Ray
Bradbury
Crónicas
Marcianas (1950)
Ray
Bradbury publicou o seu primeiro conto em 1938 e, durante os anos 40,
tornou-se colaborador regular de várias revistas e escritor a tempo
inteiro, acabando por editar a sua primeira compilação de contos,
Dark Carnival, em 1947, na Arkham House, então uma pequena
editora pertencente ao escritor August Derleth, principal divulgador
da obra de H.P. Lovecraft. Por essa época, Ray Bradbury escrevia
alguns contos de temática marciana que teve a oportunidade de
mostrar a Walter Bradbury, editor da Doubleday, o qual sugeriu
agrupá-los de uma forma coerente num livro e ainda propôs o título.
Assim
nasceu este The Martian Chronicles, onde os contos existentes
e os que foram escritos propositadamente para o livro durante o Verão
de 1949, integram uma cronologia mais ou menos livre da colonização
de Marte, transformando o que podia ser uma antologia de contos em
algo muito próximo a uma novela. Simultaneamente, apurou a sua
personalidade literária, na originalidade que o celebrizaria, e
que levou Aldous Huxley a considerá-lo um poeta: a magia da palavra
e a intemporalidade das ideias. Se a ciência e as máquinas acabam
por envelhecer, escreveu Bradbury num breve prefácio, o mito, visto
através de espelhos e inalcançável, permanece – e este é um
livro de mitos.
Tomás
miró hacia donde le indicaba el marciano y vio las ruinas.
—Pero
cómo, esa ciudad está muerta desde hace miles de años.
El
marciano se echó a reír.
—¡Muerta!
dormí allí anoche.
—Y
yo estuve allí la semana anterior y la otra, y hace un rato y es un
montón de escombros. ¿No ves las columnas rotas?
—¿Rotas?
Las veo perfectamente a la luz de la luna. Intactas.
—Hay
polvo en las calles —dijo Tomás.
—¡Las
calles están limpias!
—Los
canales están vacíos.
—¡Los
canales están llenos de vino de lavándula!
—Está
muerta.
—¡Está
viva! —protestó el marciano riéndose cada vez más—. Oh, estás
muy equivocado ¿No ves las luces de la fiesta? Hay barcas hermosas
esbeltas como mujeres, y mujeres hermosas esbeltas como barcas;
mujeres del color de la arena, mujeres con flores de fuego en las
manos. Las veo desde aquí, pequeñas, corriendo por las calles. Allá
voy, a la fiesta. Flotaremos en las aguas toda la noche, cantaremos,
beberemos, haremos el amor. ¿No las ves?
—Tu
ciudad está muerta como un lagarto seco. Pregúntaselo a cualquiera
de nuestro grupo. Voy a la Ciudad Verde. Es una colonia que hicimos
hace poco cerca de la carretera de Illinois. No puedes ignorarlo.
Trajimos trescientos mil metros cuadrados de madera de Oregon, y dos
docenas de toneladas de buenos clavos de acero, y levantamos a
martillazos los dos pueblos más bonitos que hayas podido ver. Esta
noche festejaremos la inauguración de uno. Llegan de la Tierra un
par de cohetes que traen a nuestras mujeres y a nuestras amigas.
Habrá bailes y whisky...
El
marciano estaba inquieto.
—¿Dónde
está todo eso?
Tomás
lo llevó hasta el borde de la colina y señaló a lo lejos.
—Allá
están los cohetes. ¿Los ves?
—No.
—¡Maldita
sea! ¡Ahí están! Esos aparatos largos y plateados.
—No.
Tomás
se echó a reír.
—¡Estás
ciego!
—Veo
perfectamente. ¡Eres tú el que no ve!
—Pero
ves la nueva ciudad, ¿no es cierto?
—Yo
veo un océano, y la marea baja.
—Señor,
esa agua se evaporó hace cuarenta siglos.
—¡Vamos,
vamos! ¡Basta ya!
—Es
cierto, te lo aseguro.
El
marciano se puso muy serio.
—Dime
otra vez. ¿No ves la ciudad que te describo? Las columnas muy
blanca, las barcas muy finas, las luces de la fiesta... ¡Oh, lo veo
todo tan claramente! Y escucha... Oigo los cantos. ¡No están tan
lejos! Tomás escuchó y sacudió la cabeza.
—No.
—Y
yo, en cambio, no puedo ver lo que tú me describes —dijo el
marciano.
Volvieron
a estremecerse. Sintieron frío.
Li anteriormente:
O Homem Ilustrado (1951)
Fahrenheit 451 (1953)
Muito
Depois da Meia-Noite (1976)