8 de febreiro de 2018

El Rey del Mundo

René Guénon
El Rey del Mundo (1927)

Não fossem as inúmeras referências de Julius Evola a René Guénon, dificilmente teria chegado à obra deste autor, com quem partilha uma visão profundamente crítica da modernidade. Os excertos já lidos deixavam adivinhar que Le Roi du Monde se posiciona como uma contribuição complementar ao pensamento tradicional defendido por Evola – ou talvez seja ao contrário porque, na verdade, Guénon nasceu uns anos antes do italiano, se bem que pertençam à mesma geração. René Guénon analisa neste livro o mito/lenda de Agartha e Shambala, acerca de um centro espiritual geograficamente oculto ou inacessível, presente em diferentes culturas como reflexo de uma grande tradição primitiva comum. Partindo, sobretudo, dos escritos de Ferdinand Ossendowski e Saint-Yves d’Alveydre publicados no início do séc. XX, na sequência de viagens à Ásia onde recolheram presencialmente esse tipo de testemunhos, René Guénon insere depois esses dados num quadro mais vasto, confrontando-os com outras variantes em diferentes culturas, anotando esses paralelismos e dando a sua própria interpretação.

En Europa, todo lazo instituido conscientemente con el centro por medio de organizaciones regulares está roto actualmente, y ello es así desde hace varios siglos; además, esta ruptura no se realizó de un solo golpe, sino en varias fases sucesivas. La primera de estas fases se remonta al comienzo del siglo XIV; lo que ya hemos dicho en otro lugar de las Órdenes de Caballería puede hacer comprender que uno de sus papeles principales era el de asegurar una comunicación entre Oriente y Occidente, comunicación de la que es posible comprender el verdadero alcance si se observa que el centro del que hablamos aquí siempre ha sido descrito, al menos en lo que concierne a los tiempos históricos, como situado del lado de Oriente. Sin embargo, tras la destrucción de la Orden del Temple, el Rosacrucianismo, o a lo que se debía dar este nombre por continuidad, siguió asegurando el mismo lazo, aunque de una manera más disimulada. El Renacimiento y la Reforma marcaron una nueva fase crítica y, por último, según lo que parece indicar Saint-Yves, la ruptura completa habría coincidido con los tratados de Westfalia, que en 1648 terminaron con la Guerra de los Treinta Años. Ahora bien, es digno de hacer notar que varios autores hayan afirmado precisamente que, poco después de la Guerra de los Treinta Años, los verdaderos Rosacruces hayan abandonado Europa para retirarse a Asia; y recordaremos, a propósito de esto, que los Adeptos Rosacruz eran doce, como los miembros del círculo más interno de Agarttha, y en conformidad con la constitución común a tantos centros espirituales formados a imagen de este centro supremo.
A partir de esta última época, el depósito del conocimiento iniciático efectivo no está guardado por ninguna organización occidental; también Swedenborg declara que es de ahora en adelante entre los sabios del Tíbet y de Tartaria donde hay que buscar la palabra perdida; y, por su parte, Anna Catherina Emmerich tiene la visión de un lugar misterioso que llama la «Montaña de los Profetas», y que la sitúa en las mismas regiones. Añadamos que fue de informaciones fragmentarias que Mme. Blavatsky pudo recoger sobre este tema, sin comprender, por otro lado, verdaderamente su significado, de donde nació en ella la idea de la Gran Logia Blanca, que nosotros podríamos llamar no ya una imagen, sino simplemente una caricatura o una parodia imaginaria de Agarttha.

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