. elites never knew and did not want to know.


Li anteriormente:
Losing Military Supremacy (2018)