El Rey del
Mundo (1927)
Não fossem as
inúmeras referências de Julius Evola a René Guénon, dificilmente
teria chegado à obra deste autor, com quem partilha uma visão
profundamente crítica da modernidade. Os excertos já lidos deixavam
adivinhar que Le Roi du Monde
se posiciona como uma contribuição complementar ao pensamento
tradicional defendido por Evola – ou talvez seja ao contrário
porque, na verdade, Guénon nasceu uns anos antes do italiano, se bem
que pertençam à mesma geração. René Guénon analisa neste livro
o mito/lenda de Agartha e Shambala, acerca de um centro espiritual
geograficamente oculto ou inacessível, presente em diferentes
culturas como reflexo de uma grande tradição primitiva comum.
Partindo, sobretudo, dos escritos de Ferdinand Ossendowski e
Saint-Yves d’Alveydre publicados no início do séc. XX, na
sequência de viagens à Ásia onde recolheram presencialmente esse
tipo de testemunhos, René Guénon insere depois esses dados num
quadro mais vasto, confrontando-os com outras variantes em diferentes
culturas, anotando esses paralelismos e dando a sua própria
interpretação.
En
Europa, todo lazo instituido conscientemente con el centro por medio
de organizaciones regulares está roto actualmente, y ello es así
desde hace varios siglos; además, esta ruptura no se realizó de un
solo golpe, sino en varias fases sucesivas. La primera de estas fases
se remonta al comienzo del siglo XIV; lo que ya hemos dicho en otro
lugar de las Órdenes de Caballería puede hacer comprender que uno
de sus papeles principales era el de asegurar una comunicación entre
Oriente y Occidente, comunicación de la que es posible comprender el
verdadero alcance si se observa que el centro del que hablamos aquí
siempre ha sido descrito, al menos en lo que concierne a los tiempos
históricos, como situado del lado de Oriente. Sin embargo, tras la
destrucción de la Orden del Temple, el Rosacrucianismo, o a lo que
se debía dar este nombre por continuidad, siguió asegurando el
mismo lazo, aunque de una manera más disimulada. El Renacimiento y
la Reforma marcaron una nueva fase crítica y, por último, según lo
que parece indicar Saint-Yves, la ruptura completa habría coincidido
con los tratados de Westfalia, que en 1648 terminaron con la Guerra
de los Treinta Años. Ahora bien, es digno de hacer notar que varios
autores hayan afirmado precisamente que, poco después de la Guerra
de los Treinta Años, los verdaderos Rosacruces hayan abandonado
Europa para retirarse a Asia; y recordaremos, a propósito de esto,
que los Adeptos Rosacruz eran doce, como los miembros del círculo
más interno de Agarttha, y en conformidad con la constitución
común a tantos centros espirituales formados a imagen de este centro
supremo.
A
partir de esta última época, el depósito del conocimiento
iniciático efectivo no está guardado por ninguna organización
occidental; también Swedenborg declara que es de ahora en adelante
entre los sabios del Tíbet y de Tartaria donde hay que buscar la
palabra perdida; y, por su parte, Anna Catherina Emmerich tiene la
visión de un lugar misterioso que llama la «Montaña de los
Profetas», y que la sitúa en las mismas regiones. Añadamos que fue
de informaciones fragmentarias que Mme. Blavatsky pudo recoger sobre
este tema, sin comprender, por otro lado, verdaderamente su
significado, de donde nació en ella la idea de la Gran Logia Blanca,
que nosotros podríamos llamar no ya una imagen, sino simplemente una
caricatura o una parodia imaginaria de Agarttha.
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