28 de agosto de 2018

Crónicas Marcianas

Ray Bradbury
Crónicas Marcianas (1950)

Ray Bradbury publicou o seu primeiro conto em 1938 e, durante os anos 40, tornou-se colaborador regular de várias revistas e escritor a tempo inteiro, acabando por editar a sua primeira compilação de contos, Dark Carnival, em 1947, na Arkham House, então uma pequena editora pertencente ao escritor August Derleth, principal divulgador da obra de H.P. Lovecraft. Por essa época, Ray Bradbury escrevia alguns contos de temática marciana que teve a oportunidade de mostrar a Walter Bradbury, editor da Doubleday, o qual sugeriu agrupá-los de uma forma coerente num livro e ainda propôs o título.
Assim nasceu este The Martian Chronicles, onde os contos existentes e os que foram escritos propositadamente para o livro durante o Verão de 1949, integram uma cronologia mais ou menos livre da colonização de Marte, transformando o que podia ser uma antologia de contos em algo muito próximo a uma novela. Simultaneamente, apurou a sua personalidade literária, na originalidade que o celebrizaria, e que levou Aldous Huxley a considerá-lo um poeta: a magia da palavra e a intemporalidade das ideias. Se a ciência e as máquinas acabam por envelhecer, escreveu Bradbury num breve prefácio, o mito, visto através de espelhos e inalcançável, permanece – e este é um livro de mitos.

Tomás miró hacia donde le indicaba el marciano y vio las ruinas.
—Pero cómo, esa ciudad está muerta desde hace miles de años.
El marciano se echó a reír.
—¡Muerta! dormí allí anoche.
—Y yo estuve allí la semana anterior y la otra, y hace un rato y es un montón de escombros. ¿No ves las columnas rotas?
—¿Rotas? Las veo perfectamente a la luz de la luna. Intactas.
—Hay polvo en las calles —dijo Tomás.
—¡Las calles están limpias!
—Los canales están vacíos.
—¡Los canales están llenos de vino de lavándula!
—Está muerta.
—¡Está viva! —protestó el marciano riéndose cada vez más—. Oh, estás muy equivocado ¿No ves las luces de la fiesta? Hay barcas hermosas esbeltas como mujeres, y mujeres hermosas esbeltas como barcas; mujeres del color de la arena, mujeres con flores de fuego en las manos. Las veo desde aquí, pequeñas, corriendo por las calles. Allá voy, a la fiesta. Flotaremos en las aguas toda la noche, cantaremos, beberemos, haremos el amor. ¿No las ves?
—Tu ciudad está muerta como un lagarto seco. Pregúntaselo a cualquiera de nuestro grupo. Voy a la Ciudad Verde. Es una colonia que hicimos hace poco cerca de la carretera de Illinois. No puedes ignorarlo. Trajimos trescientos mil metros cuadrados de madera de Oregon, y dos docenas de toneladas de buenos clavos de acero, y levantamos a martillazos los dos pueblos más bonitos que hayas podido ver. Esta noche festejaremos la inauguración de uno. Llegan de la Tierra un par de cohetes que traen a nuestras mujeres y a nuestras amigas. Habrá bailes y whisky...
El marciano estaba inquieto.
—¿Dónde está todo eso?
Tomás lo llevó hasta el borde de la colina y señaló a lo lejos.
—Allá están los cohetes. ¿Los ves?
—No.
—¡Maldita sea! ¡Ahí están! Esos aparatos largos y plateados.
—No.
Tomás se echó a reír.
—¡Estás ciego!
—Veo perfectamente. ¡Eres tú el que no ve!
—Pero ves la nueva ciudad, ¿no es cierto?
—Yo veo un océano, y la marea baja.
—Señor, esa agua se evaporó hace cuarenta siglos.
—¡Vamos, vamos! ¡Basta ya!
—Es cierto, te lo aseguro.
El marciano se puso muy serio.
—Dime otra vez. ¿No ves la ciudad que te describo? Las columnas muy blanca, las barcas muy finas, las luces de la fiesta... ¡Oh, lo veo todo tan claramente! Y escucha... Oigo los cantos. ¡No están tan lejos! Tomás escuchó y sacudió la cabeza.
—No.
—Y yo, en cambio, no puedo ver lo que tú me describes —dijo el marciano.
Volvieron a estremecerse. Sintieron frío.

Li anteriormente:
O Homem Ilustrado (1951)
Fahrenheit 451 (1953)
Muito Depois da Meia-Noite (1976)

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