15 de abril de 2024

La Última Etapa de la Globalización


Federico Rivanera Carlés
La Última Etapa de la Globalización (2010)

O historiador argentino Federico Rivanera Carlés tem uma série de livros dedicados à análise do judaísmo (recomenda-se, de passagem, um vídeo no youtube, da TLV1, onde dá a sua opinião sobre o presidente Javier Milei). La Última Etapa de la Globalización: El Gobierno Mundial Judio faz a história da ascensão do poder judeu desde o séc. XVI e, mais abertamente, desde a Revolução Francesa, através de uma aliança entre o poder financeiro e a subversão. Um processo que seguiu várias fases históricas – a democracia capitalista, o bolchevismo, o sionismo – onde a preponderância e protagonismo dos judeus no desenrolar destes processos foi determinante, sem perder de vista o fim último da sua actuação: um destino messiânico de domínio global, que se lê claramente nas inúmeras citações e textos deixados por pensadores e políticos judeus desde o séc. XIX. Apoiados nos preceitos talmúdicos, exclusivistas e racistas – o autor nota que, mais que uma religião, é um programa político –, o judaísmo tem triunfado, ocultando sempre que necessário a sua verdadeira natureza, contando com a indispensável colaboração de uma imensa teia de influências. Dos instrumentos ao seu serviço merece destaque a judaização da Igreja pós-conciliar, ou a formação da União Europeia, entre os mais notáveis.
La Última Etapa de la Globalización é um livro no qual se desmonta a propaganda do globalismo e se expõem os objectivos finais da chamada Nova Ordem Mundial.

En sentido coincidente, a comienzos de la centuria pasada el anarquista judío Rudolf Kayser señaló que para llegar a la era mesiánica había que abolir el Estado, tarea en la cual los judíos cumplirían un papel esencial debido a que carecen del mismo, y porque "la idea de Estado es una noción no judía". El internacionalismo es connatural a los judíos porque son un pueblo nómada. "Goy, en cambio, observa Barylko, nace de una raíz que significa cuerpo, la gente constituida en cuerpo, en sociedad, en estado, en un orden fijo e inmutable". El internacionalismo de los judíos se complementa a la perfección con su objetivo mesiánico: para construir el "gran edificio" mesiánico –observa el afamado rabino Elías Benamozegh– Dios ha creado "un pueblo internacional, Israel". De ahí que los judíos sean los teóricos y propagandistas del mundialismo por antonomasia. Al respecto el prestigioso escritor judío Bergman observa que, "cuando se rompieron las barreras sociales y políticas en el siglo XIX, los pensadores judíos estuvieron entre los representantes más radicales del internacionalismo y de la idea de humanismo. Parece que después de dos mil años el universalismo y el humanismo de los profetas florecieron en las figuras de millares de filósofos judíos, socialistas e internacionalistas". Y estima también que "el estado soberano, la bandera, la raza" no son más que ídolos. 

El plan judío está en marcha acelerada a través de la Masonería –fundada y dirigida por los judíos–, y los propulsores del internacionalismo, a saber, el capitalismo demoliberal, el marxismo y el anarquismo, en sus diversas variantes. También existen poderosas organizaciones mundialistas donde los judíos y masones tienen relevante papel, como el Royal Institute of International Affairs (RIIA), fundado en Londres, en 1919; el Council of Foreign Relations (CFR), denominación adoptada por el anterior en los Estados Unidos, donde fue organizado el año 1921, en la ciudad de Nueva York; el Club Bilderberger, que nuclea a la alta finaliza, a grandes empresarios, políticos e intelectuales liberales y marxistas, se creó en 1954 en Holanda a instancias del CFR; la Trilateral Commission, formada en 1972, que agrupa igualmente a plutócratas, políticos e ideólogos demócratas y marxistas, etc., de EE. UU., Europa y Japón. Entre sus promotores se halla el influyente Consejero de Seguridad Nacional de James Carter y directivo del CFR, Zbigniew Brzezinki, judío polaco naturalizado estadounidense en 1958. 

El plan mundialista cuenta con un aliado importantísimo: la Iglesia neojudía surgida del infausto Concilio Vaticano II, el cual pudo realizarse, sin duda, por la victoria del judaísmo internacional en 1945 por medio de la alianza demoplutocrática-soviética. La concepción de la Iglesia Postconciliar sobre la irrevocabilidad de la elección de Israel y de las promesas inherentes, lleva inevitablemente –como en el dispensacionalismo y el protestantismo modernista– al reino mesiánico, i.e., al Estado mundial judío. La necesidad de un gobierno universal fue expuesta por primera vez en la encíclica Pacem in terris (11-IV-1963), y desde entonces es una de las metas oficiales de la Iglesia Católica Postconciliar.

[...]

El sionismo se halla ligado simultáneamente al movimiento subversivo mundial y al capitalismo demoliberal, el cual, dígase lo que se diga, pertenece también a dicho movimiento pues ha sido el primer estadio de la subversión del ordenamiento natural y cristiano de la sociedad. El capitalismo, dominado completamente por los hebreos, ha financiado, sostenido y respaldado al sionismo desde sus orígenes, y en el plano ideológico es notoria la identidad de éste con el marxismo y el anarquismo, en cualquiera de sus variantes. "Es obvio, señala, Wistrich, que para los padres fundadores de la moderna Israel la revolución sionista se extendía más allá del reino de la política y de la creación de un estado como fin en sí. El renacimiento nacional judío era concebido no sólo como un movimiento de vanguardia del pueblo judío, sino como un batallón integrado, aunque diferenciado, dentro de un ejército internacional [...] El renacimiento nacional judío era para Ben Gurión parte de un tremendo movimiento que envuelve a toda la humanidad: la revolución mundial". 

De esto se desprende que la concreción de los objetivos mesiánicos está supeditada al triunfo del ejército internacional de la Revolución Mundial, cuya dirección ejercen los judíos, ya que aparte del "batallón" sionista, sus hermanos de raza comandan los restantes que operan en el seno de las naciones gentiles. La caída de la URSS y sus satélites, así como la desaparición de los partidos bolcheviques en gran parte del mundo, no ha detenido la Revolución Mundial en razón de que el marxismo nutre la ideología de la socialdemocracia, una de las fuerzas dominantes en las democracias, a la que se han incorporado presurosos no pocos partidos bolcheviques. Por otra parte, la Revolución Mundial, repito, engloba a las naciones democapitalistas, tradicionales impulsoras del mundialismo, y a la Masonería –y sus colaterales el Rotary Club, el Club de Leones, etc.–, cuyo decisivo protagonismo respecto al gobierno mundial ya se ha visto, así corno al Club Bilderberger, la Trilateral Commission, el Council of Foreign Relations, el Royal Institute of International Affairs, etc. Va de suyo que el proceso mesiánico se definirá fuera del Estado de Israel, por medio de "el internacionalismo mesiánico de la Diáspora". 

El papel que desempeña el sionismo pone en evidencia el grueso equívoco en que incurren quienes lo diferencian del judaísmo, como si fuera posible concebir su existencia fuera de éste. Por otro lado, la minoría judía que se opone al sionismo lo hace por razones tácticas y no por disensiones en torno a los fines del judaísmo.

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