2 de xaneiro de 2014

Los Funerales de la Mamá Grande


Gabriel García Márquez
Los Funerales de la Mamá Grande (1962)


Depois de reler, desta vez na versão original, La Mala Hora (Horas Más) e El Coronel no Tiene Quien le Escriba (Ninguém Escreve ao Coronel), prossegui com este Los Funerales de la Mamá Grande (Os Funerais da Mamã Grande). Os três livros partilham personagens, locais e acontecimentos e formam como que uma espécie de prólogo aos Cem Anos de Solidão.

El gran día era venido. En las calles congestionadas de ruletas, fritangas y mesas de lotería, y hombres con culebras enrolladas en el cuello que pregonaban el bálsamo definitivo para curar la erisipela y asegurar la vida eterna; en la placita abigarrada donde las muchedumbres habían colgado sus toldos y desenrollado sus petates, apuestos ballesteros despejaron el paso a la autoridad. Allí estaban, en espera del momento supremo, las lavanderas del San Jorge, los pescadores de perla del Cabo de Vela, los atarrayeros de Ciénega, los camaroneros de Tasajera, los brujos de la Mojana, los salineros de Manaure, los acordeoneros de Valledupar, los chalanes de Ayapel, los papayeros de San Pelayo, los mamadores de gallo de La Cueva, los improvisadores de las Sabanas de Bolívar, los camajanes de Rebolo, los bogas del Magdalena, los tinterillos de Mompox, además de los que se enumeran al principio de esta crónica, y muchos otros. Hasta los veteranos del coronel Aureliano Buendía –el duque de Marlborough a la cabeza, con su atuendo de pieles y uñas y dientes de tigre– se sobrepusieron a su rencor centenario por la Mamá Grande y los de su especie, y vinieron a los funerales, para solicitar del presidente de la república el pago de las pensiones de guerra que esperaban desde hacía sesenta años.

Li anteriormente:
El Coronel no Tiene Quien le Escriba (1961)
La Mala Hora (1962)
La Hojarasca (1955)

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