24 de maio de 2016

Estrella Distante


Roberto Bolaño
Estrella Distante (1996)

Em tom quase documental, Estrella Distante dá um curso acelerado de poesia chilena recente, entrecruzado com a inventariação de bibliografias imaginárias, tão ao gosto de Jorge Luis Borges, tendo por fundo o contexto histórico do Chile entre as décadas de 70 e 90. Bibiano O'Ryan e o narrador, amigos e ambos com ambições poéticas, movem-se por oficinas universitárias de poesia, bruscamente interrompidas pelo golpe de 1973. Depois, o livro segue o trajecto de algumas personagens que as frequentavam; mais pormenorizadamente os directores dos dois grupos principais, Juan Stein e Diego Soto, e, sobretudo, o misterioso e esquivo Carlos Wieder, um dos frequentadores desses grupos, aviador militar e autor de “poesia aérea”, ou seja, poesia escrita nos céus com o rasto do seu pequeno avião. Estrella Distante é baseado no último capítulo da novela anterior de Bolaño, La Literatura Nazi en América, ampliado para o personagem principal, Wieder, um torcionário da ditadura que desaparece com o fim do regime, mas em cujo rasto segue a inevitável vingança, para que fique bem claro que o homem era um criminoso e não um artista.

Tras el estruendo inicial de pronto todos se callaron. Parecía como si una corriente de alto voltaje hubiera atravesado la casa dejándonos demudados, dice Muñoz Cano en uno de los pocos momentos de lucidez de su libro. Nos mirábamos y nos reconocíamos, pero en realidad era como si no nos reconociéramos, parecíamos diferentes, parecíamos iguales, odiábamos nuestros rostros, nuestros gestos eran los propios de los sonámbulos o de los idiotas. Mientras algunos se iban sin despedirse una extraña sensación de fraternidad quedó flotando en el piso entre los que optaron por quedarse. Como nota curiosa Muñoz Cano añade que en aquel momento particularmente delicado el teléfono comenzó a sonar. Ante la pasividad del dueño de la casa fue él quien contestó la llamada. Una voz de viejo preguntó por un tal Lucho Álvarez. ¿Aló?, ¿aló?, ¿está Lucho Álvarez, por favor? Muñoz Cano, sin contestar, le pasó el fono al dueño de la casa. ¿Alguien conoce a un Lucho Álvarez?, preguntó éste tras un intervalo excesivamente largo. El viejo, dedujo Muñoz Cano, probablemente hablaba de otras cosas, hacía otras preguntas acaso relacionadas con Lucho Álvarez. Nadie lo conocía. Algunos se rieron; fueron risas nerviosas que sonaron irrazonablemente altas. Aquí no vive esa persona, dijo el dueño de la casa después de escuchar otro rato en silencio y colgó.
En el cuarto de las fotos ya no había nadie, excepto Wieder y el capitán, y en el departamento, según Muñoz Cano, no quedaban más de ocho personas, entre ellas el padre de Wieder que no parecía particularmente afectado (su actitud era la de estar participando —acaso involuntariamente— en una fiesta de cadetes que por una razón que se le escapaba o que no le incumbía se había malogrado). El dueño de la casa, al que conocía desde que era un adolescente, procuraba no mirarlo. Los demás supervivientes de la fiesta hablaban o cuchicheaban entre sí pero callaban cuando se acercaba. Silencio incómodo que el padre de Wieder intentó soslayar ofreciendo tragos, bebidas calientes y sandwiches que preparaba en la cocina, solo y sereno. No se preocupe, don José, dijo uno de los oficiales mirando el suelo. No estoy preocupado, Javierito, dijo el padre de Wieder. Esto en la carrera de Carlos, dijo otro, no es más que un bache sin importancia. El padre de Wieder lo miró como si no comprendiera de qué hablaba. Era benévolo con nosotros, recuerda Muñoz Cano, estaba en el borde del abismo y no lo sabía o no le importaba o lo disimulaba con una rara perfección.

Li anteriormente:
Putas Asesinas (2001)

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