20 de abril de 2025
El Reino de Este Mundo
Alejo Carpentier
El Reino de Este Mundo (1949)
Publicada pela primeira vez no Chile, esta novela tem como tema parte da conturbada história do Haiti. Através do olhar de Ti Noel, apresentado como o jovem escravo de um senhor agrário, a narrativa percorre os últimos dias da colónia francesa esclavagista, a revolta dos escravos, inspirada na Revolução Francesa, o reinado de Henri Christophe, a sua consequente queda e a chegada de um governo republicano. Neste espaço de algumas décadas, Ti Noel acompanha o seu amo expropriado ao exílio cubano, onde este o perde ao jogo. Consegue depois regressar ao Haiti, e volta a ser escravizado, agora pelos da sua raça, na construção do palácio do rei. Após a revolta que depôs o monarca, Ti Noel foge para o interior da ilha, para as ruínas da casa agrícola do seu antigo amo, onde, já velho, vive finalmente em total liberdade, até à chegada dos agrimensores do novo governo republicano, que lhe perturbam de novo a existência. Com algumas outras personagens paralelas e um fundo de "real maravilhoso", nas palavras do próprio autor, onde assomam as crenças africanas e o vodu, O Reino deste Mundo, teve uma enorme influência nos posteriores escritores do espaço hispano-americano.
Todas las puertas de los barracones cayeron a la vez, derribadas desde adentro. Armados de estacas, los esclavos rodearon las casas de los mayorales, apoderándose de las herramientas. El contador, que había aparecido con una pistola en la mano, fue el primero en caer, con la garganta abierta de arriba a abajo, por una cuchara de albañil. Luego de mojarse los brazos en la sangre del blanco, los negros corrieron hacia la vivienda principal, dando mueras a los amos, al gobernador, al Buen Dios y a todos los franceses del mundo. Pero, impulsados por muy largas apetencias, los más se arrojaron al sótano en busca de licor. A golpes de pico se destriparon los barriles de escabeche. Abiertos de duelas, los toneles largaran el morapio a borbotones, enrojeciendo las faldas de las mujeres. Arrebatadas entre gritos y empellones, las damajuanas de aguardiente, las bombonas de ron, se estrellaban en las paredes. Riendo y peleando, los negros resbalaban sobre un jaboncillo de orégano, tomates adobados, alcaparras y huevas de arenque, que clareaba, sobre el suelo de ladrillo, el chorrear de un odrecillo de aceite rancio. Un negro desnudo se había metido, por broma, dentro de un tinajón lleno de manteca de cerdo. Dos viejas peleaban, en congo, por una olla de barro. Del techo se desprendían jamones y colas de abadejo. Sin meterse en la turbamulta, Ti Noel pegó la boca, largamente, con muchas bajadas de la nuez, a la canilla de un barril de vino español. Luego, subió al primer piso de la vivienda, seguido de sus hijos mayores, pues hacía mucho tiempo ya que soñaba con violar a Mademoiselle Floridor, quien, en sus noches de tragedia, lucía aún, bajo la túnica ornada de meandros, unos senos nada dañados por el irreparable ultraje de los años.
Li anteriormente:
Los Pasos Perdidos (1953)
Subscribirse a:
Publicar comentarios (Atom)
Ningún comentario:
Publicar un comentario