Luis Sepúlveda
Patagonia Express (1995)
Livro de viagens em vários pontos da
América do Sul, que não apenas a Patagónia, de cariz
autobiográfico. Se é só a realidade, esta ultrapassa a ficção; ou,
para usar um conhecido provérbio italiano, se não é verdade, é
bem contado...
Mientras la cocinera
calentaba una cacerola con leche, el tipo me observó de arriba abajo
y, al hacerlo, sonreía de una manera bastante cínica.
– Ver para creer –dijo
soltando una carcajada.
– ¿Le parezco
divertido?
– Para ser sincero, me
parece mucho más que eso; me parece pendejo.
– Párele, compadre. Yo
no lo conozco y usted me insulta. ¿Puedo saber por qué?
– No le digas nada,
José. No te metas en líos –aconsejó la cocinera.
– ¡Carajo! Alguien
tiene que decírselo.
– Decirme, ¿qué?
Entonces el tipo se
incorporó, caminó hasta la puerta, y desde allí me hizo señas
para que lo siguiera. Sin salir del estupor miré a la cocinera.
– Vaya con él, patrón.
Parece mentira, pero usted no sabe nada de lo que pasa.
Salimos a la fría noche
del páramo. Con otro gesto el tipo me indicó que íbamos a la
caballeriza. Una vez ahí, me ofreció asiento en un cajón y me
alargó una botella.
– Échese un trago. Creo
que lo necesita.
Bebí. Sentí que me
destrozaba las tripas. Aquello era "puro", el alcohol más
fuerte que sueltan los trapiches. Tosí mientras el tipo me daba
golpecitos en la espalda.
– Perdone que lo tratara
de pendejo, amigo. Es que se lo merece.
– Conforme. ¿Tiene un
cigarrillo para pasar el veneno?
De un bolsillo de la
camisa sacó dos cigarros largos, me ofreció uno, y al darme fuego
me miró a los ojos como se mira a un imbécil.
– Bueno, desembuche de
una vez.
– Lo están cebando,
amigo. Como a un puerco.
– No le entiendo una
palabra.
– ¡Ay, señor, ten
piedad de los pendejos! Lo están cebando, amigo, pero no para
llevarlo al matadero. Lo van a casar.
Li anteriormente:
Nombre de Torero (1994)
Un Viejo que Leía Novelas de Amor
(1989)
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