9 de maio de 2024

Los Demonios

Fiodor Dostoievski
Los Demonios (1873)

Esta obra de Dostoievski tem como pano de fundo a existência de um grupo secreto de conspiradores revolucionários, em redor do qual orbitam todas as personagens principais. A principal inspiração para a personagem manipuladora de Piotr Verhovenski, o líder deste grupo, terá sido o mentor da execução de um estudante acusado de delação, levada a cabo em Moscovo em 1869, no seio de um destes grupos revolucionários. Uma realidade que o escritor também conhecia por experiência própria, pois na juventude tinha pertencido a um grupo socialista que publicava um jornal clandestino, e por isso foi preso e condenado à morte, juntamente com 14 cúmplices. A pena foi comutada no último momento, mas esteve detido na Sibéria, de onde voltou profundamente modificado, rejeitando o radicalismo, defensor da Igreja ortodoxa e do czar.
Os Demonios, considerada entre as quatro principais obras de Dostoievski, é um retrato social e político da época, também um drama psicológico, e um prenúncio dos resultados catastróficos do niilismo político e moral que anos depois viriam a assolar a Rússia.

Stavrogin se detuvo y clavó sus ojos en los ojos vesánicos de su acompañante.
—Escuche. Para empezar provocamos una revuelta —Verhovenski siguió diciendo nerviosamente, agarrando continuamente a Stavrogin de la manga izquierda—. Ya se lo he dicho: llegaremos hasta la plebe. ¿Sabe que ya tenemos una fuerza enorme? Nuestra gente no es sólo la que mata e incendia, la que emplea armas de fuego al estilo clásico o muerde a sus superiores. Ésos sólo son un estorbo. Sin obediencia, las cosas no tienen sentido para mí. Ya ve que soy un pillo y no un socialista. ¡Ja, ja! Escuche, los tengo a todos ya contados: el maestro que se ríe con los niños del Dios de ellos y de su cuna es ya de los nuestros. El abogado que defiende a un asesino educado porque éste tiene más cultura que sus víctimas y tuvo necesariamente que asesinarlas para agenciarse dinero también es de los nuestros. Los escolares que matan a un campesino por el escalofrío de matar son nuestros. Los jurados que absuelven a todo delincuente, sin distinción, son nuestros. El fiscal que tiembla en la sala de juicio porque teme no ser bastante liberal es nuestro, nuestro. Los funcionarios, los literatos, ¡oh, muchos de ellos son nuestros, muchísimos, y ni siquiera lo saben! Además, la docilidad de los escolares y de los tontos ha llegado al más alto nivel; los maestros rezuman rencor y bilis. Por todas partes vemos que la vanidad alcanza dimensiones pasmosas, los apetitos son increíbles, bestiales... ¿Se da cuenta de la cantidad de gente que vamos a atrapar con unas cuantas ideíllas fabricadas al por mayor? Cuando me fui al extranjero hacía furor Littré con su teoría de que el crimen es demencia; cuando he vuelto ya no es demencia, sino sentido común, casi un deber y, cuando menos, una noble protesta. «¿Cómo no ha de matar un hombre educado si necesita dinero?». Pero esto no es más que el principio. El Dios ruso ya se ha vendido al vodka barato. El campesinado está borracho, las madres están borrachas, los hijos borrachos, las iglesias vacías, y en los tribunales lo que uno oye es: «O una garrafa de vodka o doscientos latigazos». ¡Oh, que crezca esta generación! ¡Lo malo es que no tenemos tiempo que perder; de lo contrario habría que permitirles emborracharse aún más! ¡Ay, qué lástima que no haya proletariado! Pero lo habrá, lo habrá. Todo apunta en esa dirección...
—Es lástima también que seamos más tontos de lo que éramos antes —murmuró Stavrogin prosiguiendo su camino.


Li anteriormente:
Os Irmãos Karamázovi (1880)
O Eterno Marido (1870)
O Idiota (1869)

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